Luis Adrián Cervantes Dávila
Alumno del Diplomado en Bioética y Envejecimiento de la división de Bioética.
Introducción
Las enfermedades crónicas son generalmente definidas como aquellas que tienen una duración de al menos 3 meses y que, de no tratarse adecuadamente, suelen exacerbarse. Se presentan con mayor incidencia en los adultos mayores y, aunque son susceptibles de controlarse, generalmente no son curables. Algunas de las enfermedades crónicas más frecuentes en nuestro medio son la Diabetes Mellitus tipo 2, la Hipertensión Arterial Sistémica, la osteoartrosis, los distintos tipos de dislipidemias, la obesidad y el sobrepeso, la hipertrofia prostática benigna, así como las múltiples formas de enfermedades cardiovasculares.
La Organización de las Naciones Unidad (ONU) establece que los adultos mayores son aquellas personas de más de 60 años, aunque en algunos países y bajo ciertos contextos, la edad en que se considera que inicia la vejez son los 65 años. Esta edad generalmente se establece a partir de que se reconoce que después de cierta edad aumentan las comorbilidades, justamente causadas por las enfermedades crónicas; y la diferencia en el establecimiento de esa edad tiene sentido si consideramos la gran cantidad de personas que se encuentran en países y contextos de precariedad, en donde los estilos de vida y la ausencia de adecuados sistemas de salud, provocan que las enfermedades crónicas aparezcan en edades más tempranas. Es el caso de México, donde la Norma Oficial Mexicana NOM-167-SSA1-1997 (Para la prestación de servicios de asistencia social para menores y adultos mayores) establece que son considerados adultos mayores las personas mayores de 60 años.
Para este ensayo he decidido centrarme en las dos primeras enfermedades que se han mencionado, la Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2) y la Hipertensión Arterial Sistémica (HAS), que son causa fundamental para el posterior desarrollo de muchas de las otras enfermedades crónicas que afectan a los adultos mayores, particularmente en México.
Desarrollo
La DM2 es producto de la resistencia a la insulina, una menor secreción de la misma, y una mayor producción endógena de glucosa. Es parte de un grupo amplio de trastornos metabólicos crónicos que comparten el fenotipo de la hiperglucemia, la cual puede ser detectada y diagnosticada por varios estudios bioquímicos de laboratorio. Se trata de la primera causa de enfermedad renal crónica terminal, la primera causa de amputaciones no traumáticas de miembros inferiores, la primera causa de ceguera en el adulto, y juega un papel capital en la aparición de diversas enfermedades cardiovasculares.
La HAS es una enfermedad crónica que cursa con un aumento de la presión con que el corazón bombea la sangre hacia las arterias, en la cual los niveles de la presión arterial requieren un tratamiento que disminuya la morbilidad y la mortalidad causada por esos mismos niveles, y se define operacionalmente con cifras de tensión arterial mayores o iguales a 140/90. Esta enfermedad, por si sola, duplica el riesgo de aparición de otras enfermedades cardiovasculares (infarto agudo al miocardio, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedades cerebro vasculares, etc.)
Se reconoce que tanto la DM2 como la HAS, entre otros, comparten como factor de riesgo común de suma importancia, la edad avanzada. Esta edad avanzada como factor de riesgo es notoriamente más visible en el caso de la HAS, la cual se ha visto que aparece con una alta frecuencia en pacientes de cierta edad, incluso sin la presencia de otros factores de riesgo.
Según el Censo de Población y Vivienda 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el 12% de la población mexicana se encontraba al momento de la realización del mismo por arriba de los 60 años de edad. Por otro lado, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018, que realizaron en conjunto el INEGI y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) reportó para ese año que el 10.3% de los adultos mayores de 20 años contaban con el diagnóstico de Diabetes Mellitus (se estima que alrededor del 90% de todos los casos de Diabetes Mellitus corresponden a DM2), y el 18.4% contaban con el diagnóstico de HAS. De esta última, llamó poderosamente la atención que en el grupo etario de los 70 a los 79 años, el porcentaje de personas con esta enfermedad aumentaba hasta el 26.7%, evidenciando, como se mencionaba previamente, que la edad avanzada juega un papel fundamental en la aparición de esta enfermedad.
Es incuestionable que los adultos mayores, prácticamente por el simple hecho de serlo y debido a las características físicas y psicológicas propias de la edad, se encuentran en un alto estado de vulnerabilidad. Esta situación se vuelve aún más compleja cuando a ella sumamos la presencia de enfermedades crónicas, muchas de las cuales y en muchos casos, son propias de este grupo poblacional como bien describía en el caso de la HAS. El adulto mayor que es diagnosticado con una enfermedad crónica se enfrenta de entrada a un período de duelo ante la enfermedad que sabe muchas veces incurable, después vienen otros factores, como la necesidad de tomar medicamentos (casi siempre de consumo diario y de por vida), el hecho de necesitar de un cuidador que administre esos medicamentos, un cuidador que además vigile el estado del mismo paciente, la aparición de complicaciones a consecuencia de esas enfermedades (las complicaciones pueden disminuir la calidad de vida de diversos grados y formas, y pueden ser tan grave como la incapacidad del movimiento, la comunicación, etc., hasta ocasionar la misma muerte), el estigma de vivir con la enfermedad, la enorme carga que conlleva la necesidad de modificaciones en el estilo de vida que siempre se había llevado, y muchos otros problemas más que afectan directamente a la persona.
Considero de suma importancia visibilizar todo lo anteriormente descrito, para hacer consciente a toda la población del problema que las enfermedades crónicas representan particularmente para el adulto mayor, y reconocerlas como un elemento que incrementa aún más la vulnerabilidad propia de esa edad. Solo si somos capaces de reconocer este problema, podremos entonces aplicar las medidas necesarias para poder tratar con dignidad a estas personas, hacia las cuales, quienes nos encontramos en los sectores de población menos vulnerable, tenemos una responsabilidad ética y moral.
Debemos entonces, enfocar esfuerzos en el adulto mayor, pero no solo eso; es una necesidad generar y difundir estilos de vida más saludables en los más jóvenes, para que estos lleguen a la vejez con una menor carga de morbilidades y podamos disminuir las alarmantes cifras de enfermedades crónicas que nuestro país tiene ahora. Se deben buscar las maneras de garantizar accesos a servicios de salud de calidad a todos los adultos mayores. También es necesario fortalecer los lazos familiares también es de suma importancia, pues la familia juega un papel fundamental en el reforzamiento del tejido social, que evita el abandono que en muchas ocasiones sufren los adultos mayores.
Conclusiones
Una proporción muy importante de las personas en México son considerados por su edad como adultos mayores. Una de las características de esas edades avanzadas es la aparición más frecuente de algunas de las llamadas enfermedades crónicas (siendo la DM2 y la HAS dos de las enfermedades crónicas más prevalentes en pacientes por arriba de los 60 años de edad). Si al estado natural de vulnerabilidad que trae consigo la vejez, sumamos la morbilidad y la mortalidad que atraen las enfermedades crónicas, tenemos que los adultos mayores que padecen estas enfermedades se encuentran en un estado de vulnerabilidad aún mayor, por lo que es importantísimo identificar este problema como tal, para después poder buscar soluciones al mismo, que ayuden a los adultos mayores a encontrarse menos vulnerables. Las estrategias que debemos considerar para lidiar con este problema incluyen: 1) generar y difundir estilos de vida más saludables en toda la población, 2) garantizar un acceso universal a servicios de salud de calidad, y 3) fortalecer los lazos familiares.
Bibliografía
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Martínez, J., Martínez, C., Jerjes-Sánchez, C., Llamas, G., Verdejo, J., Zabal, C. (2011). Síndrome Metabólico. Factores de riesgo cardiovascular. Ciudad de México, México: Planeación y Desarrollo Editorial, S.A. de C.V.
Flores, F., Cabeza, A., Calarco, E. (2021). Endocrinología. Ciudad de México, México: Méndez Editores.
INEGI/INSP. (2020). Presentación de resultados. Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, 1-42.
INEGI. (2021). En México somos 126 014 024 habitantes: Censo de Población y Vivienda 2020. Comunicado de Prensa, 1-8.
Norma Oficial Mexicana NOM-167-SSA1-1997, para la prestación de servicios de asistencia social para menores y adultos mayores.