En torno a la cognición encarnada Parte II

Por José Miguel Ángeles de León.

 

  1. Conceptualizaciones

 

2.1 El Relato del Gran Mecanismo (Larger Mechanism Story)

La intención tras la publicación de Pressing the Flesh: A Tensión in the Study of the Embodied, Embedded Mind, según Andy Clark (2008) es aclarar a qué se refieren las investigaciones de las ciencias cognitivas y de la filosofía de la mente cuando hablan de la mente como “encarnada y ambientalmente incorporada” (embodied and enviromentally   embedded”), definición que atribuye a Haugeland (1998). Para Clark (2008) la primera demanda ante la explicación de la relación y de la interacción de la cognición con el cuerpo, con fin de aclarar lo que signifique entender a la mente como “encarnada y ambientalmente incorporada” es responder al relato (story) que sostiene que “los aspectos del cuerpo y del mundo, en ocasiones, pueden ser partes apropiadas de grandes mecanismos cuyos estados y sobre todo sus perfiles operativos determinan (o por lo menos ayudan a determinar) los estados mentales y sus propiedades”, a tal propuesta la llama “el relato del gran mecanismo” (en adelante RGM). El relato del gran mecanismo resumiría lo central de toda postura cognitiva mecanicista-funcionalista dentro de la TCE y de la Teoría de la cognición extendida (la propuesta propia de Clark).

Clark considera que el RGM no es muy distinto del relato (story) de la Constribución Especial (RCE), que propone en su artículo. El RGM describe que “grandes sistemas totales, que incorporan cerebros, cuerpos, mociones de órganos sensitivos y (bajo ciertas condiciones) información sobre recursos y ayudas no biológicas, que pueden constituir un mecanismo de supervivencia básico para los estados y procesos mentales” (Clark, 2008).  Si bien es compatible el RGM con el externalismo activo (la propuesta que Clark defiende justo a Chalmers), podría sugerirse que la mente y sus estados se forjan funcionalmente a partir de los mecanismos orgánicos (partes) y del papel que cada uno de ellos juegue dentro el sistema completo, entendido como un todo.

Contra Clark, Shapiro (2019) considera que el principal problema de la RGM ante la TCE es su paradigma funcionalista, porque en un modelo funcionalista los procesos mentales no pueden ser atribuidos a partes físicas o procesos particulares, sino a toda la función sistemática (mecánica) que, sin embargo, sigue siendo “cerebrista”. Desde el funcionalismo, considera Shapiro (2019), procesos mentales como la memoria, la atención y la percepción se definen por “lo que hacen” en lo particular, y no por su causalidad física total e integrada, que lo propio del cuerpo. En el modelo explicado por “lo que hace” cada función es lo central de los paradigmas computacionalistas (Putnam, 1960) y cuando se pretende explicar “encarnadamente” la parte física (causal) de los estados mentales, se suelen reducir al cerebro y al sistema nervioso. Así, la cognición no depende de un todo físico individualizado que interactúa desde tal particularidad con el ambiente, sino de un estado que se pretende explicar mecánicamente en lo general, en una explicación que muchas veces se reduce al cerebro a ser un gran procesador computacional. Esto sería un modelo dualista porque sigue separando la fuente de la cognición en dos sustancias, si bien ambas son materiales y corporales: una es el cerebro y el sistema nervioso; la otra es el resto del cuerpo cuya aportación a la mente y a la cognición es netamente mecánica y que depende completamente del cerebro que procesa las funciones de entradas (inputs) y salidas (outputs), que es a lo que se reduce el resto del cuerpo.

En suma, el Relato del Gran Mecanismo sigue naturalmente un compromiso con una teoría funcionalista de la mente. Habiendo garantizado que los procesos cognitivos son funcionales y que tales procesos funcionales son localmente sin restricciones, la idea de que la cognición debe ocurrir dentro de los confines de un cerebro apuesta a un chovinismo basado en el cerebro: un chovinismo hostil del tipo del funcionalismo en el que hoy en día están cimentados las aproximaciones al estudio de la cognición desde el computacionalismo.  (Shapiro, 2019).

Por lo tanto, si seguimos a las críticas de Shapiro a Clark, podríamos decir que el primero considera que desde el RGM, y en general desde el funcionalismo, es imposible hablar de TCE. Y en esto está una de las principales diferencias entre la Teoría de la mente extendida de Clark y Chalmers (1998) (que sí es compatible con el funcionalismo) y la TCE según Shapiro, que pretende superar el funcionalismo.

 

2.2 El relato de la contribución especial

 

Según Clark (2008), a diferencia del RGM, el relato de la contribución especial (en adelante RCE) demanda que “los detalles específicos de la encarnación humana hagan una especial e ineliminable contribución a nuestros estados mentales y sus propiedades”. Y este relato también demanda “características especiales del cuerpo (y posiblemente del mundo) que hagan de forma persistente, no trivial y en un sentido especial contribuciones a nuestros estados mentales y sus procesos”. Como ya se ha dicho, este relato está en clara tensión con la RGM. Según Shapiro (2019), la gran pregunta que se le debe hacer a Clark al respecto de su definición de la RCE es qué es lo que cuenta como una “contribución especial del cuerpo a nuestros estados mentales y sus procesos”. Para Shapiro, tal “especialidad” está en negar la existencia de la “neutralidad de los cuerpos”. La “neutralidad de los cuerpos”, según Shapiro, también sería “una extrema forma de cognición des-encarnada”. Por lo que un cuerpo distinto implica una mente distinta. Por lo tanto, es imposible que un cuerpo distinto al nuestro tenga una mente similar a la nuestra. Desde el modelo de TCE defendido por Shapiro, de algún modo, el cuerpo y sus particularidades moldean la mente: “El grado en el que los cuerpos importan en la cognición sería directamente proporcional al grado en el que la neutralidad de los cuerpos es falsa” (Shapiro, 2019). Para Clark (2008), según Shapiro, desde la RGM, como sucede en los funcionalismos, los cuerpos son sólo una parte de la mente; postura que desde luego también es dualista y mecanicista.

Contra las opiniones de Clark, Shapiro (2019) propone una reformulación de la RCE que llama “La contribución de la especificidad corporal a la cognición” (The Body’s Special Contribution to Cognition), que él considera que es el paradigma plenamente compatible con su modelo de TCE. Una de las ventajas de la RCE propuesta por Clark, dice Shapiro (2019) es que no tiene compromisos con alguna teoría funcionalista de la mente. Lo que posibilita su compatibilidad con su modelo de TCE. El punto de partida de Shapiro para defender su postura sobre la especificidad corporal es la tesis de Casasanto y Chrysikou (2011) que considera que la gente con diferentes tipos de cuerpos “piensa diferente en muchas formas predecibles, inclusive en las más altas ideas abstractas”. Y para fortalecer su postura argumenta que ha sido ampliamente investigado y que se sabe que la expresión corporal de las emociones, por ejemplo, afecta los procesos cognitivos, “Por ejemplo, la activación de las emociones relacionadas con los músculos faciales también influencia a los sujetos en sus respuestas positivas y negativas” (Shapiro, 2019).

Si esto es así, no existe la neutralidad corporal en la mente (Shapiro, 2019). El problema del funcionalismo, por lo tanto, que es el mismo de la RGM, es que parten de la neutralidad corporal sin tomar en cuenta lo importante que es para la cognición la especificidad del cuerpo e inclusive del ambiente (con el que se interactúa a través del cuerpo). Y esto implica, por ende, que el proceso cognitivo encarnado (embodied) se da en todo el cuerpo cuando este interactúa con el mundo, en el está incrustado (embedded) pues estas condiciones determinan las formas en las que el cerebro (que simplemente es una parte más del cuerpo) procesa la interacción completa con el mundo y con el resto del cuerpo, o más bien de la carne. [i]

 


Referencias

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[ii]