Las exigencias realistas de la explicación científica: una defensa del realismo radical

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Por José Miguel Ángeles de León [1]

Doctrina non potest esse nisi de ente: nihil enim scitur nisi verum, quod cum ente convertitur.

 

Introducción

En el siguiente escolio desarrollaré una defensa del realismo científico centrada en la exigencia realista de sus explicaciones. Para ello, primero propondré una demarcación epistemológica de lo que llamo “realismo radical” de cara a una noción de ciencia que también debe de ser esclarecida. Posteriormente, plantearé algunos problemas de nuestra propuesta.

Para concluir propondré algunas cuestiones que deberían afinarse en nuestra hipótesis, así como cuestiones que quedan abiertas para exploraciones posteriores.

 

A. El realismo radical

1. Toda interpretación de la realidad, que es posterior a la comprensión de lo real, propone juicios que tienen pretensión de verdad, aunque esto se niegue. La negación de la verdad implica una pretensión y voluntad de verdad.

2. Existe lo real, que se identifica con aquello que es (esse/ser en infinitivo) que es todo aquello que es inteligible y experimentable, esto es lo que constituye la comprensión: no hay nada en el entendimiento que no haya sido experimentado. Por experiencia entendemos la forma de conocimiento conforme a la cual la persona humana se relaciona e interactúa con su medio. Siendo lo real (realidad) el punto de partida y condición necesaria para el conocimiento humano. La existencia de la realidad implica la existencia de la verdad. Por verdad entendemos la co-relación que se da en la realidad de una proposición con el mundo. La verdad es la co-relación de adecuación y de concordancia entre el entendimiento humano (la potencia y acto del conocimiento) y lo real. Lo real es aquello que es inteligible y/o experimentable. Inteligibilidad y experiencia son sinónimos.

3. El realismo es la única manera posible de conocimiento. No se puede dejar de ser realista, pues la naturaleza humana está impedida de conocer de otra manera. E inclusive los anti-realistas se aproximan de forma realista al realismo que intentan refutar, pues para refutarlo obvian que existe como entidad real.

4. El entendimiento conoce, no sólo piensa. Para un realista el entendimiento ordena conocimientos y reflexiona sobre los contenidos, que vienen de la experiencia. De ningún modo el realismo toma al entendimiento como pensamiento puro, como lo han sugerido algunos realismos racionalistas. La garantía de verdad del realismo radica en el hecho del conocimiento humano y en la experiencia. Pueden juzgarse los contenidos del conocimiento y de la experiencia, sin embargo, no puede negarse que a toda comprensión e interpretación le antecede una experiencia.

5. La experiencia no se reduce a la experiencia sensible. También hay experiencia intelectual. Los contenidos de la experiencia sensorial son subjetivos y pueden ser incomunicables; sin embargo, hay elementos como la analogía que los pueden hacer intersubjetivos, sin embargo, tienden a la equivocidad. La experiencia sensorial es la forma propia en la que la persona humana conoce la realidad material, que no es el único aspecto de la experiencia, ni por lo tanto de la realidad. La experiencia intelectual es aquella que intelige y ordena realidades no-empíricas, que devela elementos necesarios (racionales) que constituyen la realidad. La experiencia intelectual es lo propio de la lógica y de las matemáticas, pero también de la metafísica. La metafísica, abordada desde la mera razón (es decir, por la mera condición humana respecto al conocimiento), se refiere a las relaciones lógicas necesarias que constituyen la realidad, aunque la realidad no se reduce a ellas, lo cuál también es un principio lógico (El todo es mayor a la parte; la realidad es superior a las ideas).

6. El ideal epistémico de la ciencia sería lograr un discurso explicativo que incluya el conocimiento pleno, teórico y descriptivo de los fenómenos que acontecen en la realidad. Si hay alguna concesión al idealismo kantiano es que sólo es cognoscible lo fenoménico, y es fenoménico todo aquello que sea experimentable, tanto sensible como intelectualmente. Por lo tanto, lo propio de la ciencia sería explicar los porqués y los cómos de lo real. En esta perspectiva entendemos la ciencia desde las explicaciones que ofrecen sobre las causas, los cómos y los sentidos de los fenómenos. Por ende, esta noción de ciencia no se reduce al paradigma cuantitativo-descriptivo-instrumental de las ciencias naturales, pero tampoco es reducible al llano conocimiento. Un conocimiento que no satisface la coherencia con la realidad no es científico. La epistemología, ciencia filosófica, es la encargada de demarcar la ciencia conforme a lo real.

7. Los contenidos de la ciencia son explicaciones de los fenómenos (respuestas a los porqués y a los cómos) que acontecen en la realidad, fenómenos que corresponden tanto a experiencias sensibles, como a experiencias intelectuales. La ciencia es un almacén explicativo de lo real. Una explicación es científica mientras mejor logre satisfacer la necesidad de explicación de lo real que tiene un sujeto concreto que experimenta los fenómenos. La explicación científica parte de una virtud epistémica: la phrónesis entendida como la adecuación prudente entre la interpretación de la realidad (lo subjetivo, el resultado de la experiencia) con la comprensión de la realidad (la experiencia). Las explicaciones científicas tienen una inquietud que satisfacer: la voluntad humana por saber, su curiosidad y la utilidad práctica que pueda surgir de tal explicación. Una explicación científica es mejor que otra por la extensión de su almacén explicativo, por su coherencia lógica con la realidad y por su utilidad que no sólo es explicativa conforme a la curiosidad, sino que también lo es conforme a la posibilidad del uso pragmático de la ciencia (técnica). El ideal de la ciencia no se reduce a la contemplación, sin embargo, su valor pragmático no es reducible al aprovechamiento técnico. La ciencia “progresa” en tanto que logra satisfacer de mejor manera la inquietud y la curiosidad humana, que también está sometida a cuestiones históricas.

8. El método de las explicaciones científicas depende del objeto que pretenden explicar. Es decir, un método cuantitativo sólo es pertinente si el objeto es potencialmente cuantificable, lo cual impera una satisfacción instrumental. Un método cuantitativo, por la propia naturaleza del objeto cuantificable, tiene mayor almacén explicativo conforme a lo real (mayor univocidad comprensiva, comprensiva e interpretativa), sin embargo, lo propio de un método cuantitativo es lo descriptivo, por lo que no responde a porqués. La aproximación explicativa a los porqués pregunta sobre las causas, que están más allá de lo descriptible. En este sentido podemos distinguir entre ciencias descriptivas (naturales o sociales) y ciencias filosóficas, que serían aquellas que se preguntarían sobre las causas. La epistemología sería aquella ciencia filosófica encargada de validar y distinguir la comprensión de lo real y sus expresiones intersubjetivas (métodos).

9. No se niega la legitimidad científica de aquellas prácticas investigativas cuyo almacén explicativo depende completamente de la satisfacción pragmática de la inquietud humana por el conocimiento. Sin embargo, la virtud explicativa de los conocimientos depende de la forma en la que una ciencia pueda justificarse a sí misma conforme a la realidad; lo cual no es objeto de la propia ciencia, sino de la filosofía; de la filosofía de la ciencia.

10. La legitimidad de las ciencias no corresponde de ninguna manera a una construcción social o histórica, sino a la coherencia conforme a la realidad. El trabajo del filósofo realista de la ciencia y del epistemólogo realista es lograr distinguir tal correspondencia del conocimiento con lo real. Sin embargo, para ello debe de conocer plenamente los métodos, las prácticas y los compromisos ontológicos de las ciencias descriptivas particulares.

 

B. Problemas

1. Cuando nos aproximamos epistémica y ontológicamente a la ciencia, la primera cuestión que es preciso delimitar es el significado y la extensión de la misma. Si por “ciencia” entendemos, desde cierta ontología realista del lenguaje, una palabra que nombra a un concepto (referencia real, experimental), su distinción y demarcación ontológica y epistémica es la labor de la filosofía de la ciencia. La primera labor de la filosofía de la ciencia sería intentar definir y distinguir lo que sea la ciencia, y posteriormente, validar sus supuestos epistémicos ontológicos y sus métodos para poder distinguirla de otros tipos de conocimientos.

2. Negar que la palabra “ciencia” nombre a una referencia que realmente existe implica la equivocidad del término, y, por ende, imposibilita toda aproximación y demarcación de lo que sea la ciencia. Es decir, desde una teoría nominalista del lenguaje, que niega la existencia ontológica de las referencias que designan los nombres, es imposible hacer filosofía de la ciencia. En dado caso, sería una “anti-filosofía de la ciencia”. Bajo la perspectiva nominalista-constructivista, ciencia es aquello que se legitime como “ciencia” (palabra que realmente no significa nada) según el poder epistémico de una comunidad investigativa. Es decir, el criterio de demarcación de la ciencia depende completamente de una práctica de poder y de una hegemonía discursiva que se construye.

3. La ciencia, entendida desde un realismo radical, implica que la comprensión de esta no sea una idea o un ideal, sino la aprehensión formal de una práctica humana experimentable. Una noción de ciencia no experimentable, o que no tenga cotejo con la realidad es inválida, en tanto que no parte de la experiencia. La validación y demarcación de la ciencia depende de la distinción fronética, que realiza el epistemólogo, sobre la correspondencia entre comprensión e interpretación.

4. El antirrealismo científico es un escepticismo. Este escepticismo parte de la sospecha sobre la posibilidad de que la comprensión de la realidad sea posible, algunos niegan inclusive la experiencia; otros que el contenido de la experiencia subjetiva es incomunicable. Estos escepticismos niegan la objetividad de la comprensión y someten todo a la interpretación como única forma válida de conocimiento. O entienden la validez de la “ciencia” a partir de su utilidad técnica o netamente explicativa, donde la palabra “ciencia” es utilizada por mera costumbre, aunque no refiere a ningún concepto, sino a una práctica humana que es llamada “ciencia”.

 

C. Conclusiones

1. El realismo científico precisa una demarcación del propio realismo ontológico, así como de la teoría correspondentista de la verdad que suscribe.

2. La explicación científica de corte realista precisa, ante todo, mostrar explícitamente los compromisos ontológicos de su almacén explicativo. La exploración de los compromisos ontológicos es lo propio de la epistemología y de la filosofía de la ciencia.

3. Es preciso el desarrollo de un realismo analógico que tome en cuenta la comprensión de los paradigmas epistémicos de lo que, por costumbre, llamamos “ciencia”, aunque la referencia sea equívoca. Esto es preciso para lograr una hermenéutica de las ciencias, necesaria para mostrar que la comprensión de la realidad epistémica de las mismas suele quedarse en las comunidades científicas, y que lo que llega como “ciencia” a los no-científicos (la leyenda de la ciencia) es una interpretación sobre algo no comprendido, y, por ende, no correspondiente con la realidad. La incomprensión es la causa de los escepticismos con la veracidad de las prácticas científicas, e inclusive con la realidad.

 

[1] Es maestro en Filosofía por la Universidad Iberoamericana. Actualmente es profesor-investigador de la División de Filosofía del CISAV y coordinador de la misma.