Oficialmente, el conflicto bélico ocurrido en la franja este de la República Democrática del Congo (RDC) – y que podríamos rastrear en sus inicios aproximadamente desde el año 1996 – terminó hace cinco años. Sin embargo, según un estudio realizado por el International Rescue Comittee (IRC), el cual fue fundado a petición de Albert Einstein en 1933 y recibió exiliados republicanos durante la Guerra Civil Española, 45 mil personas[1] mueren cada semana en la RDC por diversas cuestiones, pero principalmente por guerra, desnutrición y numerosas enfermedades virales e infecciosas, que se ven complementadas por un destino incierto causado por los constantes desplazamientos forzados.
El mismo estudio indica que aproximadamente 727 mil personas al año mueren fuera de la tasa regular de mortalidad – que calcula estimando el promedio de mortalidad de la zona de África Central – y la mitad de estos decesos provienen de niñas y niños de entre 0 y 5 años. En este contexto de enorme inseguridad, existe una guerra permanente que se ha vuelto de conocimiento general: la violencia sexual sistemática en contra de mujeres y niñas. Conforme los grupos bélicos avanzan y ocupan espacios, la perpetración de violaciones y asesinatos aumenta considerablemente.
“En algunos casos los soldados y combatientes violan a las mujeres y a las niñas como parte de un ataque más general en el que matan y hieren a los civiles, destruyen y roban su propiedad. Hacen esto para horrorizar a las comunidades de manera que acepten su control o para castigarlos por haber ayudado, supuesta o realmente, a fuerzas opositoras, particularmente si ellos mismos han sido atacados recientemente por estas fuerzas. En los casos en los que no ha habido un ataque a gran escala, individuos o pequeños grupos de soldados y combatientes también violan a las mujeres y a las niñas que encuentran en los campos, en el bosque, en las carreteras o en sus casas.”[2]
A este indignante problema podemos sumar una cultura establecida que estigmatiza a las mujeres que buscan ayuda médica para recuperarse de los daños físicos sufridos. Los servicios médicos en la RDC son mínimos o inexistentes producto de décadas de olvido, dejando espacio para el florecimiento de severas enfermedades como el VIH, que se ha multiplicado hasta llegar, según algunos observadores, a estar presente en casi el 60% de las tropas en conflicto dentro de este país.
Es de vital importancia tener una consciencia clara de los factores que están en juego en el problema de la guerra civil congolesa, puesto que no se trata de un fenómeno aislable o particularizable: sus efectos fácilmente pueden ser replicados en otras regiones del planeta donde se vive en condiciones económicas, políticas y culturales similares.
[1]http://web.archive.org/web/20080307102707/http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/L22802012.htm Fecha de Consulta: 10 de julio de 2013
Human Rights Watch. (2002). The War within the War: Sexual violence against women and girls in Eastern Congo. Nueva York: Human Rights Watch. Pág. 1