Por Antonio Muñoz Torres y Patricia Raquel Mancilla Dávila
Introducción
Durante las últimas décadas, la biotecnología y la medicina reproductiva han logrado avances que antes parecían imposibles. Desde el nacimiento de Louise Brown, la primera bebé concebida mediante fertilización In vitro en 1978, la ciencia ha desarrollado tecnologías cada vez más sofisticadas para intervenir en el inicio de la vida humana. Estos avances han permitido apoyar a familias con impedimentos anatómicos o fisiológicos para lograr un embarazo y el nacimiento de uno o varios hijos. Sin embargo, junto con este progreso han surgido profundas interrogantes éticas sobre los límites de la reproducción asistida y su aplicación.
En este contexto, la bioética invita a reflexionar no solo sobre lo que la ciencia puede hacer, sino sobre lo que debe hacer mediante un estudio sistemático en un contexto interdisciplinar, y una reflexión a la luz de principios éticos y valores morales. Un debate fundamental gira en torno al estatus del embrión humano: su valor, su dignidad y el respeto que merece desde sus etapas más tempranas. Como señala la Dra. Elena Postigo Solana (2012), reconocer la dignidad del embrión implica comprender que “no se trata de un simple cúmulo de células, sino de un individuo humano en desarrollo que merece el mismo respeto y protección que cualquier ser humano”.
El embrión humano frente a las tecnologías reproductivas
En los laboratorios donde se realiza la fertilización In vitro (FIV), no todos los embriones creados son implantados. Muchos quedan criopreservados durante años; algunos podrían ser implantados más adelante, mientras que otros se descartan o se destinan a investigación. Esto ha suscitado un debate esencial: ¿es ético usar embriones humanos sobrantes de las FIVs como material experimental?
El filósofo Michael J. Sandel, de la Universidad de Harvard, (2007) advierte que, al tratar a los embriones como instrumentos, se corre el riesgo de erosionar el sentido de respeto y gratitud hacia la vida. La aspiración a “diseñar” seres humanos refleja una tendencia peligrosa hacia la manipulación y la pérdida del asombro ante lo que considera un don recibido, no una fabricación.
Edición genética, células madre y nuevos desafíos éticos
El desarrollo de tecnologías como CRISPR-Cas9 ha potenciado la investigación con células madre embrionarias al permitir la edición precisa del ADN para eliminar alteraciones genéticas. Aunque la posibilidad de prevenir enfermedades congénitas es un objetivo valioso, también abre la puerta a la programación genética con fines mielorativos. La Dra. Natalia López Moratalla (2018) advierte que esta manipulación “rompe la continuidad biológica y moral del ser humano”, recordando que el valor de la vida no depende de su utilidad, sino de su condición personal. Adela Cortina (2003), distingue entre distintos tipos de intervención biotecnológica y presta especial atención a la manipulación meliorativa (mejorativa), entendida como aquella que no busca curar enfermedades ni restaurar funciones deterioradas, sino mejorar capacidades humanas más allá de lo considerado normal o saludable. Este tipo de intervenciones —por ejemplo, aumentar la inteligencia, la fuerza física o la esperanza de vida mediante ingeniería genética— plantea cuestiones éticas particularmente complejas.
Además, intervenir en el genoma embrionario plantea riesgos irreversibles cuyos efectos pueden manifestarse en generaciones posteriores. Por ello, los principios de precaución y no maleficencia son esenciales: no todo lo técnicamente posible es moralmente aceptable, y las consecuencias no deseadas de la manipulación genética en embriones —por definición irreversible— son impredecibles.
Clonación y el precedente de Dolly: límites de la fabricación de vida
Antes del auge de la edición genética, la clonación reproductiva fue presentada como una promesa científica. El Dr. Rodrigo Guerra López (2010) advierte que tales prácticas transforman nuestra comprensión del ser humano: si la vida se convierte en un producto fabricado, pierde su valor intrínseco y se cosifica. Guerra recuerda que “la persona humana no puede ser objeto de producción ni de posesión, sino sujeto de amor y de respeto”.
La clonación de la oveja Dolly por Ian Wilmut reveló graves problemas: envejecimiento prematuro y fallas orgánicas que llevaron a su sacrificio. Su muerte prematura mostró los riesgos e ineficacia del procedimiento (Kuehn, B. M. 2003), lo que motivó que Wilmut (2015) propusiera un nuevo objetivo para la clonación: la creación de tejidos y órganos para terapias médicas (Clonación terapéutica).
De acuerdo con la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005), la ciencia debe servir al bien común y nunca utilizar al ser humano como medio. Tanto la clonación (terapéutica y reproductiva) como la edición genética sin límites ponen en riesgo ese equilibrio entre poder científico y responsabilidad moral.
Prevención de enfermedades y el problema del costo ético
Intentos recientes de eliminar enfermedades mitocondriales o virales —como el SIDA causado por el VIH— mediante manipulación embrionaria, a través de la tecnología CRISPR-Cas9 tienen fines nobles, pero suelen implicar destrucción o alteración irreversible de embriones. Desde la bioética surge una pregunta fundamental: ¿puede justificarse el bien para unos a costa de la vida de otros? La respuesta ética, como afirma Postigo Solana (2012), es clara: la vida humana posee un valor absoluto desde su inicio, y el progreso científico no debe socavar el sentido moral que nos hace humanos.
El nuevo “Proyecto Manhattan”: empresas biotecnológicas y edición de embriones
En los últimos años, la discusión ética sobre el embrión se ha revitalizado con la aparición de empresas como Manhattan Genomics, fundada por Cathy Tie y Eriona Hysolli. Este proyecto —al que Tie alude como un nuevo “Proyecto Manhattan”— busca alterar el genoma de embriones humanos para prevenir trastornos genéticos (Ledford, 2025).
Tie sostiene que existe un “deber con los pacientes que padecen enfermedades incurables”, afirmando que gran parte de la población estadounidense apoya estas tecnologías. Sin embargo, muchos científicos expresan profundas reservas. Hasta el momento, ninguna de estas compañías ha revelado las técnicas específicas que usarán ni las enfermedades que abordarán, aunque señalan que realizarán extensas pruebas de seguridad previas a la creación de bebés genéticamente modificados.
Investigadores como Komor, citado en la misma fuente, advierten que el nivel de seguridad requerido para editar embriones humanos es altísimo y que “definitivamente, aún no lo hemos alcanzado”. La edición genética en células somáticas ha avanzado con rapidez —incluyendo terapias basadas en CRISPR-Cas9 aprobadas en 2023— pero editar embriones implica riesgos cualitativamente distintos: los cambios hereditarios se transmiten a futuras generaciones y pueden comportarse de forma diferente en el contexto embrionario.
Huang, pionera en la edición embrionaria (Liang et al., 2015), sostiene que aunque métodos como la edición de bases son prometedores, aún no están listos para uso clínico. La aparición de empresas como Manhattan Genomics y Preventive es, según ella, “inapropiada”, pues ni la tecnología, ni la ética, ni el consenso social están maduros para su aplicación en seres humanos.
Consideraciones éticas: dignidad, responsabilidad y justicia
Antes de abordar las conclusiones, resulta indispensable reflexionar de manera sintética sobre las consideraciones éticas que articulan todo este debate. En primer lugar, el respeto por la vida humana constituye el fundamento de cualquier práctica biomédica, un principio que adquiere especial relevancia cuando el sujeto implicado es un embrión cuya vulnerabilidad es absoluta. La dignidad del embrión humano, entendida como valor intrínseco y no condicionado por su desarrollo, capacidades o utilidad, exige que no sea tratado como material experimental ni como un producto fabricable. A ello se suma la gravedad de los procesos irreversibles de edición genética, cuyos efectos hereditarios podrían afectar a generaciones futuras sin posibilidad de rectificación. Tal poder demanda una profunda responsabilidad hacia los nuevos seres humanos, quienes no pueden consentir las intervenciones realizadas sobre su genoma y cuyas vidas podrían quedar marcadas por decisiones ajenas. En segundo lugar, se plantea también la pregunta por la identidad y la dignidad humana: si la mejora ilimitada modifica características esenciales de la condición humana, cabe preguntarse qué significa ser humano y si existe un límite moral a la intervención tecnológica. Finalmente, la potencial falta de equidad en el acceso a tecnologías avanzadas —como la edición genética embrionaria— podría generar nuevas formas de desigualdad entre quienes pueden permitirse hijos genéticamente “optimizados” y quienes no, ampliando brechas sociales y éticas que contradicen los principios de justicia y solidaridad que deben guiar la práctica científica.
Conclusión: el equilibrio entre el saber y el deber
La biotecnología moderna ha abierto horizontes extraordinarios, pero también ha puesto a prueba nuestra conciencia moral. El respeto al embrión humano nos recuerda que cada vida, por pequeña que sea, tiene una dignidad que no puede negociarse. El verdadero progreso no consiste en dominar o fabricar la vida, sino en protegerla y comprenderla. Solo una ciencia guiada por la ética garantizará que la humanidad avance sin perder su sentido más profundo: reconocer en cada existencia humana un valor único e irrepetible.
Referencias.
Cortina, A. (2003). Ética de la biotecnología. Madrid: Editorial Tecnos.
Guerra López, R. (2010). Dignidad humana y biotecnología: fundamentos antropológicos de la bioética contemporánea. Universidad Panamericana.
Kuehn, B. M. (2003). Goodbye, Dolly; first cloned sheep dies at six years old. Journal of the American Veterinary Medical Association, 222(8), 1060–1065. PM 12710763
Ledford, 2025. ‘Biotech Barbie’ says the time has come to consider CRISPR babies. Do scientists agree?. Nature 647, 295-297. doi: https://doi.org/10.1038/d41586-025-03554
Liang, P., et al. (2015). CRISPR/Cas9-mediated gene editing in human tripronuclear zygotes. Protein & Cell, 6(5), 363–372.
López Moratalla, N. (2018). Bioética y genética humana: reflexiones sobre la dignidad y el inicio de la vida. EUNSA.
Postigo Solana, E. (2012). Bioética: ciencia y dignidad humana. Palabra.
Sandel, M. J. (2007). Contra la perfección: la ética en la era de la ingeniería genética. Marbot Ediciones.
UNESCO. (2005). Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. UNESCO.
Wilmut, I., et al. (2015). Somatic cell nuclear transfer: origins, the present position … en PMC – National Library of Medicine




