Homilía del día 22 de octubre de 2014 en la Capilla del CISAV:
- Estamos celebrando por vez primera, con la sobria solemnidad que nos distingue, a san Juan Pablo II. Al celebrar a los santos, la Iglesia exalta su ejemplo para nosotros y agradece su intercesión ante Dios. Desde su “ventana” en el cielo, para usar la imagen del Papa Benedicto XVI, nos mira con benevolencia, intercede ante el Padre por nosotros junto con Cristo, el Redentor del hombre; nos ofrece también el testimonio de su vida y su sólida doctrina como guía para cumplir nuestra misión aquí en la tierra. Nuestra primera palabra es de acción de gracias a Dios por Pastor tan insigne y glorioso que concedió a su Iglesia.
- La Santa Madre Iglesia nos enseña a orar de muchas maneras, pero, en especial, con su oración litúrgica. Hoy, en la oración, nos invita a invocar “al Dios, rico en Misericordia”, porque san Juan Pablo II fue no sólo objeto personal de la misericordia divina, ni tampoco sólo su difusor en la Iglesia, sino su signo y, casi diríamos, su cuasi-sacramento para la Iglesia y para el mundo. Nos abrió las puertas de la misericordia divina. Puertas que ensancharon el Papa Benedicto XVI y ahora el Papa Francisco. San Juan Pablo II fue, para la Iglesia y para el mundo, el “sacramento”, signo e instrumento, de la misericordia divina. Esto lo agradece y pide ahora la oración litúrgica de la Iglesia y nosotros con ella: Su intercesión “nos conceda abrir confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único Redentor del hombre”.
- Nosotros, aquí en el CISAV, somos también partícipes de este amor misericordioso del Redentor del Hombre, Quisiera decir más: Somos fruto de esa misericordia divina que por medio del testimonio y la enseñanza de san Juan Pablo II, nos ha congregado en esta Institución para disfrutar y compartir los ricos frutos de su ministerio y enseñanza pastoral. El “hombre”, comentaba el cardenal Ratzinger, para Juan Pablo II, el hombre verdadero, es Jesucristo. En él se concentran y explicitan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. Su fe en Jesucristo, su fe en la persona de Jesucristo, su fe vivida identificándose con Jesucristo, autor y consumador de nuestra fe, fue la que hizo de él ese hombre polifacético que nos fascina y sencillo a la vez, que nos atrae. En palabras de quien fue su colaborador generoso, su admirador sincero, su sucesor digno, y ahora su devoto fiel, el cardenal Ratzinger, “el elemento metafísico, el elemento místico, el fenomenológico y el estético, uniéndose entre sí, abren la mirada hacia las múltiples dimensiones de la realidad, y se hacen al final una sola percepción sintética, capaz de compararse con todos los fenómenos y de aprender a comprenderlos, trascendiéndolos”. Comprender los variados fenómenos en que se expresa la realidad, unificarlos en un sentido humano pleno, es decir, a partir de El Hombre, Jesucritsto, y trascenderlos hasta integrarlos en la unidad del proyecto de Dios y del mismo Dios, tal parece ser como en síntesis nuestro cometido y nuestra tarea.
- Que san Juan Pablo II, inspirador de este proyecto, con santa María, la Madre del Redentor, nos ayude para lograrlo. Amén.
+ Mario de Gasperín Gasperín