Con Kant, la filosofía se introduce en un ejercicio crítico, se repliega, para cuestionar las antiguas certezas, para esclarecer en qué medida podemos afirmar las cosas que afirmamos. No obstante, el anhelo metafísico permanece. Incluso tiene una centralidad singular: todo aquel esfuerzo tiene por objeto, en realidad, la elaboración de una metafísica. (Por eso se habla de una “metafísica del porvenir” y de sus condiciones de posibilidad).
En el propio sistema kantiano, la metafísica cambia de foco y, en lugar de ser abordado desde la sede especulativa, pasa a convertirse en un anhelo de la dimensión práxica del hombre.
La posmodernidad es, en buena medida, una continuación de la empresa kantiana: el criticismo con miras a la elaboración de una metafísica. Tácitamente, le da la razón al filósofo alemán: en efecto, no se puede hacer más metafísica sin antes haberlo mirado todo con cautela. Por eso es preciso desmontar el edificio, descomponerlo en sus partes y cuestionar cada cimiento, lo que nos es dado mirar desde cada ventana. Es preciso averiguar qué plan de trabajo tenían quienes construyeron el edificio, en primer lugar: buscar el origen más primero, bajo la creencia de que el origen (lo que se quería que aquello fuera) nos revelara lo que es actualmente y, si no, que al menos aquel esfuerzo arrojara pistas sobre por qué el edificio no llegó a realizar el plan para el que se le concibió originalmente.
Al fin, el ejercicio crítico termina por preguntarse incluso por la legitimidad de construir un edificio cualquiera, ya no solamente este en particular. Así, a menudo parece que el ejercicio crítico es nada más que una forma malsana del onanismo especulativo y, como tal, es estéril. Sin embargo, y aunque en esta sede se haya ya clausurado hace tiempo la posibilidad de hacer una metafísica, la compasión infinita que revelan muchos de los trabajos de los autores posmodernos revelan un hondo anhelo metafísico, manifiesto, como en Kant, en la sede de la razón práctica.
La noción de persona que revelan los trabajos morales de los posmodernos es muy semejante, y no extrañamente, a la que tienen los cristianos …