La (ultra)derecha que le compite al PAN

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Por Cristóbal Barreto.

 

Hace algunos meses, actores políticos afirmaban que estaba surgiendo en México una derecha que podría quitarle al Partido Acción Nacional (PAN) parte importante de su electorado identificado con ciertos valores que este partido defiende. Decían que la aparición de cuando menos dos personajes políticos que califican de ultraderecha y que hicieron público su intención de participar en las elecciones presidenciales de 2024, atraerían el voto de quienes desearían ver y escuchar una candidatura corrida a la extrema derecha, que defienda valores tradicionales, niegue derechos vigentes, se oponga a ciertos contenidos en los libros de texto de educación básica y simpatice con la autorización de prácticas religiosas en la educación pública (Barranco, 2023).

Dichos actores, para hacer esa clasificación, no aclaran lo que entienden por derecha ni tampoco definen qué es ultraderecha. Dan por sentado que todo partido o persona que no asume y defiende determinadas banderas políticas es de derecha o, incluso, de ultraderecha. En esa deducción el PAN es un partido de derecha y lo es toda expresión que no reivindique la defensa de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, que no apruebe el matrimonio entre personas del mismo sexo, que rechace la ideología de género o que critique a los gobiernos de Cuba, Venezuela o Nicaragua.

Los personajes a que se refieren dichos actores como de ultraderecha son Lilly Téllez y Eduardo Verástegui. Para ellos, Téllez, senadora panista y Verástegui, líder del Movimiento Viva México, organizador en México de la Conferencia Política de Acción Conservadora (especie de congreso de formación del Partido Republicano), amigo de personajes como Donald Trump, Javier Milei, Jair Bolsonaro y Nayib Bukele, forman parte de la ultraderecha mexicana que le competiría y hasta quitaría al PAN buena parte de su electorado, por eso afirman: “¡está creciendo la ultraderecha en México, porque hay varios aspirantes a la candidatura presidencial con identidad clara de ultraderecha!” (Barranco, 2023).

La senadora Lilly Téllez, declinó su interés en participar por la candidatura presidencial, y el actor Eduardo Verástegui está en la búsqueda de firmas, cerca de un millón, para registrarse como candidato independiente y de esa manera competir al cargo de presidente de la república.

Cas Mudde, reconocido como un teórico y estudioso de la derecha, retoma la noción de Norberto Bobbio, y la define como aquella organización que reivindica la desigualdad como algo natural y por lo que el Estado no debe intervenir para disminuirla, está en contra de la división de poderes y se opone al Estado de derecho. Por su parte, agrega y precisa que es ultraderecha aquella organización antisistema y hostil a la democracia liberal (Mudde, 24).

A su vez, a la ultraderecha la divide en dos grupos, la extrema y la radical; la extrema derecha, es la que reivindica el fascismo y/o el nacismo, la que está en contra de la democracia, la que es antiglobalista, la que simpatiza con los gobiernos de mano dura y con los militares; y la derecha radical, es la que sí acepta la democracia, la que se opone a los derechos de las minorías, al Estado de derecho y a la separación de poderes (Mudde, 2021: 24, 25).

En esta noción de ultraderecha, en México no existe un partido clasificado en esa categoría. En cambio, sí se usa con frecuencia para señalar personas, como es el caso de los actores políticos arriba aludidos. Hasta donde se sabe, Téllez y Verástegui, no han expresado su simpatía por el fascismo, ni rechazo de la democracia como régimen de gobierno, mucho menos se han expresado a favor de un gobierno militar. Sí caen dentro de determinadas expresiones de derecha (derecha tradicional, calificaría Mudde), en tanto que reivindican la libertad del mercado, aplicación de mano dura contra delincuentes y se muestran a favor de la vida; y son de derecha radical por su oposición a los derechos de minorías y en el caso de Verástegui, además, por la imagen con ametralladora en mano disparando en práctica de tiro, publicada por él en la plataforma X el 9 de octubre de 2023, advirtiendo: “Miren lo que le vamos a hacer a los terroristas de la Agenda 2030, del cambio climático y de la ideología del género”.

La expresión derecha en México, como se ha hecho con la izquierda o comunismo, se usa para estigmatizar y descalificar más que para ubicar una expresión político-ideológica a partir de determinadas posturas respecto a derechos de las personas, la función del Estado y la manera como se llevan a cabo las relaciones internacionales.

Bajo los criterios que pone Mudde para definir ultraderecha, el gobierno que ejerce el partido Morena a nivel federal cae más en esos parámetros: le desagrada la división de poderes, está a favor del predominio de los militares sobre los civiles en el ejercicio de la función pública, ha reformado las leyes para encarcelar personas que violan la presunción de inocencia, en la práctica niega derechos sociales (por la falta de medicamentos y tratamientos quirúrgicos, por el cierre de servicios de guarderías, por el cierre de albergues para mujeres maltratadas, entre otros), es crítico de la globalización y se muestra a favor del nacionalismo y a los migrantes, si bien es abierto a su entrada al territorio nacional, los trata como delincuentes.

Si los actores políticos Lilly Téllez y Eduardo Verástegui compiten a un cargo de elección popular en el próximo proceso electoral, como candidatos ciudadanos o por un partido político distinto al PAN, sólo hasta entonces se podría saber si le quitan o no votos a Acción Nacional.

Por otro lado, si la afirmación de los actores que señalan que la ultraderecha en México está creciendo se refiere a la simpatía, aprobación y voto por el partido Morena, puede que tengan razón, porque el gobierno federal de ese partido con su ejercicio cae más en la ultraderecha, de acuerdo a las características que señala Mudde, que el partido al que tradicionalmente se le ha señalado de derecha y hasta ultraderecha.

Si es así, entonces el PAN que se autodefine humanista (demócrata cristiano) y en su doctrina, estatutos y plataforma política abraza la democracia, la división de poderes, los derechos humanos, la libertad económica, el reconocimiento a la dignidad de la persona, el Estado laico, la libertad religiosa, no tiene competencia en ese segmento del electorado.

Decir ultraderecha en México como en cualquier parte del mundo es para asustar, y no falta razón, porque se asocia a fascismo, nazismo, irracionalidad, violencia contra minorías, exterminio de opositores y abusos del Estado sin contención.

Pero también es preciso decir que, hasta el momento no existe un electorado en México claramente identificado con la simpatía por un partido o candidato de ultraderecha, más allá de grupos marginales abiertamente simpatizantes de las políticas de los gobiernos de Bukele, Trump, Bolsonaro, Orbán, Meloni o de las candidaturas de Milei, Kast, Abascal o Le Pen, y que simpatizan con un Estado confesional, mano dura contra la migración y negación de derechos humanos.

 


Bibliografía

Barranco B. (2023). ¿El ascenso de las derechas en México? Sacro y Profano, Canal 11, 12/07/2023, https://n9.cl/hl5p4.

Mudde C. (2021). La ultraderecha hoy. España, Paidós, pp. 24-25.