Por José Enrique Gómez Álvarez.
¿Qué aporta Aristóteles a la bioética? Una aportación, sin duda, es su teoría de la virtud. De hecho algunos autores la consideran central en la deliberación bioética, las virtudes perfeccionan al hombre mismo y lo disponen hacia el bien. Dentro de esas virtudes una destaca como primordial: la prudencia: “ … una disposición verdadera, acompañada de razón, relativa a la práctica en cosas que son buenas y malas para el hombre” [VI, 51140b] (Calvo, J.L. 2001: 187). La prudencia es una virtud que permite la aplicación concreta de los valores descubiertos como universales. La prudencia es un conocimiento que se orienta al aquí y ahora, nos permite actuar en concreto. El ejercicio de la ética no es una aplicación de normas que configuran externamente al hombre, la ética de las virtudes hace énfasis en que la acción virtuosa o viciosa modifica el ser del hombre.
De hecho existe una corriente bioética que, inspirada en Aristóteles, se ha convertido en la corriente de “ética de las virtudes” haciendo énfasis en la disposición del sujeto a la virtud como esencial para un comportamiento ético. Asimismo, también se insiste en la importancia de la intención moral del agente para la conformación del acto moral. En cambio al utilitarismo, la ética de las virtudes hace hincapié en que la intención sí modifica la calificación del acto moral.
Las virtudes se constituyen en dispociones necesarias para el florecimiento humano, se interconectan y forman una red de valores o bienes intrínsecos que permiten alcanzar la felicidad humana, que es el fin de toda acción, y que no podemos como tal elegir, sino que todo lo hacemos con miras a ese fin. La actividad racional del hombre que lo lleva a la felicidad se alcanza con el trabajo de las virtudes. Las virtudes se constituyen el modo humano de vivir la vida.
Las virtudes sirven para orientar la labor de la medicina. Así un médico tiene como finalidad el restablecer la salud, por lo que debe tener ciertas virtudes para logra ese objetivo. Justin Oakley menciona respecto al derecho del paciente a conocer su estado de salud:
… virtue ethics approach to medical ethics would hold that patients ought to be told the truth about their condition, not because truth-telling maximizes utility, nor because patients have a right to know this information, but because this is what is involved in a doctor having the virtue of truthfulness, and a disposition to tell patients the truth serves the medical goal of health without breaching the constraint (applying to a doctor as a professional) against violating the patient’s autonomy. In highlighting the links between virtuous character traits and the proper goal(s) of the profession in question, virtue ethics also takes seriously the notion of professional integrity. (Kuhse, H. Singer, P. 2001: 98).
Además, Aristóteles menciona lo que después se le llamará actos intrínsecamente desordenados, es decir, aquellos que no es posible encontrar un término medio, como en el caso de valentía, que se encuentra en medio de la cobardía y la temeridad. Así, el homicidio y el adulterio son puestos de ejemplo. Sobre este tipo de actos se han señalado algunos que defienden que no existen tales y que en realidad es una cuestión utilitaria o de cálculo de consecuencias para la persona que lo ejecuta.
Otro elemento de aportación de Aristóteles, sobre todo para la discusión del estatuto del embrión, es su ontología. Su noción de substancia como una unidad de materia y forma permite así explicar la naturaleza del embrión como unidad en el cambio. No se refiere lo anterior a los estudios biológicos de Aristóteles, sin duda superados por nuestro tiempo. No obstante su reflexión sobre la naturaleza de la substancia puede ayudar a dilucidar la naturaleza del embrión. El embrión se constituye en una substancia que permanece a los cambios que van dándose en su desarrollo. Dicho de otro modo hay una identidad de naturaleza. Gómez-Lobo lo resume así:
… el cambio sustancial con que comienza la existencia de un ser humano tiene lugar normalmente con la fusión de los pronúcleos y en casos excepcionales con la reprogramación de uno o más blastómeros al producirse gemelación. Si se logra clonar a un ser humano, éste comenzará a existir, como le ocurrió a la oveja Dolly, cuando ocurra la reprogramación del genoma transplantado. El sistema activo de información genética operando dentro de un organismo concreto y obtenido por cualquiera de estas tres vías (fusión de gametos, reprogramación espontánea de blastómeros o reprogramación por clonación) constituye la ousía [substancia] de dicho organismo. Es eso a lo que apuntaba Aristóteles con el término psyché, “alma.” Gracias a la conceptualización aristotélica podemos concluir entonces que hay identidad transtemporal entre un adulto y el embrión que fue porque ambos han estado animados por la misma alma” (Gómez-Lobo, 2005: 41).
Lo anterior es un ejemplo de reflexión filosófica unida al conocimiento que tenemos de la ciencia. La aportación aristotélica, así mantiene su actualidad, ya que está en el nivel metafísico, ontológico. La cuestión empírica de las condiciones de la substancia en el ejemplo del embrión humano depende del estado de la ciencia actual.
También Aristóteles ha puesto de manifiesto la importancia de la política para la formación y desarrollo de la sociedad. La política busca hacer a los ciudadanos buenos. La reflexión de la política es buscar la realización del bien humano que es determinado por la naturaleza. La política así se ajusta a la realidad natural del hombre. El hombre es un ser social que permite mediante la sociedad política su desarrollo y conducción a la felicidad. En ese sentido la sociedad es “natural” es decir se genera por la propia naturaleza humana.
En cuanto a situaciones específicas de la Bioética se podría poner de ejemplo la eutanasia. Estrictamente Aristóteles no habla de ésta, sino del suicidio. De acuerdo a su postura política de que la comunidad es superior al individuo, el suicidio es considerado erróneo debido a que atenta contra las leyes de la Ciudad. Aristóteles escribe así:
“ … cuando uno causa daño contra la ley voluntariamente (no por responder a otro daño), obra injustamente – y voluntariamente lo hace el que sabe a quién y con qué-. Pero el que se degüella a sí mismo voluntariamente por ira realiza contra la recta razón aquello que no permite la ley; luego comete un delito. Ahora bien, ¿contra quién? ¿Acaso contra el Estado y no contra sí mismo? [Ética a Nicómaco 1138a 4 y ss], (Calvo Martínez, 2002: 178-179)
Entonces cabría preguntarse ¿la eutanasia es lícita? Pues parece que al menos en el sentido de que la muerte calculada y planeada de una persona parece ir contra la recta razón. Podría sostenerse que de modo análogo al suicidio por el deber de pertenecer y honrar a la comunidad se debe mantener uno vivo. Pero por otra parte, Aristóteles ën la Política (libro VII) admite que el estado no debería criar niños deformes. De modo semejante, podría argumentarse que la eutanasia es lícita cuando la persona no puede valerse por sí misma y no haya modo de que se recupere.
En Aristóteles encontramos así una ontología que puede discernir problemas del inicio de la vida y del fin de la misma. Asimismo sus reflexiones éticas se han utilizado para la reflexión en bioética en especial el análisis de las virtudes.
Edición Especial Publicación 01. Platón y la Bioética
Referencias
Calvo Martínez José Luis. (2002). Ética a Nicómaco. Madrid: Alianza editorial.
Gómez-Lobo. (2006). Aristóteles y una disputa en Bioética. Chile: Estudios Públicos, 102.
Kuhse, H. Singer, P. (2001). A companion to bioethics. Oxford: Wiley-Blackwell.