Marcelo Bartolini Esparza [1]
Los pasados días 4, 5, 11 y 12 de julio del año en curso, Claudio Lomnitz, profesor de la Universidad de Columbia, otorgó un ciclo de conferencias en El Colegio Nacional, ubicado en el centro histórico de la Ciudad de México, titulado “Teología Política del Crimen Organizado”. (Lomnitz, 2024)
En su primera intervención habló sobre la presencia del crimen organizado, principalmente en el estado de Zacatecas y de la consecuente destrucción del barrio, entendido como el grupo de jóvenes que lo habita, al que normalmente se le denomina pandilla, clika, ganga o gang en Estados Unidos de América.
El mencionado autor explicó que la presencia del crimen organizado representa una soberanía negativa en los barrios, porque se vuelve una autoridad de facto que desplaza a las autoridades públicas e impone a su propio jefe de plaza, quien puede extorsionar, robar, juzgar y matar con total impunidad. El mando que ejerce el mencionado jefe de plaza ocasiona una dualidad en el barrio. Por una parte, el jefe de plaza protege a su gente y conocidos; por la otra, los pone en riesgo. Con lo cual, se establece una relación de protección/destrucción.
El jefe de plaza suele legitimarse en el barrio enviando flores a la Iglesia, organizando la fiesta del día del niño o del día de la madre, ayudando a la escuela, al hospital, comprando uniformes y utilería para el equipo de béisbol, o repartiendo entre los vecinos la mercancía que roban al transporte de carga o a los camiones repartidores de ciertas empresas.
Lomnitz aclaró que los objetivos del crimen organizado dentro de un barrio son distintos que en una colonia de clase media. En el primero, busca establecer un monopolio vertical para la venta de drogas, controlar el territorio de manera visible y reclutar a nuevos empleados. En el segundo, por el contrario, suelen contratar inmuebles en arrendamiento a través de prestanombres, que pueden aportar su credencial para votar y su propia cuenta de banco, para conservar el anonimato de los líderes de las organizaciones criminales y facilitarles varias casas de seguridad dentro de su territorio.
La presencia del crimen organizado en el barrio ocasiona cambios importantes en las actitudes y rutinas de sus habitantes: cierran sus casas, aunque haga calor; no salen de noche; los niños dejan de jugar en la calle; los jóvenes dejan de reunirse en las esquinas; en la calle se ven personas armadas, etc.
Todo esto provoca la pérdida de los espacios de socialización, el típico gusto por el chisme como un medio para enterarse de los últimos acontecimientos en la comunidad y comienza la proliferación del silencio, porque “entre menos sepa uno, mejor”. Nadie dice nada, ni a los policías, porque corren el riesgo de que los entreguen al crimen organizado. Entonces, la confianza y solidaridad que solía haber entre las personas que integran el barrio derivan en complicidades y traiciones.
Otro aspecto relevante en la investigación que hizo Lomnitz en el estado de Zacatecas, tiene que ver con la religión. Al visitar distintos barrios observó una fuerte identidad Guadalupana. Hay una gran cantidad de bardas que las familias pintan con la imagen de la Virgen de Guadalupe para que los mantenga con vida y unidos. La ven como una madre protectora de su comunidad. En estas bardas con frecuencia se listan los nombres de las personas asesinadas o desaparecidas, lo que las convierte en murales mortuorios.
En su investigación de campo, el citado profesor también encontró a varias personas que viven con rencor o coraje hacia Dios, con motivo de diversas vivencias que les resultan intolerables.
Además, documentó el culto a San Judas Tadeo y la llamada Santa Muerte que, sin el ánimo de generalizar, distinguió del culto a la Virgen de Guadalupe.[2] En el caso del culto a San Judas Tadeo y la llamada Santa Muerte, en el marco de la Teología política del crimen organizado, suele ser un culto individual, para solicitar una intercesión personal, piden con frecuencia la riqueza, aunque implique la muerte, para vivir menos años, pero “bien”. Es un ethos (ética) como el del apostador, agregó el citado autor.
A través del concepto de “culto bisagra”, el autor explica otras formas de construcción moral y representación religiosa que sirven para unir la economía ilícita con los sectores formales de la sociedad, como ocurre con el culto a San Judas Tadeo o en el panteón Jardines del Humaya (Infobae, 2022), que son ejemplos de los cambios en la moral que provoca esta soberanía negativa con la que cohabitamos todos los días, en donde los líderes del crimen organizado de manera aparentemente contradictoria, reclaman reconocimiento y reinserción social.
[1] Licenciado en Derecho. Maestrando en Derecho Constitucional y Derechos Humanos. División de Ciencias Sociales y Jurídicas.
[2] Para entender la diferencia entre religiosidad popular y piedad popular, así como sus respectivas características y consecuencias, se sugiere consultar: Paulo VI (1975). “Evangelii Nuntiandi”, Santa Sede, número 48. https://n9.cl/z1d8
Referencias consultadas
- Lomnitz, Claudio. “La destrucción del barrio”, Conferencia impartida en El Colegio Nacional, Ciudad de México, 4/jul/2024. https://n9.cl/mnnfl
- Paulo VI (1975). “Evangelii Nuntiandi”, Santa Sede. https://n9.cl/z1d8
- Redacción (2022). “Jardines del Humaya, el cementerio donde descansan los restos de “El Pollo”, hermano de “El Chapo” y otros narcos”, Infobae. https://n9.cl/pg5r6