El acceso a medicamentos

Por José Enrique Gómez Álvarez.

 

¿Qué medicamentos deben de estar disponibles? Es sabido que en México existe un cuadro básico de medicamentos que cubren un catálogo de enfermedades y trastornos.

Dentro de este cuadro no se incluyen todos los medicamentos que existen en el mercado, sino una selección que trata de atender las diversas enfermedades. Es verdad que el catálogo busca actualizarse de tiempo en tiempo de modo que se accedan a nuevos medicamentos.

No obstante hay un déficit en la atención de medicamentos incluso de bajo costo. Según la plataforma “Cero desabasto” de acuerdo a los testimonios se encuentran enfermedades graves que no atendidas. Así por ejemplo, se señala escasez tanto medicamentos “comunes” como antihipertensivos, y como de medicamentos de alta especialidad (CeroDesabasto, 2022). Dentro de los reportes se señalan hechos como negar la existencia del medicamento, “solicitar” que lo compren, u otros casos como promesas de disponibilidad en tiempos determinados que no se cumplen.

Este problema fue más elevado durante 2021, es decir, en tiempos de la pandemia de COVID-19. El desabasto, no obstante, ha continuado durante este año. La plataforma “Cero desabasto” en su comunicado de julio de 2022 señala con datos precisos:

Durante el primer trimestre del 2022, el IMSS ha negado más recetas que todas las que negó en el 2019. Asimismo, de acuerdo con datos del INDICAS, la población sin seguridad social, que se atiende en unidades de la Secretaría de Salud (SSA), IMSS-Bienestar o INSABI sigue siendo la más afectada y el porcentaje de surtimiento de medicamentos en unidades de primer nivel tiene una tendencia a la baja. Por un lado, las unidades rurales de la SSA en el tercer cuatrimestre del 2021 tenían un 80% de surtimiento y en el primer cuatrimestre del 2022 éste bajó a 73%; y por otro lado, a inicios del 2021 el IMSS-Bienestar tenía un 74% de surtimiento y en el primer cuatrimestre del 2022 cayó a un 71%, el más bajo de los últimos 6 años. En ambos casos, en 2022, más del 25% de la demanda de los medicamentos no se ha surtido efectivamente, y la población en mayor situación de vulnerabilidad ha tenido afectaciones no sólo en su salud sino también en su bolsillo. El desabasto se agudizó también en el INSABI, según datos de la propia institución, en 2021 sólo un 66% de las y los usuarios reportó un surtimiento completo de sus recetas (CeroDesabasto, 2022).

El acceso a los medicamentos como parte de los derechos humanos no debería ser discutible. Es verdad que es tema de discusión el acceso a medicamentos de última generación. Así, en ocasiones existe el tratamiento que permite extender la vida un determinado tiempo, existiendo otro medicamento en el cuadro básico que extiende la vida al doble, pero no está disponible. Lo anterior plantea así dilemas de costo-beneficio para el paciente. En una situación ideal deberían juntarse los dos elementos. No se puede dejar el tema sólo a un cálculo utilitarista de los costos al sector, sino implica también considerar la calidad de la atención al paciente.

Lo anterior presenta un desafío de justicia: ¿debe ser un acceso completo a pesar del enorme riesgo que no alcancen los recursos? A veces también existe el problema de la tolerancia a los medicamentos: el medicamento es efectivo, pero los efectos secundarios resultan intolerables a algunos pacientes. ¿Podemos justificar una adquisición costosa para el acceso a un grupo minoritario? También se presenta la cuestión de medicamentos igual de efectivos que los existentes, pero que pueden resultar convenientes para la correcta adherencia de los pacientes a los mismos. Dicho de otro modo, son más cómodos para los pacientes, pero, en ocasiones, más costosos.

¿Por qué se produce el desabasto? ¿Qué es lo que falla? En ocasiones parece ser las cadenas de suministro. Las razones pueden ser múltiples como ineficiencia en la compra consolidada de medicamentos, probable corrupción, mala planeación, entre otras causas. Uno de los problemas es la centralización del sector salud. Cómo es sabido se desapareció el Seguro Popular que era delegada a los Estados, pero a partir de 2019 se recentralizó en el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Su dinámica muestra dificultades en su implementación (Estefanía, 2022).

De cualquier forma, las dificultades surgidas son buen ejemplo del principio ético: “No deben intentarse actos buenos con efectos desproporcionadamente malos”. Aún suponiendo que los cambios fueron realizados con recta intención, no obstante no resolvió los problemas de acceso y probablemente se agravaron lo que provocó exigencias al gobierno actual de resolver el problema (Ballinas, 2021).

No se pretende con la afirmación anterior señalar que no hubiese problemas en el sistema anterior. Ambos modelos, el centralizador y su contrario puede plantear problemas. Por ejemplo, una descentralización puede incrementar costos operativos y una centralización puede por ejemplo generar rigidez organizacional (Estefanía, 2022).

La percepción cotidiana de los beneficios o perjuicios de la centralización se ilustran en el estudio citado de Rodríguez[i] (2022). Aunque no pueda extrapolarse lo descubierto en el estudio, sí ilustra que un cambio de modelo, sin la debida capacitación y reordamiento puede ser problemático. Así, en el caso de pacientes con cáncer señala la autora:

Con el Seguro Popular se firmaron diversos convenios con organizaciones privadas para atender enfermedades, entre ellas el cáncer (de mama, cervicouterino, de próstata, etcétera). La desaparición del SP [Seguro Popular] también eliminó estos convenios que habían sido de gran utilidad, sobre todo para las mujeres con cáncer de mama o cervicouterino porque eran atendidas de manera rápida y eficiente en clínicas privadas como MédicaSur o el Hospital Ángeles. Tal como lo refiere una médica, la eliminación de estos convenios, junto con la regionalización ha retardado el tratamiento de mujeres y hombres que padecen cáncer. Adicionalmente, el desabastecimiento de medicamentos e insumos impide que las personas tengan una solución oportuna (Rodríguez, 2022: 29).

Otro elemento a considerar es que no sólo la disponibilidad de medicamentos es un problema, sino el realizarlo acorde a los principios de una prescripción médica: la máxima efectividad, mínimos riesgos, tomar en cuenta la elección del paciente y el menor costo del medicamento (Moya, A. 2011). Se ha esbozado que estos problemas están interconectados con el abasto de los medicamentos. Así es posible, como ya se mencionó que exista el medicamento, pero no sea el adecuado al paciente o que el fármaco no esté surtido y sea el indicado en cuanto efectividad. En pocas palabras, debemos defender una corresponsabilidad en el problema de la prescripción y abasto de los medicamentos. Dentro de lo posible el desabasto puede combatirse con una adecuada prescripción.

La cuestión final es mantener tanto el derecho a la salud, concretizada entre otros elementos, como el acceso a médicos y terapias adecuadas y el acceso a los medicamentos. Cómo se mencionó se debe considerar el principio de proporcionalidad en la implementación de políticas de salud alejadas, dentro de lo posible en un sustento meramente ideológico.

 


[i] Es un estudio cualitativo realizado con entrevistas semiestructuradas en el centro de salud “Esperanza” de ciudad Nezahualcóyotl.

 

Referencias

  • Ballinas, V. (01/11/2021), “Senado exhortará al sector salud a garantizar el abasto de medicinas”, La Jornada, México.
  • Cerodesbasto, (2022), Testimonios del desabasto. Disponible en: https://cerodesabasto.org/open-data
  • Moya, A. (2011), Ética de la prescripción. Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud (35), 2: 57-63.
  • Rodríguez, M. (2022). La recentralización del sector salud: una aproximación a sus implicaciones en el funcionamiento organizacional de un centro de salud. Gestión y estrategia (62). México, UAM: 19-37.