Importancia de la participación femenina en los puestos de poder

La inclusión de las cuestiones sobre la mujer a las agendas políticas es un suceso reciente para la historia de las naciones. Es significativo el hecho de poder encontrar, casi en cualquier lugar del mundo, un interés por reflexionar sobre las injusticias acaecidas a las mujeres debido a su determinación sexual. No obstante, hay que añadir que en prácticamente cualquier estudio sobre desarrollo humano, progreso económico o distribución de justicia queda suficientemente asentado que no hay un sólo país que cuente con una paridad real en la distribución de bienes, oportunidades y reconocimiento entre los sexos.

Existen muchas razones que tratan de explicar el motivo de esta desigualdad histórica, las cuales van desde acentuar la falta de autodominio en las mujeres (Aristóteles), la posibilidad de gestar (Rubin),  la maternidad en sí misma  (Beauvoir), hasta la imposibilidad cultural de participar en la fuerza laboral (Engels), o las lógicas de dominación (Bourdieu), etc. Más allá de la explicación histórica, existe una desigualdad palpable que es incompatible para los sistemas de gobierno que sean democráticos y promotores de la igualdad, la libertad y la solidaridad entre sus ciudadanos.

El reto que se presenta es encontrar los mecanismos para lograr una redistribución justa de los bienes, tanto tangibles (salud, alimentación, educación), como intangibles (libertad, reconocimiento, diversión), de tal manera que se mejore sustantivamente la calidad de vida de las mujeres.  Esto no sólo acabaría con la opresión y discriminación que ellas viven, sino que repercutiría en un beneficio integral para la sociedad completa, eliminando el prejuicio de oposición que existe entre los sexos.

Es impensable el progreso integral de una comunidad si se minimiza el desarrollo de la mitad de su población. El Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (PNUD) ha evidenciado esta cuestión al destacar las palabras del Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, en donde manifiesta: “Las personas son la verdadera riqueza de una nación” (PNUD 1990:9).  Sin embargo, si estas personas no se encuentran desarrolladas, las naciones tendrán graves mermas en su capital humano.

Estos aspectos vitales para la vida de todo ser humano implican una reestructuración social, inversión de fondos y, sobre todo, un gran compromiso.  Es aquí donde se encuentra un gran problema a nivel práctico: para poder modificar la sociedad, se necesita primero una disposición para evaluar la propia vida, las tradiciones y la cultura.  Históricamente, la mujer ha sido identificada con la esfera privada y se le ha excluido de la vida política, reservándola a los hombres. (Tronto 2006:419)

Esta validación masculina, y el confinamiento femenino a la vida privada, ha provocado que la mujer no haya participado de igual manera en la construcción de instituciones públicas que atienden desde las más básicas funciones humanas hasta las más refinadas expresiones de evolución.

Por ello, es necesario promover la inclusión de la mujer en las esferas de decisión del ámbito público.  Es necesario incluir dentro de la evaluación del desarrollo de los países el Indice de Potenciación de Género (IPG), que se define como: “La participación de las mujeres en la vida pública.”  (PNUD 2006:6)

Este índice se apoya en tres variables:

1) Oportunidades y participación en la toma de decisiones políticas, medida a través de la proporción de mujeres en el Poder Legislativo (cámara de diputados y senadores, y congresos locales).

2) Acceso a oportunidades profesionales y participación en la toma de decisiones económicas.  Este se calcula con base en el número de mujeres en empleos profesionales, técnicos,  de funcionarias y directivas.

3) Poder sobre los recursos económicos, basado en el ingreso proveniente del trabajo femenino, estimado a partir del PIB total y el porcentaje de mujeres en la PEA.

Si bien son importantes cada uno de los indicadores del IPG, es de vital importancia fortalecer las oportunidades y la participación de las mujeres en todos los organismos de la vida política de los países, para lograr no sólo una representación en concordancia con la población, sino para también visibilizar, atender y contrarrestar la problemática específicamente femenina que se presenta en las comunidades.

* TRONTO, Joan. “Moral Perspectives: Gender, Ethics, and Political Theory” en Gender and Women’s Studies. SAGE Publications, 2006.

*UNDP. (1990) Human Development Report 1990.

*UNDP. (2006) Human Development Report 2006.