25 de julio Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente

 

«¡Yo he arado, he sembrado y he cosechado en los graneros sin que ningún hombre pudiera ganarme! ¿Y acaso no soy una mujer? Podía trabajar tanto como un hombre, y comer tanto como él cuando tenía comida. ¡Y también soportar el látigo! ¿Y acaso no soy una mujer? He dado a luz a trece niños y he visto vender la mayoría a la esclavitud. ¡Y cuándo grité con mi dolor de madre, nadie sino Jesús pudo escucharme! ¿Y acaso no soy una mujer?»
(Fragmento de «¿Acaso no soy una mujer?» recogido en «Mujeres, raza y clase» de Angela Davis).

 

Por Alin Castellanos Rivero|

 

Desde hace 28 años, se instituyó el 25 de julio como Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora. Surge este día a raíz de la poca visibilización de las mujeres negras en los movimientos de mujeres y feministas. En este día, pero en el año de 1992, se reunieron  más de 400 mujeres y organizaciones provenientes de 32 países de América Latina y el Caribe, en República Dominicana con la intensión de hacer visibles las necesidades y  problemáticas principales que las aquejan, como lo son: la discriminación racial, la pobreza, marginación, violencia y el sexismo. Se visibilizaron los prejuicios y estereotipos así como las luchas y resistencias de las mujeres afrodescendientes. 

En esa reunión, se trabajo para definir estrategias y agendas para enfrentar el racismo y las desigualdades. Una de las estrategias es justamente conmemorar la fecha como día internacional, además de crear la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora y que además sigue trabajando por la visibilización y los derechos de las mujeres negras. Esta red también cuenta con representantes mexicanas.

 

Los  objetivos de la red son los siguientes:

  • Impulsar la construcción y consolidación de un movimiento amplio de mujeres afrocaribeñas, afrolatinoamericanas y de la diáspora, que incorpore las perspectivas étnicas, raciales y de género en el continente.
  • Visibilizar la realidad de discriminación y violación de los derechos humanos que viven las mujeres afrodescendientes, en los ámbitos socioeconómicos, políticos y culturales.
  • Incidir en instancias gubernamentales e intergubernamentales para la formulación e implementación de políticas públicas que afirmen modelos de desarrollo sustentado en el reconocimiento y respeto de las identidades étnicas, raciales y de género y las problemáticas comunes a toda la región entre las que se destacan la pobreza, la migración, la violencia contra las mujeres y el VIH-SIDA.
  • Luchar por el cumplimiento de convenios y acuerdos internacionales que afirman los derechos de las mujeres Afrocaribeñas, Afrolatinoamericanas y de la Diáspora.
  • Impulsar programas y proyectos que contribuyan al desarrollo integral de las mujeres afrocaribeñas, afrolatinoamericanas y de la diáspora.
  • Impulsar un espacio de articulación de mujeres jóvenes afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la diáspora integrantes de la Red, para el fortalecimiento de sus potencialidades, promoviendo la formación, reflexión y debates. Un espacio que transversalice la temática de las juventudes en las políticas y estrategias garantizando la representación de las jóvenes en las diferentes instancias de la Red.

 

México también cuenta con población afrodescendiente, mejor conocida como afromexicanos, según la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 1.38 millones de mexicanos se identificaron como afrodescendientes. Fue hasta 2015, que la encuesta del INEGI incorporo esta categoría, que funge como estrategia para reconocer un sector de la población que históricamente invisibilizada. El reconocimiento de esta autoadscripción como lo indica  el  INEGI,  “forma parte de los esfuerzos conjuntos de Naciones Unidas en muchos países de Latinoamérica para el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, que inició en 2015 y que busca revalorizar la cultura, la historia y la integración multinacional de grupos históricamente discriminados” (INEGI, 2015).

Estos datos representa 1.2% de la población nacional y desagregando por sexo en México hasta al menos en 2015, se reconocen 705 mil son mujeres y 677 mil son hombres. Es en los Estados de Guerrero, donde son casi 7% de los habitantes, Oaxaca y Veracruz donde se concentran la mayor cantidad de población afromexicana, es importante rescatar que “se encuentra entre los grupos más pobres y menos educados en relación con la media nacional” (INEGI, 2015).Con apenas 5 años que se  incorpora esta categoría queda mucho por conocer de la población afromexicana.

La discriminación racial en México impide el reconocimiento legal de los pueblos y las comunidades, negando la existencia de la diversidad cultural que existe en nuestro país y que a su vez desdibuja los obstáculos y necesidades de las personas quienes por su apariencia física y origen ético se les han negado  y restringido sus derechos, imposibilitándoles una vida digna. Por ello es necesario reconocer la existencia de las comunidades afromexicanas y en especifico las mujeres porque son ellas en las que recae la doble discriminación raza y sexo, agregando clase. El reconocimiento de las mujeres afrodescendientes es un paso más para reducir las brechas raciales y de género.

Al inicio de este texto se localiza un fragmento del discurso ¿Acaso no soy una mujer?, donde el 29 de mayo de 1851, Sojourner Truth, mujer afroamericana y que  había sido esclava, nos regala esta fuerte discurso en un evento donde se hablaba de la esclavitud, siendo la única mujer en tomar la palabra; y que ahora se le reconoce como la primer mujer en expresarse públicamente de la doble opresión en su condición de negra y mujer. Tomó la palabra para denunciar la doble discriminación que vivían las mujeres negras, siendo este el referente del feminismo negro.Traducción del inglés al español por Alejandro de los Santos Pérez, el discurso completo es bellísimo por lo que a continuación compartimos.

 

¿Acaso no soy una mujer?

Buenos, niños, donde hay mucho jaleo algo anda desbaratado. Creo que entre los negros del sur y las mujeres del norte, si entre todos hablamos de derechos, los hombres blancos estarán en apuros muy pronto. Pero, ¿de qué va todo lo que estamos hablando?

Ese hombre de ahí dice que las mujeres necesitan ayuda para subir a las carrozas y para sortear las zanjas, y para que tengan los mejores sitios en todas partes. Nunca nadie me ha ayudado a subir a las carrozas o a saltar un charco de barro, o me ha ofrecido el mejor sitio. ¿Acaso no soy una mujer? ¡Mírenme! ¡Miren mi brazo! He arado y cultivado, y he recolectado todo en el granero, y nunca ningún hombre lo ha hecho mejor que yo! ¿Y acaso no soy una mujer? Podría trabajar tanto y comer tanto como un hombre, cuando puedo conseguir comida, ¡y también soportar los latigazos! ¿Y acaso no soy una mujer? Tuve trece hijos y vi cómo todos ellos fueron vendidos como esclavos y cuando chillé junto al dolor de mi madre, ¡nadie, excepto Jesús, me escuchó! ¿Acaso no soy una mujer?

Entonces cuando hablan de esa cosa de la cabeza, ¿cómo la llaman? (desde la audiencia le susurran, “intelecto”). Eso es, querido. ¿Qué tiene que ver eso con los derechos de las mujeres o los derechos de los negros? Si en mi cántaro solo cabe una pinta y en el vuestro un cuarto, ¿no sería mezquino por vuestra parte que no me dejéis quedarme con la pequeña media medida que me corresponde?

Ese hombre bajito vestido de negro dice que las mujeres no pueden tener tantos derechos como los hombres ¡porque Cristo no era una mujer! ¿De dónde venía tu Cristo? ¡De Dios y de una mujer! El hombre no tienen nada que ver con Él.

Si la primera mujer que hizo Dios fue lo suficientemente fuerte como para que ella sola pusiera el mundo patas arriba, ¡todas esas mujeres juntas tendrían que ser capaces de volver a hacerlo y ponerlo en su sitio! Y ahora lo están pidiendo, más vale que los hombres les dejen.

Les agradezco que me hayan escuchado. Y ahora la vieja Sojourner no tiene nada más que decir.

 

 

Referencias: