Antonio Rubio, en La lógica mexicana en el Siglo de Oro de Mauricio Beuchot y Walter Redmond

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Por José Miguel Ángeles de León[1]

 

1. Introducción

Antonio Rubio de Rueda (La Roda,​ 1548​ – Alcalá de Henares, 1615) fue un filósofo y teólogo español, jesuita. Rubio es uno de aquellos pensadores hispanos que han sido olvidados por el canon germanocentrista, a pesar de que su importante impacto en la Filosofía Moderna[2]. Beuchot y Redmond afirman que “la lógica de Rubio probablemente ha tenido más influjo en Europa que cualquier libro de filosofía escrito en América Latina” (Beuchot y Redmond, 1992). Rubio, quien nació en España, pero floreció en la Nueva España, fue un jesuita del siglo XVII, cuya obra más reconocida es su célebre comentario a la Lógica, el Organon, de Aristóteles, también conocido como Lógica Mexicana, que sirvió de manual introductorio al estudio del Estagirita en todos los colegios reales del orbe, no sólo de los encomendados a los jesuitas; esto por decreto del rey Felipe III, el día 28 de febrero de 1604 (Beuchot y Redmond, 1992, pp. 256-257). Rubio también hizo comentarios a los 8 libros de la Física, tres de Sobre el alma, y dos de Sobre la generación y la corrupción, todos estos de Aristóteles (Redmond, 1972).

 

2. El contenido, según Redmond y Beuchot, de la Lógica mexicana de Antonio Rubio S.J

 El texto de Rubio comienza con una introducción preliminar y provisional entre lógica y ciencia. Rubio, inicialmente, define la lógica como la “Teoría de las relaciones racionales del nivel superior” (Beuchot y Redmond, 1992, p. 273). Beuchot y Redmond nos señalan lo tanto que han cambiado estos conceptos hasta nuestros tiempos y dicen:

Era vista la lógica en la escolástica posterior como una teoría formal de la argumentación e incluía una sintáctica, (con contenidos proposicional y predicativo), una semántica, una extensión modal, etc. Hablaban de la lógica como un sistema axiomático con componentes análogos al nuestro “vocabulario”, “gramática” y “reglas de transformación”. Pero la “lógica” o “dialéctica” incluía para ellos temas que nosotros atribuiríamos a la filosofía de la lógica, filosofía del lenguaje, ontología, filosofía de la ciencia, y otras áreas (pp. 274-275).

Como nos daremos cuenta, el concepto de lógica y el nuestro no es tan distinto; empero, sí lo es el de ciencia. Antaño, en los tiempos de Rubio, por ciencia (scientia) se entendía un saber, pero no cualquier saber, sino un saber “sin-más”, “absoluto”. En este tiempo, la ciencia no se limitaba a las verdades de las ciencias naturales, sino más bien, a la formación de conceptos y axiomas.

 

La necesidad de la lógica

Rubio distingue entre “lógica natural” y “lógica por el estudio”, la primera es aquella que todo ente racional posee, él ve esto como el inicio de la lógica. La “lógica por el estudio es aquella que es absolutamente necesaria para adquirir una ciencia sistematizada, “la inclusión de un teorema en otro y los principios de todos”, esto se puede pensar como el “lenguaje” de un “sistema”. La ciencia sólo es ciencia si tiene una base lógica (Beuchot y Redmond, 278-280).

 

La naturaleza de la lógica

Para Rubio, la lógica es una ciencia auténtica, pues al igual que la matemática, también tiene una estructura axiomática, y sus demostraciones e inferencias son deducibles. La distinción entre la lógica y el resto de las ciencias es que ella tiene cierta estructura que sólo así hace sentido, no hay constantes para contenido no-lógico.

La lógica tiene dos entes como estudio, según su materia: lo “próximo” y lo “remoto”. La materia próxima es el instrumental lógico de la estructuración; lo remoto, el temario aplicable al resto de las ciencias, es decir, de lo que tiene como ente de estudio a lo real. Por esto, para Rubio, se puede concluir que lógica y ontología están al mismo nivel epistémico, pues ambas estudian al ser en cuanto a ente real (Redmond y Beuchot, 1992, pp. 280-291).

 

Funcionalidad de la lógica

 Dice Rubio que la lógica es “pura” cuando estudia su propia estructura y “construye” el lenguaje de otras ciencias. Distingue entre dos fines de la lógica, la usante y la docente, y también la distingue como una ciencia y un arte.

La lógica, en su primera etapa, es decir, en su etapa usante, es teoría y se ocupa del estudio instrumental y fundamento de la ciencia. Una vez que se fundamenta la ciencia, la lógica se utiliza para construcciones particulares dentro de la ciencia previamente fundamentada, esto es, la lógica docente.

Para Rubio, la función instrumental de lógica a las ciencias es su principal función, y a partir de esto, es que ella adquiere importancia, pues deduce un correcto funcionamiento de la razón, que es lo que la dirige y le ordena.

La lógica usante es la lógica como arte, y ella pretende, simplemente, darle sentido a la argumentación, aunque sus frutos carezcan de valores de verdad. La clasificación de Rubio es análoga a aquella que clasifica a la lógica en formal e informal. La formal sería la “usante”; y la informal, la docente.

 

Reflexiones sobre la lógica de Rubio, según Redmond y Beuchot

Redmond y Beuchot consideran que la Lógica de Rubio se defiende bien ante los ataques de la Ilustración, aunque su único punto criticable sería en que no es clara en torno a cuestiones de la incumbencia del problema de los universales, que se inauguró también con un comentario a la Lógica de Aristóteles –la Isagoge de Porfirio. Según Beuchot y Redmond, no quedan claras, según ellos, las distinciones de Rubio entre realismo y conceptualismo.

El lenguaje de Rubio, según Redmond y Beuchot, nos resulta anticuado, por lo que nos es complicado comprender el sentido de sus conceptos, por ello requiere un arduo trabajo de interpretación, para que nos pueda llegar a impresionar su filosofar. El gran mérito puede ser su reflexión sobre la filosofía de la ciencia, que tienen mucha semejanza con lo planteado en la lógica próxima y usante; así mismo, las reflexiones sobre la validez de las ciencias entorno a su lenguaje, tema de vital importancia para la epistemología, o la facultad de enunciación, tema central la de filosofía del lenguaje. Pero quizás su mayor aportación, consideran los autores, es que es uno de los pocos manuales pedagógicos “de filósofos para filósofos” de los que tenemos conocimiento.

 

Concluyen Beuchot y Redmond:

“Lo que se ha dicho de esta parte de la lógica de Rubio vale para el resto de su obra filosófica- y para otras de la filosofía del siglo de oro en México y en América Latina. Esta profunda filosofía, olvidada por siglos, podría ser recuperada. Será una tarea rigurosa, pero creemos que dará sus frutos”. (1992, p. 309)

 

 

[1] Es maestro en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Actualmente coordina e investiga en la División de Filosofía del CISAV.

[2] Descartes, por ejemplo, lo cita en la carta CCVII, 3:185, que podemos encontrar en sus Oeuvres.

 


Bibliografía:

(1992) Beuchot, Mauricio y Redmond Walter. La lógica mexicana del Siglo de Oro, capítulo III) dedicado a Antonio Rubio, Ciudad de México: UNAM.

(1972). Redmond, Walter. Bibliography of the Philosophy in the Iberian Colonies of America, La Haya.