Por Patricia Raquel Mancilla Dávila.
La salud es un bien que poseen las personas y que consideran valioso, por lo que es común exigirle al estado que todos los ciudadanos tengan el mismo acceso a los servicios de salud, sin embargo, más que considerar la igualdad en los servicios sanitarios, se debe de considerar la equidad.
Es importante destacar la diferencia entre igualdad y equidad, ya que son términos que con frecuencia se utilizan indistintamente, pero su significado es distinto. La igualdad implica tratar a todos de la misma manera, ofreciendo similares oportunidades para todas las personas, independientemente de las circunstancias individuales.
Por otra parte, la equidad conlleva reconocer que los hombres tienen diversas necesidades y desventajas, por lo tanto, el apoyo que necesitan debe responder a esas diferencias para que todos los seres humanos tengan las mismas oportunidades de alcanzar un fin.
El estado debe de garantizar que todas las personas tengan acceso equitativo a obtener los recursos básicos como son la alimentación, el agua, la vivienda, la educación y la salud. Por lo tanto, la equidad en salud debe abordarse a partir de un enfoque de justicia social que considere un análisis desde diversas dimensiones.
En primer lugar, se debe considerar que al igual que la vida, la salud es uno de los bienes primarios de los seres humanos, sin embargo, por diversos factores, no todas las personas pueden acceder al máximo estado de salud deseable, esto se debe a diversas condiciones personales como un padecimiento o discapacidad ya sea congénita, hereditaria o adquirida o también está determinada por la predisposición de una enfermedad.
Es muy cierto que la salud en numerosas ocasiones se ve comprometida debido a descuidos personales o a decisiones que no son las más adecuadas. Las adicciones, una alimentación poco saludable, la falta de actividad física y las circunstancias sociales en las que vivimos son factores determinantes que impactan directamente en el bienestar general.
Alcanzar y mantener un estado de salud óptimo es el resultado de la interacción de múltiples elementos. No se trata únicamente de la ausencia de enfermedad, sino de un equilibrio físico, mental y social que se ve influenciado por nuestras elecciones diarias y el entorno que nos rodea.
Es importante tener presente esta perspectiva integral de la salud, ya que los factores determinantes de la salud comprenden, por un lado, las circunstancias económicas, sociales y políticas que influyen en el estado de salud de la población, y por otro, las causas ambientales, genéticas y biológicas que afectan el estilo de vida y la salud individual.
De esta manera se resalta la diferencia entre la equidad en los servicios de salud y la igualdad en la atención sanitaria, ya que son muchas las condiciones sociales que influyen en el acceso a la salud y a los servicios de salud.
En este mismo sentido, cabe considerar a la dimensión social de la bioética como la disciplina encargada de relacionar los principios de equidad y justicia a las políticas públicas de salud. En función de lo planteado, será fundamental introducir la triada: bioética, equidad y justicia social en los servicios de salud como dimensiones complementarias centradas en el cuidado de la persona, es decir, todo aquello que «debe ser” respetado cuando se trata de tomar decisiones sobre la atención y el cuidado de los seres humanos en los servicios de salud.
Mientras las políticas de salud se centren en atender enfermedades y no personas, los servicios de salud serán iguales, más no equitativos. Es decir, comúnmente se atiende una enfermedad de la misma manera: se elabora un diagnóstico, un pronóstico, un plan de tratamiento, se decide cuál será la mejor técnica adecuada para tratar equis padecimiento.
El planteamiento anterior no pretende desacreditar la igualdad en los servicios de salud, finalmente las instituciones tratan de maximizar sus recursos para que se beneficie el mayor número posible de usuarios. De la misma manera, cuentan con políticas de acceso universal y estrategias de salud pública coherentes con los principios éticos universales.
En relación con la idea anterior, se trata de rescatar la eficacia actual de los programas de salud y con esto que ya se tiene, afrontar el desafío de la eficiencia, es decir, hacerlo de mejor manera
De esta manera, la equidad en los servicios de salud, debe ser entendida como un principio ético normativo centrado en el cuidado de la persona inmersa en un contexto determinado, se fundamenta en la justicia social y la humanización de los cuidados. Su propósito es atender las necesidades individuales de salud de los seres humanos en cualquier etapa de la vida y bajo cualquier circunstancia, cuando requieren que la atención en los servicios de salud se enfoque en la persona y no en la enfermedad.
Al mismo tiempo, promueve un modelo de calidad en la atención, por ejemplo, tratar al enfermo llamándolo por su nombre y no solo identificarlo por una enfermedad, conocer la historia clínica, pero también sus preferencias en la atención médica, sus necesidades físicas, emocionales y espirituales. Su contexto cultural y sus creencias religiosas. Debe señalarse, que la atención en lo singular es un postulado fundamental en la ética del cuidado.
La propuesta de la equidad en los servicios de salud, como principio ético normativo, está anclada a la triada bioética, equidad y justicia social; así mismo propone un cambio profundo: pasar de un enfoque meramente técnico y estandarizado sobre la igualdad en los servicios de salud, a un enfoque de equidad donde se destaque el trato humano, justo y sensible a las necesidades individuales. Promover la equidad en salud es, en última instancia, una forma concreta de proteger la dignidad y los derechos de todas las personas.
Referencias:
- Aguirre, V. (2011). Artículo de opinión. Acta Med Per, 28(4), 237.
- Sen, “¿Por qué la equidad en salud?,” Revista Panamericana de salud pública 11, no. 5-6 (2002): 302-309