Por Cristóbal Barreto
La democracia requiere algunas restricciones a las libertades de las personas, dice Daniel Innerarity en su libro La libertad democrática, para que siga funcionando y se mantenga como régimen político, no hacerlo implicaría riesgos que pueden derivar en autarquía, en anarquía o en el dominio del más fuerte. Lo que más se conoce y difunde en un régimen de esta naturaleza es el derecho a las libertades individuales, porque es uno de sus distintivos y por la que los ciudadanos la prefieren antes que otras formas de gobierno. Sin embargo, también se necesitan de otras disposiciones de las que poco se hablan y parece no se está consciente de ellas. Esta es una manera distinta de comprenderla, que va en el camino preservarla ante el surgimiento de las posiciones libertarias y plebiscitarias.
Sacrificio y obediencia no son disposiciones queridas ni socorridas por los ciudadanos, pero necesarias para la gobernabilidad en el mundo que reclama respeto al ser individual. Lo primero, puede entenderse como la necesidad de establecer prohibiciones para garantizar libertades, como a respirar un aire puro, tener agua limpia y corriente, transitar libremente, etcétera; lo segundo, la apuesta por medidas para la modificación de conductas que lleven a aceptar que hacerlo de tal forma es mejorar para el bien individual y colectivo, como las restricciones a la movilidad durante la pandemia, cubrirse boca y nariz durante una infección viral o resguardarse en determinado lugar durante un evento imprevisto de la naturaleza, que llevan a garantizar la integrad física o la vida misma.
En ambos casos, la autoridad gubernamental investida de poder conferido por los ciudadanos está obligada a hacer conciencia de ella en la formación del ciudadano. Lamentablemente en dicha formación no se hace notar la importancia que tiene el autolimitarse para que otros puedan disfrutar de un derecho que por el desempeño del presente puede verse limitado en el futuro, es el caso de los derechos relacionados con la sustentabilidad. En contra parte, es bien visto y aprobado que los políticos en su afán de ganar votos y obtener una victoria a toda costa ofrecen ampliar derechos sin valorar responsablemente lo que significa en términos de ofensa a la dignidad humana, es el caso de la eutanasia, la pena de muerte, el aborto, el transhumanismo, el alquiler de vientre materno, entre otros.
La libertad de unos no puede ir sobre la de otros, los derechos de hoy pueden ser limitaciones costosas para generaciones venideras. Se necesita hacer conciencia que el ser ciudadano en un país democrático no solo es derecho a libertades, sino que hay límites para que otros puedan disfrutarlas en el presente o en el futuro. Ejercer una libertad sin límites puede resultar en la afectación del otro, como el derecho al consumo de hoy puede significar restricciones para otros en el mediano o largo plazos.
Las democracias de nuestro tiempo, anota Innerarity, solo pueden perdurar limitando al tirano individual que no identifica ni reconoce los efectos de su actuar sobre el bien común, porque en muchas de sus acciones compromete al medio ambiente o a las generaciones futuras. Por eso se hace necesario que en la educación del nuevo ciudadano se forme una conciencia de autolimitación, que permita asegurar la supervivencia del ser humano sobre el planeta.
Antes que hubiera democracia se apelaba a la autonomía del ser, ahora frente a los riesgos que significa el lesionar o coaccionar el derecho del otro, se requiere hacer conciencia de la interdependencia. Entendida como las dependencias y derechos comunes que aseguran libertades de ahora y/o del futuro.
La libertad entendida como agregación de voluntades individuales tiene una connotación liberal, mientras que vista como construcción social de una voluntad común lo es republicana, afirma Innerarity. Dicha distinción de matiz no es poca cosa, pues mientras una acusa una óptica una tanto libertaria, la otra lo mira como reconocimiento de acuerdos en beneficio del bien colectivo. Para los liberales es suficiente que no haya restricciones prescritas, prohibido prohibir sería la definición más adecuada; por su parte, para los republicanos no se puede hablar de libertad mientras su ejercicio esté impedido por una dominación explícita o estructural o haya un desentendimiento del condicionamiento de la libertad de los demás, el arranque no es parejo mientras se parta de una inequidad, sería la explicación.
En otras palabras, para los liberales la libertad es la ausencia de reglas para ejercerla, se permite llevar a cabo como se pueda y desee, es decir, no hay límites más que los establecidos explícitamente; en el caso de los republicanos, la libertad es que no haya dominación.
Por tanto, para la supervivencia de la democracia se necesita haya conciencia de la ciudadanía en los límites, que lo aten para evitar que se haga daño, daño como el acabar votando a favor de la pena de muerte, de atentar contra la vida, de permitir la negación u ofensa a la dignidad de la persona o, incluso, la supresión de todos los derechos para conferírselos a una persona que dice los ejercerá por ellos y él decida que es bueno, bello y verdadero.
Esta es una manera distinta de reconocer y asumir las libertades en la democracia, que evita la aparición en escena de personajes que ofrecen cero restricciones para su ejercicio, pero que al final de cuentas terminan ahogándolas y comprometiendo en futuro de nuevas generaciones.
Referencia Bibliográfica
Innerarity D. (2023). La libertad democrática. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
