Por Patricia Raquel Mancilla Dávila y Andrea Munguía Sánchez.
El 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Bioética, y este año se cumplen veinte años de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. Con motivo de esta importante fecha, cada año se aborda un tema central para la reflexión bioética y su relación con los derechos. En esta ocasión, se propone analizar la relación entre la bioética, la responsabilidad social, la salud y el bien común.
Cabe señalar, que si bien durante muchos años la bioética ha sido reconocida más en el ámbito de la ética médica, su origen está más relacionado con la reflexión sobre las consideraciones morales hacia todos los seres vivos, al menos así lo señalaba Frtiz Jahr, en su artículo “Bioética un análisis de las relaciones de los seres humanos con los animales y las plantas” (Ten Have, 2021). Sin embargo, fue Van Rensselaer Potter, quien sitúa conceptos como responsabilidad social, sostenibilidad y salud en el centro de la reflexión bioética, a su modo de ver, era necesario crear un puente entre la biología y la ética para que se garantice la calidad de la vida futura en la tierra.
La visión de Potter, sobre la Bioética, resalta desde un enfoque innovador de la ética y la ciencia de los sistemas vivos, la capacidad relacional del ser humano. Es decir, el hombre es un ser de relaciones y es a través de ellas que se construyen vínculos, por eso concibe la idea de que la bioética debe ser global.
Según Potter, la Bioética Global debe abordar los problemas prioritarios que ponen en riesgo constante la supervivencia de la humanidad. Esto incluye temas como la sobrepoblación, los conflictos armados, la contaminación, la pobreza, la migración y los desafíos de las decisiones políticas que, junto con el progreso amplían las brechas sociales.
Para abordar estos temas globales, se destacan dos características fundamentales de la Bioética: su interdisciplinariedad y su interconexión (Ten Have, 2016).
En primer lugar, la interdisciplinariedad resalta las múltiples dimensiones de la persona y de la vida -éticas, sociales, científicas, económicas, legales y culturales- que no pueden comprenderse completamente desde una única perspectiva. Por lo que se requiere de diálogo y de la integración de conocimientos para ser abordados.
En segundo lugar, la interconexión; en este sentido el alcance de la bioética no solo es mundial, sino que está interconectado, es decir, una situación global a menudo se conecta con situaciones locales que ponen en riesgo el bien común.
Es a partir de la interconexión que la bioética converge con la responsabilidad social, que en su origen en la década de 1950, miraba el “contexto de la ética de las empresas e instituciones privadas, como forma de definir las obligaciones morales que estas empresas tienen con las sociedades, más allá de lo que la ley establece y de lo que se conoce como caridad o filantropía” (UNESCO, 2018; p. 19); entendida también como la responsabilidad que las empresas tienen antes las consecuencias de sus acciones (Carroll, 1999). Ambas promueven principios éticos para la construcción de una sociedad más justa y solidaria basados en la dignidad humana, el bien común, la equidad y la subsidiariedad.
Sabemos que en la bioética cotidiana, es común relacionar los desafíos éticos en el ámbito de la salud derivados de los avances científicos y tecnológicos, por lo que se pensaría que la responsabilidad social que surge en el ámbito empresarial, podría no aportar mucho en el campo de la bioética o viceversa. Sin embargo, desde organizaciones internacionales como la UNESCO, se reconoce que en la evolución que ha tenido la responsabilidad social a lo largo de casi setenta años, la bioética en su constante profesionalización, es considerada como marco de la responsabilidad social en las instituciones públicas y privadas de investigación clínica, en especial cuando los productos de las investigaciones pueden contribuir a la generación de conocimiento e innovación tanto para el área de salud como para el desarrollo en general.
De igual manera, en sintonía con la bioética global, la responsabilidad social permite anticiparse y prevenir escenarios que vulneren a las comunidades o impacten negativamente en la salud de las personas o en el medioambiente. En el ámbito de la salud, por mencionar algunos de las problemáticas actuales, consideradas también retos contemporáneos para alcanzar el bien común, y que son de interés tanto para la bioética global como para la responsabilidad social, encontramos las brechas de salud existentes entre las poblaciones urbanas y las poblaciones rurales, así como problemas estructurales para el acceso a servicios de salud de calidad. “En este mismo sentido, cabe considerar a la dimensión social de la bioética como la disciplina encargada de relacionar los principios de equidad y justicia a las políticas públicas de salud”. (Mancilla, 2025)
Conclusión
La vinculación entre la bioética y la responsabilidad social en relación estricta con las áreas de la salud, es expresión de la necesidad de mirar la dimensión social de la ética, orientada hacia lo colectivo y lo global. Así como de la importancia de la regulación normativa, los mecanismos de rendición de cuentas y el trabajo cooperativo entre los individuos, instituciones de salud y Estado para una adecuada gobernanza que contribuya al bien común.
Referencias:
- Carroll, A. (1999). “Corporate Social Responsability. Evolution of a Definitional Construct”. BUSINESS & SOCIETY. Vol 38(3). Sage Publications, Inc.
- Mancilla, P. (2025). “Importancia de la equidad en salud. Un enfoque desde la justicia social”. Blog CISAV. https://cisav.mx/importancia-de-la-equidad-en-salud/
- Ten Have, H. (2016). Bioética global: Una introducción. Routledge
- Ten Have, H., y Patrão Neves, MDC (2021). Año. En Diccionario de Bioética Global(pp. 67-67). Cham: Springer International Publishing.
- Responsabilidad Social y Salud. Informe del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO (CIB). (2010). UNESCO.