Por José Enrique Gómez Álvarez.
David Hume es particularmente conocido por la llamada “ley de Hume”. Este principio también se le conoce como “guillotina de Hume” o “navaja de Hume”. En síntesis significa que no se pueden deducir de proposiciones fácticas, “del ser”, proposiciones normativas o de “debe ser”. El pasaje donde menciona este asunto dice:
No puedo menos de añadir a estos razonamientos una observación que puede quizá ser estimada de alguna importancia. En todo sistema de moralidad que hasta ahora he encontrado he notado siempre que el autor procede durante algún tiempo según el modo corriente de razonar… y de repente me veo sorprendido al hallar que en lugar de los enlaces usuales de las proposiciones es y no es encuentro que ninguna proposición se halla enlazada más que con debe o no debe. Este cambio es imperceptible, pero es, sin embargo, de gran consecuencia, pues este debe o no debe expresar una nueva relación o afirmación, es necesario que sea observada y explicada y al mismo tiempo debe darse una razón para lo que parece completamente inconcebible, a saber: cómo esta nueva relación puede ser una deducción de otras, que son totalmente diferentes de ella. (Hume, D. 1985: p.304).
Algunos autores como Nicolás Zavadivker discuten los diversos sentidos que se le ha dado al fragmento de Hume. Algunos señalan que es problemática la expresión “deducción”, ya que es interpretada, en ocasiones, como si fuese indicación de un argumento deductivo, tipo silogístico. Pero se ha objetado que “deducir” en este contexto, significa razonamiento discursivo, que podía incluir razonamientos inductivos, deductivos u otros. Entendido de ese modo, no puede restringirse al sentido actual de deducción.
En cuanto al “parece completamente inconcebible” puede interpretarse al menos en dos sentidos. Uno de modo literal, es decir, en donde él “parece” señala cierta actitud de duda por parte de Hume. Otro modo de decirlo es que deja abierta la puerta de que quizás sea posible inferir el “debe ser” del “es”. En otra interpretación, se ha defendido que el pasaje hace alusión a una postura irónica como indicando que es imposible esa transición. Zavadivker da su postura:
Mi interpretación es la siguiente: Hume leyó con ojos críticos la exposición de distintos sistemas de moral, tratando de encontrar sus puntos débiles. Halló que todos ellos comenzaban hablando de un modo descriptivo, y que tarde o temprano lo hacían de un modo prescriptivo. Este paso tan importante no encontraba ninguna justificación dentro de esos sistemas, y a Hume le pareció que sería muy difícil dar con alguna. Como el tema no formaba parte de sus preocupaciones centrales, ni tenía conexión directa con sus otras críticas a los sistemas de moral ni aparentemente con el suyo propio, se limitó a consignar la objeción (2001.s.p.).
Lo importante a considerar, independientemente del alcance que Hume quiso darle a su observación, es que este filósofo señaló un problema de la fundamentación de la ética. Trasladado al tema de la bioética, plantea un problema que se presenta en el derecho natural de cómo partir de la naturaleza humana (algo fáctico) a normas (prescripción) que es conocida como “falacia naturalista”. Técnicamente si intentamos pasar de los hechos de la naturaleza al deber ser, resulta aparentemente imposible.
Otro tema por el cual Hume es conocido es el suicidio. Entendido como una decisión racional y libre del individuo. El suicidio es visto como una opción (que hoy denominamos autónoma) del individuo que debe ser respetada. Por supuesto hoy en día el tema se conecta con el de eutanasia que convertido en pregunta, sería: ¿Es lícito terminar la propia vida ante un escenario de sufrimiento intenso producto de una enfermedad sea terminal o no?
Hume desliga el tema del suicidio a la religión aunque quizás sea más apropiado decir que trata de mostrar su irrelevancia reduciendo el tema del suicidio a un asunto de dignidad humana. Otro modo de decirlo es que busca “naturalizar el tema” y no hacerlo depender de una cosmovisión religiosa que Hume cree supersticiosa. Hume se opone a la religión en cuanto, podríamos decir, “debilitamiento” que genera en el hombre. (Haydée Maidana, S., 2007). Dice Hume:
Debo añadir que, aunque sólo la muerte puede poner punto final a su miseria [la del hombre supersticioso], no se atreve a volar hasta este refugio. sino que prolonga todavía una existencia miserable por un miedo vano que le resta a ofender a su Creador, usando el poder con el que ese ser beneficente lo ha dotado. Los regalos de Dios y de la naturaleza nos son arrebatados por este cruel enemigo y a pesar de que un paso nos apartaría de las regiones del dolor y la pena, su amenaza nos mantiene encadenados a una existencia odiada, que ella misma contribuye principalmente a volver miserable. (Hume, D. 2005: 128).
Poner fin a la vida es un acto individual que nadie puede limitar. El argumento teológico de que tomar la vida de uno mismo va contra el orden puesto por Dios, Hume lo pone en tela de juicio afirmando que si eso fuese así, también aplicaría en todas las medidas que se realizan para preservar la vida, ya que serían igualmente un modo de oponerse al orden divino.
Traducido en términos bioéticos, la medicina, por ejemplo, iría en contra de la tendencia natural que tenemos de morir. La medicina sería contranatural ya que pretende, y lo logra muchas veces, combatir un cierto orden natural, para así mantener la vida.
Hume rechaza el argumento que podríamos denominar de reciprocidad con la sociedad, es decir, el tener deberes con los demás hombres en cuanto que constituimos una sociedad. Hay deberes con los demás que son permanentes, por lo que no podemos disponer de nuestra vida. Pero Hume reta lo anterior diciendo que no se está obligado a un gran mal para uno por un bien socialmente pequeño. Si se puede rechazar el trabajo por la edad y la enfermedad y atenderse y aliviar el malestar que producen ¿por qué no se podría poner fin a esas miserias de un modo definitivo? (Hume, D. 2005).
Así, Hume presenta un argumento que es muy semejante al que presentan, hoy en día, los defensores de la eutanasia:
Supongamos que ya no está en mi poder promover el interés público, supongamos que soy una carga para la sociedad: supongamos que mi vida impide a alguna persona ser mucho más útil al público. En tales casos. mi renuncia a la vida no sólo debe ser inocente, sino laudable (Hume D. 2005: p. 132).
Así, Hume insiste en que pueden darse situaciones incluso beneficiosas para la sociedad: un delincuente condenado a pena de muerte que ante la muerte vergonzosa decide quitarse la vida.
En suma, Hume antecedió dos temas que son tratados en la bioética actual: la posibilidad de la ética normativa a partir de los hechos de la naturaleza y el problema de justificar la eutanasia.
Referencias
Hume D. (2005). Sobre el suicidio. En D. Tasset, Escritos impíos y antirreligiosos, Madrid, Akal. Disponible en: https://www.academia.edu/38506730/David_Hume_Del_suicidio_
Haydée Maidana, S. (2017). La idea de muerte en la antropología de David Hume. Pensamiento. Papeles De Filosofía, (3), 15-29. Disponible en: https://revistapensamiento.uaemex.mx/article/view/4368
Hume D. (1985). Tratado sobre la naturaleza humana. México: Porrúa.
Zavadivker N. (2001). David Hume y la imposibilidad de pasar del ‘es’ al ‘debe’. En: Los avatares de la modernidad, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Disponible en: https://www.academia.edu/1650483/David_Hume_y_la_imposibilidad_de_pasar_del_es_al_debe