Por Jorge L. Navarro.
Con ese título tan convencional, uno pensaría que ya sabe a dónde se dirige y va a llegar esta obra. Pero en el recorrido, está la sorpresa… y por eso quizá también, en la meta.
De reciente publicación, en 2024 el libro del p. John J. Lyndon McHugh, de la Orden de San Agustín, podría pasar como un libro divulgativo más de Doctrina social de la Iglesia (DSI); su aparición suscita curiosidad y también una pregunta espontanea ¿qué hay de nuevo en esta obra? Después de haberse publicado, en 2004, el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, ya disponemos de una robusta exposición “sistemática de los puntos esenciales de la doctrina social católica”; y de un manual, que nos ofrece múltiples formas de acceso y de consulta temática. (Sodano, 2004)
El Compendio expone “de manera sintética, pero exhaustiva” (Pontificio Consejo, 2004) – a decir de su coordinador, el Cardenal Renato Martino- la señalada enseñanza social acumulada durante más de un siglo, a partir de Rerum Novarum, de León XIII (1891), hasta Juan Pablo II que pudo conmemorar en Centessimus annus (1991), el centenario de Rerum Novarum.
Respecto al Compendio, hay que reconocer que tiene una natural limitación en sus alcances por el año de su publicación, desde entonces hasta nuestros días han transcurrido más de 30 años y dos pontificados de gran riqueza para la DSI: por lo cual, se podría advertir que requiere de una ampliación complementaria que recoja las enseñanzas de Benedicto XVI presentes en Caritas in veritate y otros mensajes de contenido social; de igual modo, hace falta integrar a la DSI, el magisterio del Papa Francisco: el suyo fue un pontificado caracterizado por un persistente llamado al compromiso social, que es consustancial a la fe, como se ve en el capítulo cuarto de Evangelii gaudium dedicado a “La dimensión social de la evangelización”: como en su afirmación: “El kerigma tiene un contenido ineludiblemente social: en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros. El contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad”. (Francisco, 2013; n. 177)
Junto a esta exhortación apostólica, hay que considerar Laudato Si y Fratelli tutti, amén de tantos mensajes, homilías y gestos, con los que Francisco nos ha hechos ver la centralidad de esta dimensión social del evangelio.
En ambos pontífices encontramos importantes aportes a las enseñanzas sociales, que hacen avanzar la DSI, en el “cambio de época”, es decir, a mirar la crisis civilizatoria de la modernidad y los desafíos nuevos de la era posmoderna, cuyos rasgos se van haciendo cada vez más visibles. Hablamos de una continuidad innovadora de las enseñanzas sociales, una “fidelidad creativa”, con las que indiscutiblemente se amplía y se pone al día el Compendio.
La obra del P. McHugh, con ser sintética y con una clara orientación divulgativa, pensada para jóvenes universitarios, ofrece pautas para una lectura renovada, que ayuda a captar algo del dinamismo propio de la DSI, en sus exigencias de leer “los signos de los tiempos” y de orientar la vida de la Iglesia en su misión evangelizadora.
La DSI no es una doctrina acabada y cerrada, ni “un sistema conceptual” de principios a partir de los cuales deducir reglas de acción. Si bien, no es difícil advertir que la DSI consiste en una auténtica tradición de pensamiento social de raíces bíblicas, patrísticas y de los grandes doctores de la Iglesia; la moderna forma de intervención del Magisterio de la Iglesia, inaugurada, por León XIII en el siglo XIX y continuada durante el siglo XX, hasta nuestros días, ha sido un faro para la vida cristiana, en las turbulencias de la época, para la diversidad de pueblos y culturas y de nuestro tiempo: la DSI se lee mal y se malentiende cuando se quieren extraer de ella, “recetas” o soluciones “técnicas” a problemas particulares, aplicables a cualquier circunstancia, es decir, sin la mediación de un sujeto que discierne, a partir de la fe, dentro de su situación aquello que es conveniente para construir el bien común, la convivencia, la justicia y la paz. Se yerra también cuando se convierte en una ideología para fines de adoctrinamiento religioso o laico o con fines proselitistas.
El contenido y el método.
La exposición de la DSI, en el libro del P. McHugh, recorre los principales documentos (encíclicas, documentos conciliares, documentos postsinodales y Asambleas de obispos) desde Rerum novarum, que es ampliamente señalado como el documento inaugural de la moderna doctrina social de la Iglesia, el radiomensaje La Solennitá; Quadragesimo anno, Mater et Magistra, Pacem in Terris; Gaudium et spes, que es un documento conciliar-, Evangelii nuntiandi, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, Centessimus annus y otros… Una sorpresa: en este recorrido también se presenta la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, como un documento, extra-eclesial, pero de gran relevancia para la DSI, con buenas razones para ello. Es de llamar la atención que ha incluido documentos de las Conferencias del Episcopado latinoamericano, (Medellín, Puebla, Sto. Domingo, Aparecida) destacando así las aportaciones de la experiencia y la reflexión pastoral de esta porción de la Iglesia universal.
Cada texto (documento) tiene un contexto, de acuerdo con un principio hermenéutico elemental. En este caso el contexto se delimita con dos factores: el momento histórico y la tradición misma de la Iglesia que toma conciencia de si y reflexiona sobre su propia presencia y su acción en el mundo; con ambos se abre la comprensión de cada texto en su aportación en el momento histórico y en la formulación de la DSI. Otro elemento igualmente esencial como viene presentado en esta obra es la “orientación para la acción”. A estas tres pautas metodológicas, se añade una cuarta, con unas “preguntas para la reflexión”. Así pues, para cada documento, nos propone este abordaje: 1) su contexto, 2) los aportes que ofrece a la comprensión y valoración de su momento y a la construcción articulada de una Doctrina social; 3) orientaciones para la acción y 4) preguntas para la reflexión.
El P. Hugh, nos ofrece un avance en la integración de la doctrina social porque ha incluido en su exposición de la DSI, las enseñanzas de Benedicto XVI contenidas en Caritas in veritate y las del Papa Francisco, en Laudato si y Fratelli tutti. Añade, un paso más en el capítulo dedicado al aporte latinoamericano para abordar, con la misma metodología, la Documentos de las grandes Conferencias de la CELAM y otras aportaciones salidas de este subcontinente. Son algunas novedades.
Al final, en las conclusiones, el autor nos ofrece unas reflexiones generales sobre los grandes principios de la DSI. El Compendio dedicó un espacio para a la presentación de estos principios, a saber: bien común, destino universal de los bienes, subsidiariedad, participación y solidaridad. Aquí el P. Hugh, ofrece otra novedad al conjugar tales principios, con otros formulados por el Papa Francisco en Evangelii gaudium, (el apartado III del capítulo IV); estos, que desde su exposición primera, llamaron la atención, porque se distinguen claramente de los anteriores, en su contenido y formulación, redimensionan la DSI en su tarea en el mundo: “el tiempo es superior al espacio”, la “unidad prevalece sobre el conflicto”, “la realidad es más importante que la idea” y “el todo es superior a la parte”(Francisco, 2013; capitulo IV, III). Estos cuatro principios, dice el Papa: “brotan de los grandes postulados de la Doctrina social de la Iglesia […] orientan específicamente la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias armonicen en un proyecto común” (Francisco, 2013; n. 221)
Una última novedad que nos depara la lectura del libro del padre John McHugh: el prólogo. Esta entrada está formulada a partir de una pregunta previa a cualquier forma de estudio de la DIS, que nunca se debería dar por descontada. “¿Qué podemos aprender de una doctrina social de la Iglesia?” Una estupenda forma de iniciar un recorrido por las referidas enseñanzas sociales. Tal inicio fue escrito por el hermano en religión del P. Hugh, el entonces presidente del Dicasterio para los Obispos, Cardenal Robert Francis Prevost.
Quizá tengamos en este breve escrito, las pistas del pensamiento social del nuevo Papa, quien ya ha declarado, que en la elección de su nombre considero a León XIII porque en su pontificado enfrentó los enormes desafíos de su tiempo, generados por la revolución industrial, ahora nos encontramos con los desafíos que nos lanza la revolución digital con la inteligencia artificial.
Referencias
- Lyndon, J. (2024). La doctrina social de la Iglesia. Su historia y sus enseñanzas. 1era. edición digital. PUCP. Lima.
- Carta del Cardenal Angelo Sodano al Cardenal Renatto Rafaelle de Martino, en Pontificio Consejo. Justicia y Paz”. (2004). Compendio de Doctrina social de la Iglesia. Librería Editrice Vaticana – Edicionel CEM. México. p. VII.
- Pontificio Consejo “Justicia y paz”.(2004). Compendio de Doctrina social de la Iglesia, Librería Editrice Vaticana – Edicionel CEM. México. XI.
- (2013). Exhortación apostólica Evangelii gaudium. Sobre el anuncio del evangelio en mundo actual. https://goo.su/UU9ckz