Por Carlos Miranda.
Introducción
En este corto ensayo expongo lo que considero como una base para poder fundamentar una ética de los cuidados. Para ello, parto de la noción de persona haciendo un pequeño recorrido histórico sobre esta noción, para luego exponer qué entendemos como cuidados y su doble dimensión, individual-comunitaria, para finalmente exponer los cuidados de la persona femenina. He considerado hablar de la persona femenina en un apartado propio ya que el tema da para hacerlo.
La persona
La noción de persona ha tenido un desarrollo histórico muy importante. Desde la antigüedad grecorromana, pasando por el cristianismo hasta acentarse y sistematizarse en el siglo xx por parte de pensadores cristianos y judíos. Durante la época grecorromana la noción de persona estaba ordenada a lo que era el teatro griego y romano, ésta tenía el nombre de prosopon y de personare, también está el concepto de personans del derecho romano, el problema con la antigüedad grecorromana era que ser persona era más bien un estatuto jurídico y social que solamente era atribuido a los varones adultos excluyendo de esta manera a mujeres y niños. Con la llegada del cristianismo y las reflexiones acerca de la trinidad es que persona pasó a tener un fundamento ontológico y metafísico, y una revolución en la antropología filosófica, siendo los padres capadocios los encargados de esta formulación en el concilio de Nicea. Más tarde Boecio daría la definición de substancia individual de naturaleza racional, que seguiría siendo vigente durante todo el medioevo hasta desaparecer casi por completo durante la modernidad. No fue sino hasta el siglo XX, específicamente en el contexto de las guerras que estaban surgiendo en Europa en ese momento es que esta noción volvería a aparecer en el pensamiento filosófico y religioso, bajo el contexto del surgimiento de los autoritarismos de los fascismos y el comunismo y bajo el individualismo del liberalismo y el capitalismo, ante esto surgiría un movimiento militante encabezado por una serie de pensadores como lo serían Emmanuel Mounier, Jacques Maritain, Gabriel Marcel, Drietrich Von Hildebrand entre otros. A este movimiento se le llamó personalismo.
La característica del personalismo es que a pesar de que los autores representantes de este movimiento vienen de escuelas y corriente filosóficas distintas, todos tienen en común que la persona tiene una dignidad irreductible y que ser persona es sinónimo de responsabilidad con los otros.
Antropología relacional
Algo particular del personalismo aparte de que una antropología fundamentaba en una ontología de la persona, es que sostiene una antropología relacional “El que ama recibe afirmando la existencia del amado, es una confirmación de que su propio vivir merece la pena” (Yepes Stork y Aranguren Echeverría, Fundamentos de Antropología, p. 144). La antropología relacional es un pilar fundamental del personalismo y por ende de una bioética de cuidados ya que se reconoce la irreductible dignidad de la persona. En el tema que nos compete el cual sería el tema sobre los cuidados en la bioética, la antropología relacional y la noción de persona tienen un foco central ya que reconoce la dignidad de la persona en todas su etapas y en todos los estratos sociales: desde el no nacido, el niño, el adulto hasta la persona adulto mayor, esto en sus dos manifestaciones, la persona masculina y la persona femenina, siempre desde la dignidad de la persona los cual nos pone en el deber de cuidar y proteger a ese ser tan especial.
El cuidado
Desde hace ya algunos años se ha hablado y se han derramado ríos y ríos de tinta con respecto al tema de los cuidados, que han empezado a tomar un lugar central en la bioética y en varias corrientes de la ética. El cuidado en la bioética y en la ética es una forma de asegurar el bien de los demás y el propio. Poniendo los cuidados en su debida proporción, la base y los fundamentos que estamos proponiendo aquí son unos cuidados que atiendan a la dignidad de la persona humana.
Primero debemos cuidarnos a nosotros mismos para poder ayudar y hacernos responsables de los más necesitados, los cuidados no solamente atienden a mi persona individual, sino que estos también están orientados al cuidado de los más vulnerables y los más necesitados, para ello hay que involucrarse con las personas para poder determinar y entender qué tipos de cuidados necesitan-. Ya que cada persona requiere de cuidados específicos y, además, pueden variar de una etapa del ser humano a otra.
Persona femenina y los cuidados
El tema de la persona femenina en los cuidados parte de cómo, durante el transcurso de la historia, a ésta se le ha relegado únicamente a ser cuidadora y no a ser sujeto de los cuidados. Si comenzamos desde la noción de persona nos damos cuenta de que la mujer también es merecedora de cuidados, pues al igual que el varón, ella tiene una dignidad irreductible, por lo tanto, ambos deben ser cuidadores y sujetos del cuidado. La falta de atención a la mujer en la sociedad y su rol en la cultura y la familia nos ha llevado a estructuras sociales y familiares debilitadas, ya que hemos visto lo masculino como paradigma y se ha menos preciado o infravalorado a la persona femenina, “la ética del cuidado es entonces otra manera de expresar las virtudes humanas” (Álvarez., 2021). La mujer también merece ser recibidora de cuidado. Si nos apoyamos en una antropología personalista, se debe reconocer que la mujer es y siempre será persona y que al ser persona es digna por sí misma, la mujer tiene la misma dignidad ontológica que el varón y por ende, también debe ser merecedora de los cuidados.
Por último, y no menos importante, se encuentra también el cuidado que le damos a la casa común, que sigue siendo una parte fundamental pero aún desatendida en la vida de las personas.
El cuidado de la casa común
En estos últimos años con los avances técnicos y tecnológicos, ha habido una creciente preocupación por el medio ambiente, esto viene acompañado de la aceleración del estilo de vida que han traído las nuevas tecnologías, el modelo económico, el modelo de producción que fomenta una constante explotación de los recursos naturales y por lo tanto un desequilibrio en los ecosistemas causando de esta manera múltiples catástrofes climáticas y ecológicas.
En la última década una de las voces que más estruendo causó ante la crisis climática fue el papa Francisco con su encíclica Laudato si’, un documento perteneciente al Magisterio social de la Iglesia, en donde al planeta y la naturaleza forman la casa común en la que todos habitamos. La encíclica aborda temas de ecología, economía y sociedad interpretados bajo la Doctrina Social de la Iglesia. Por ejemplo, una de las ideas que expone el papa es:
“Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados” (Francisco, 2015, n. 139).
Por lo general cuando hablamos de medio ambiente solemos pensar en éste como si fuera algo separado de nosotros, como si no fuera evidente la relación que con él o como si fuera más importante que el ser humano, lo cual nos lleva a despreciar al ser humano o ponerlo en un pedestal, pero esto no es así. El ser humano es una realidad concreta que está en el mundo, forma parte de él y por eso es importante que el ser humano cuide del planeta. Cuidar la casa común es una forma de asegurar el bien común, en especial de los más pobres, “por eso es importante la bioética o ética de la vida, que nos lleva a la ecología. A una que sea personalista, es decir, que, atendiendo a la persona, se haga responsable del habitad natural”. (Burgos, J. M., & Beuchot, M, 2022, p. 33) El cuidado de la casa común es una tarea de toda la comunidad ya que la persona no está aislada de la comunidad, todas sus acciones repercuten de alguna manera en la sociedad en la cual ella misma se encuentra, por eso es importante tener una mirada comunitaria a la ecología, es imposible que por esfuerzos individuales y aislados se haga un cambio significativo de ahí que debamos responder a la conversión ecológica que hace el papa Francisco en la encíclica que citamos anteriormente.
Conclusión
Plantear a la persona como fundamento para una bioética que se encargue de los cuidados es una propuesta novedosa, ya que nos da un paradigma, dicho tal cual sería la propia persona y su irreductible dignidad. Poniendo de relieve una bioética que atienda a todas las dimensiones de la persona en todas sus etapas sin importar sexo, etnia, edad, religión o capacidades.
Referencias bibliográficas
Burgos, J. M., & Beuchot, M (2022). Diálogos Entre Personalismos. Ciudad de México: Gedisa. P. 33
Álvarez., J. E. (26 de Noviembre de 2021) CISAV. Obtenido de ética del Cuidado: https://cisav.mx/etica-del-cuidado/
Francisco. (2015). Laudato Sí. Madrid: Ediciones Palabra.
Yepes Stork, R., & Aranguren Echeverría, J. (2003). Fundamentos de Antropología . Navarra : Eunsa.