Por José Enrique Gómez Álvarez
El bienestar es una categoría muy utilizada hoy en día. Así se habla de las “sociedades del bienestar”, por mencionar una. Asimismo, se intenta medir el bienestar de las personas en sociedad. Una noción emparentada con bienestar es el de “calidad de vida”. Calidad de vida hace alusión a tener ciertas condiciones, sobre todo sociales y económicas que hacen la posibilidad de disfrutar la vida:
La calidad de vida, de esta manera, ha sido identificada con el bienestar social y, debido a la equiparación de éste con el bienestar económico, no son pocos los que la han ligado con los indicadores socioeconómicos macrosociales desde la perspectiva de distribución política de los recursos (Martín, M. Á. G. 2002: 20).
Son así componentes que se busca sean medibles, como nivel de ingreso, escolaridad entre otras. No obstante, disfrute no se conecta de modo automático con bienestar. Si hay bienestar hay disfrute, pero no viceversa. Pueden presentarse situaciones de disfrute en una sociedad y en personas en condición precaria. El alivio de la sed de una paciente grave puede producir cierto disfrute, pero no sería tan fácil afirmar que se encuentra en un estado de bienestar. Así “estado de bienestar” apunta a cierta permanencia y no solo a los momentos de disfrute.
Ahora bien, no cabe duda que bienestar tiene un componente individual y subjetivo (García, M. Á. 2002). En las sociedades del bienestar hay individuos que no se sienten cómodos en ella, por ejemplo. Asimismo en sociedades con fuertes carencias a veces los individuos pueden reportar bienestar subjetivo.
El “bienestar subjetivo” así suele componerse de elementos de valoración y experiencia de los sujetos. El bienestar es pues una valoración cognitiva de los logros que el sujeto mismo se ha propuesto como metas y el aspecto afectivo de sentimientos, es decir, el nivel de agrado o desagrado que se produce en la vida del individuo. Miguel Ángel García Martín señala después de analizar distintas propuestas de delimitación del bienestar subjetivo:
En un intento de concreción … el bienestar subjetivo se podría definir como el resultado de la valoración global mediante la cual, a través de la atención a elementos de naturaleza afectiva y cognitiva, el sujeto repara tanto en su estado anímico presente como en la congruencia entre los logros alcanzados y sus expectativas sobre una serie de dominios o áreas vitales así como, en conjunto, sobre la satisfacción con su vida (2002:22).
El bienestar parece ser un componente de la felicidad. Pero, ¿no es la felicidad un estado? Aristóteles señala que la felicidad debe ser un bien buscado en sí mismo:
… la felicidad; la buscamos siempre por ella y solo por ella, y nunca con la mira de otra cosa. Por lo contrario, cuando buscamos los honores, el placer, la ciencia, la virtud, bajo cualquier forma que sea, deseamos sin duda todas estas ventajas por sí mismas; puesto que, independientemente de toda otra consecuencia, desearíamos realmente cada una de ellas; sin embargo, nosotros las deseamos también con la mira de la felicidad, porque creemos que todas estas diversas ventajas nos la pueden asegurar; mientras que nadie puede desear la felicidad, ni con la mira de estas ventajas, ni de una manera general en vista de algo, sea lo que sea, distinto de la felicidad misma. (Aristóteles, 2016:17).
Así la felicidad parece ser un estado permanente. La misma requiere de ciertos bienes materiales e inmateriales para aspirar a la misma. Esos bienes en miras a la felicidad quizás podríamos llamarlos “elementos del bienestar”. Dicho de otra manera, el bienestar “objetivo” consiste en todos los bienes necesarios para lograr la felicidad. Claro que la delimitación exacta del mismo resulta muy complicada. De ahí que los bienes que producen bienestar sean difíciles de cuantificar y calificar.
Cuando se habla de bienestar social nos referimos a las condiciones materiales e inmateriales que permiten el ejercicio de las facultades humanas en cuanto humanas. Eso incluye las funciones humanas inferiores que deben ejercerse en entornos humanos. Las necesidades fisiológicas humanas, pensamos, por ejemplo, se tienen que ejercer en espacios salubres y de privacidad. Esas condiciones “humanas” son las que conectan con el bienestar. Por supuesto, las actividades superiores de la razón también requieren de condiciones materiales, el tener acceso a la información es una de ellas. Esta última debe realizarse, en gran medida, por un medio material como un libro o una computadora.
El cuantificar que bienes son esenciales suele ser una combinación mixta de elementos cuantitativos y cualitativos. El nivel de ingreso frecuentemente se asocia con el bienestar. Por supuesto hay algo de razón: el dinero no es un fin en si mismo sino un bien para otros bienes. Se supone al menos que si se dispone de un cierto mínimo de ingresos, se podrá acceder a los bienes esenciales que generen bienestar. Pero claro está si el bienestar queda definido en términos de la felicidad puede objetarse que hay multiplicidad de concepciones de la felicidad, por lo que el nivel de ingresos no nos dicen demasiado sobre el acceso a ese estado. Los programas sociales de repartición de recursos monetarios tienen así, a mi parecer una fortaleza y una debilidad. La fortaleza es reconocer, que es verdad que hay ciertos bienes que deben ser subjetivamente elegidos para aspirar la felicidad. Pero, por otra parte, su debilidad es esa misma ambigüedad: puede haber una elección errónea de supuestos bienes que dan como resultado un alejamiento de la felicidad. Así, puede pensarse que es mejor no considerar el bienestar en términos de distribución de ingreso y mas bien al acceso de otros bienes como son los de la educación o el acceso a bienes culturales del tipo artístico, por ejemplo. También se agregan otros bienes del tipo áreas verdes y tiempo de descanso, factores personales y comportamentales (García, M. Á. 2002).
Los bienes del bienestar entonces son bienes materiales e inmateriales que buscan dar posibilidad de ser felices. Esto último siendo un estado más o menos permanente y variable de individuo a individuo.
Otro tema que surge es quién es el principal responsable del acceso a estos bienes. En eso tampoco hay acuerdo. Algunos pueden insistir que es deber del Gobierno en la generación y distribución de los distintos bienes. Los Gobiernos, sobre todo de tipo totalitario, consideran que la búsqueda del mejor modo de vivir debe ser obligada aún en contra de la voluntad de sus ciudadanos. Otros señalan que al revés, mientras menos intervenga el Estado es mejor justamente por el carácter subjetivo de la felicidad. En una posición liberal, debido a la imposibilidad de ponernos de acuerdo en una ética de máximos, nos tenemos que ir a una ética de mínimos. El Estado debe proporcionar solo las condiciones de seguridad y garantía jurídica para que las personas decidan sus diferentes estilos de vida.
En conclusión, en referencia al bienestar no es fácil delimitar sus componentes y se han dado diversas clasificaciones (García, M. Á. 2002). De cualquier forma, me parece que el bienestar está ligado al concepto de felicidad y que la misma requiere del cumplimiento de acceso a bienes que permitan el desarrollo humano y de una cierta capacidad de apreciación y disfrute, que permite explicar la dificultad de establecer parámetros definitivos para el acceso al mismo.
Referencias
Aristóteles (2016). Ética a Nicómaco. San José: Imprenta Nacional. Disponible en: https://www.imprentanacional.go.cr/editorialdigital/libros/literatura%20universal/etica_a_nicomaco_edincr.pdf
Martín, M. A. (2002). El bienestar subjetivo. Escritos de psicología, (6), 18-39.