Por Rebeca Adriana Conde Morales
Alumna del Diplomado en Bioética y Envejecimiento de la división de Bioética.
Hablar de la vejez o vejeces, hoy en día es un tema que ha despertado gran interés, tanto en el área de la salud como en la de la familia, las políticas publicas, la economía, la política. Me atrevo a decir que es un tema transversal tanto en lo social como en lo personal; este pequeño ensayo tiene como objetivo brindar un panorama general, no exhaustivo, sobre lo que se ha escrito al respecto.
La vejez, como un continuo de las etapas de la persona, brinda la posibilidad de generar un encuentro con el otro, así también como de crecimiento personal a nivel familiar y social cuando se acopaña de solidaridad, compasión, amor y educación intergeneracional.
Hoy en día vivimos en un mundo donde confluyen diferentes factores que nos permiten ver la complejidad de la vida y del hombre mismo, Alain Touraine (2006) nos dice que estamos pasando un cambio de época donde se presentan al menos tres fenómenos importantes; la desocialización, la desinstitucionalización y la desacralización, todas haciendo referencia al descrédito. El primero al orden social, antes muy claro en las jerarquías y hoy con un cambio, muy notorio incluso, en los roles que cada quien tiene en la sociedad; el segundo se refiere a la falta de credibilidad que existe en las institucinoes naturales, como la Familia, el Estado y la Iglesia, cada uno por circunstancias diferentes; y por último la desacralización, donde los valores conocidos como universales, parecen haberse hecho añicos y han sido vaciados de sus verdaderos significados.
Además de que existe un evidente aumento poblaciónal de adultos cada vez mayor, que no es equiparable al número de nacimientos, haciendo las poblaciones cada vez más heterogéneas, en especial las poblaciones de adultos mayores. Irene Burnside y sus colegas, la clasificaron en cuatro décadas; los sexagenarios, los septuagenarios, octagenarios e incluso los nonagenarios; cada uno de ellos con características propias. (en Craig, 2001; 549-551)
No se puede por tanto hablar de “la vejez”, sino de las vejeces, tomando en cuenta que en cada persona el proceso de envejecimiento es único y diferente. Hoy vemos ancianos corriendo carreras -batiendo sus propios récords-, otros han decidido laborar en las diferenes empresas que saben aprovechar la experiencia que ellos tienen, para enriquecer a las jóvenes generaciones, y seguir siendo productivos. Vemos ancianos que siguen rutinas deportivas y saludables, pero también vemos algunos con enfermedades neurodegenerativas, que requieren de cuidados especiale. Lo cierto es que “estamos presenciando el nacimiento de un grupo sin precedentes de ancianos sanos, educados, jubilados o parcialmente jubilados, al menos en las naciones desarrolladas” (Craig, 2001:547).
Existen algunas investigaciones, entre las que destacan las realizadas por la Dra. en Psic. Rocío Fernández Ballesteros, quien ha realizado un estudio sobre el comportamiento humano y la longevidad, muestras que para el 2050, habrá mayor cantidad de viejos que niños de 5 años, superando el número de adolescentes y jóvenes. Así mismo, se proyecta que el 80% de los adultos mayores en el mundo, se concentrarán en los paises menos desarrollados (Fernández, 2022).
Estos datos son de suma importancia para la implementación de nuevas formas de conceptualizar la vejez, desde la salud pública, las familias y las universidades. De hecho, la concepción de la vejez se ha ido modificando con el transcurso del tiempo: en la Edad Media se consideraban viejos a las personas que llegaban a los cuarenta años, mientras que en el siglo XX, el promedio de vida era de ochenta, en el siglo XXI la edad promedio alcanza los noventa hasta, incluso hay quien pasa de los cien años.
Por eso, considero que hoy, dentro de lo vertiginoso del mundo, es importante, volver a la persona, valorarla en su integridad y dignidad, más aún a nuestros viejos, que a lo largo de la vida han acumulado experiencias que los han hecho las personas que son ahora. Debemos motivarles y ayudarles a que ellos mismos se vean con otra perspectiva, más humana, más cercana; libre de ideologías pragmáticas, hedonistas y materialistas que todo lo pasan por el filtro de la productividad, de la eficacia y la eficiencia. Es tiempo de volver a aquellas personas que nos dieron todo en su momento y han construido la base de la cultura como de los avances científicos, pero que además estan llenos de sentido, de amor, de valores, que hoy amenazan con desaparecer.
Muchos jóvenes hoy deambulan sin sentido de vida, sin alegría, por lo que es importante trabajar con las generaciones que hoy conviven para enriquecernos. Un ejemplo de que esto puede funcionar son algunos “experimentos” que se han realizado en ”Europa con el programa “erasmus”, en donde algunos asilos hospedan a jóvenes con la condición de que se responsabilicen de un adulto mayor, les enseñen a usar de las nuevas tecnologías e incluso los acompañan a pasear. También, otros asilos reciben a niños de guardería para que convivan viejos y niños. Necesitamos, como diría Einstein “una nueva forma de pensar para resolver los problemas producidos por la vieja forma de pensar” (Nardone, 2020:25)
En otras palabras, es importante que la vejez no se defina en función a la productividad, ni a la funcionalidad orgánica ni mucho menos a la capacidad de autonomía. Hablar de la vejez, es hablar de la persona, única, insustituible e irrepetible, con dignidad, libertad, capacidad de amar y responsabilidad, aunque bien es cierto que ésta puede verse nublada por algún evento neurológico o psicopatológico, y ante una situación así, tendría que apoyarse de un tutor, cuidador primario para alguna de sus actividades el resto de su vida. Esto es realmente lo que a la Bióetica le interesa, vigilar minuciosamente la útima etapa de la vida, para salvaguardar la dignidad de la persona, de ahí que hoy se hable de cuidados paliativos, de los derechos de las personas adultas mayores, e incluso de la ortotanasia frente a la eutanasia. Cabe señalar que ésta última etapa de la vida no es exclusiva de los adultos mayores, queda abierta a todas las edades.
Ante los datos antes expuesto, queda preguntarse ¿cómo hablar de una nueva cultura de la vejez? ¿Dónde inicar este cambio? Me parece, en primera instancia, que debemos estar convencidos que la vida, como don, debe ser cuidada, al inicio por nuestros padres, y conforme vamos creciendo asumimos la responsabilidad de nosotros mismos para lograr una vejez con calidad, de ahí la necesidad de promover una vida saludable para obtener una vejez saludable. El entorno más favorable para lograrlo es en el seno familiar, donde de manera natural conviven las distintas generaciones para darse la oportunidad de ese encuentro personal que nos permite crecer. Es poner en práctica las funciones de la familia que nos abren, también, la posibiidad de una educación continua e integral de sus integrantes. Estas funciones son; la Equidad generacional, donde se vive la solidaridad diacrónica intergeneracional, que como escuela de vida prepara a las nuevas generaciones no sólo al cuidado del mayor, sino que permite enseñar a las nuevas generaciones diversos aspectos de la vida. La transmición de la cultura, que de manera específica nos permite transmitir el sentido de la vida en las situaciones críticas, como la enfermedad, la muerte, entre otra; la Socialización, pues es la famiia la mejor proveedora de conocimiento, habilidades y virtudes, así como la vivencia de la “comunionalidad”; el Control Social, en el seno familiar se aprende a vivir las normas justas.
En fin, la familia es la poveedora principal de los cuidados y del amor incondicional, es en palabras de San Juan Pablo II la comunidad de vida y amor, “…que ayuda a la persona a adquirir la propia identidad” (SJPII, 1993 p 4). “El futuro de cada núcleo familiar depende… del amor recíproco… de todas las generaciones. El amor es la verdadera fuente de unidad y fuerza de la familia. (SJPII, 1994 p 84)
El cambio, propongo, debe tener un fundamento antropológico personalista, (persona espíritu y materia, única, irrepetible, e insustituible); visto de una manera integral,- aspecto físico, mental, emocional, espiritual dentro del contexto social actual,- por lo que la educación debe ser integradora en cada uno de estos segmentos, no sólo a los adultos, sino empezar desde los niños, formando nuestra conciencia, es una labor educativa constante, tanto formal como no formal, que ayude a madurar el sentido crítico, que hable del amor, la sexualidad, de la enfermedad y de la muerte, no en un sentido fatalista, sino más bien constructor del sentido de la vida, y de una vida plena.
Es fomentar un cambio en la cultura, a la cultura de la vida, la cultura de la vejez plena, que se centra en la persona, que da su justo valor a la dignidad de cada miembro de la familia, y en especial a los más vulnerables, los niños, los enfermos y los ancianos. donde el servicio, dentro de la familia, además de ser gratuito este impregnado del amor recíproco, pue al final, todos envejeceremos, y así como Tú cuides de tu viejos, así serás cuidado.
Hay muchos testimonios escritos de “viejos productivos y sabios, de los que mucho podremos aprender pero realmente ¿estamos dispuestos a escuchar, estamos abiertos a nuevas formas de servir a los que mucho nos han dado?
Lo importante es innovar, con una nueva cultura de la vejez: activa, propositiva, entusiasta, esperanzadora, donde interactúen juventud y senectud y se logre un enriquecimiento personal, familiar, cultural que enaltezca la vida y dignidad del ser humano y la familia, (R Conde). Como bien mencional el Papa Francisco:”Los adultos mayores tienen sabiduría. Se les ha confiado una gran responsabilidad: transmitir su experiencia de vida, su historia familiar, la historia de una comunidad, de un pueblo” (Papa Francisco, 2019). Tan importante es esta etapa, que el pasado 25 de julio se llevó a cabo la 1º Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores, donde dijo que los ancianos son indispensables para construir el mundo del mañana y de los tres pilares para lograrlo: Sueños, memoria y oración.
Bibliografía
Nélida, A. (Editor). (2004). Vida Plena en la Vejez. Pax México. Distrinto Federal.
Bazo, M. (1992). La ancianidad del futuro. Fundación Caja de Madrid
Craig. G. (2001). Desarrollo Psicológico. Ed Perentice Hall. México
Fernández, R. [Academia de Psicología de España]. (30 de marzo de 2022). Comportamiento y Longevidad. https://www.youtube.com/watch?v=fTbCi4HrvMY
Iglesia Católica. Papa (2013 – : Francisco)., & Francisco, P. (2015). (24 de julio de 2022). Mensaje del Santo Padre Francisco para la II Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/nonni/documents/20220503-messaggio-nonni-anziani.html
Linn, M. (1990). Sanando las ocho etapas de la vida. Librería Parroquial México
Nardone G (2020) Las Emociones, instrucciones de uso. Ed Herder. España
Papa Francisco (2019). La Sabiduría de la Experiencia. Papa Francisco y sus amigos. Buena Prensa. México
Pérez Adán (2005) Repensar la Familia. Ediciones Internacionales Universitarias. Madrid
S Juan Pablo II (1993) De la famiia nace la paz, San Pablo. México.
(1994) Carta a las Familias. San Pablo. México
Touraine A. (2006) Podremos vivir juntos. Ed Fondo de Cultura Económica. México