Agnes no poseía los criterios biológicos socialmente convenidos para clasificarse como miembro del sexo femenino. No obstante, Agnes se veía así misma como una mujer, aunque fuera una mujer con pene, cosa que no debe poseer una mujer. El pene, insistía ella era un “error” que necesitaba remediarse. Al igual que otros miembros competentes de nuestra cultura, Agnes respetaba la noción que hay criterios biológicos esenciales que inequívocamente distinguen a los hombres de las mujeres. Sin embargo, si nos apartamos del punto de vista del sentido común, descubriremos que la fiabilidad de estos criterios no esta exenta de cuestionamientos.
John Money & John G Brennan, 1968
El género es el conjunto de comportamientos aprendidos, es decir construcciones sociales que varían de cultura a cultura, espacio y tiempo; los cuales son diferenciados por el sexo biológico, es decir el sexo con el que nacemos. La asignación de género influencia a la persona y sus relaciones, permeando de esta manera roles específicos que desempeñamos hombres y mujeres.
Los roles sexuales imprimen identidad a la persona, un rol sexual no solo es ser hija, hermana, madre o alumna, si no también es la manera en la que la mujer misma y la sociedad las ven, puede ser desde dicotómicamente dependiente/ independiente, sumisa/libre, hasta aquellas telarañas machistas de debilidad inmersas en la sociedad; como lo es, que la mujer “debe” de estar en lo privado, ser maternal, pasiva, sensible, educadora, estar al tanto de la familia mas que en su desarrollo profesional. En diversas ocasiones teniendo las mismas capacidades hombres y mujeres en un empleo las mujeres tienen más obstáculos para la obtención de un puesto con un nivel jerárquico superior, o en algunos casos, ya teniéndolo sufren de discriminación sexual, un ejemplo es, que a la directora de una empresa (esto sucede en varias organizaciones sociales aun en la actualidad) se le otorga menos estatus o reconocimiento que a un director, en algunas ocasiones el salario es diferenciado por sexo.
La cultura en donde nos desenvolvemos, es la que nos asigna un rol especifico lleno de significados y estereotipos. En el articulo de Helene Z. Lopata & Barrie Thorne, titulado: Sobre roles sexuales nos dicen que “la base cultural y los círculos sociales pueden exigir que una mujer realice los deberes de un rol de manera distinta de un hombre”.
El problema radica como lo explica Simone de Beauvoir en el Segundo sexo, desde que a la mujer se le destina la maternidad y con esto a una existencia sedentaria, mientras el hombre sale en búsqueda de alimentos o de tierras fértiles para la recolección, ellas permanecen en el hogar, esto desde un principio, pero en las décadas siguientes, se mantenían en lo privado y poco a poco fueron logrando apoderarse de una actividad económica remunerada, de esta manera se fue trasladando a la división social del trabajo, la cual también es diferenciada biológicamente.
Es decir los roles de género son dictados desde sus funciones económicas y sexuales, esto en una visión parsoniana, explicándolo de otra manera a las mujeres en el trabajo remunerado, se les confieren labores domésticas o estereotipadas como lo son enfermeras, maestras, costureras etc. y en menor numero ingenieras, mecánicas, entre un sinfín de oficios y profesiones que se les destina culturalmente a un género en especifico.
Estas actividades son etiquetadas y estereotipadas como “masculinas o femeninas”, Goffman lo considera como “prototipos de expresión esencial”, estos prototipos o modelos, son determinados por cualquier situación social, supongamos que en los primeros años de una niña y un niño, son tratados de manera diferenciada por su sexo, ya sea con ternura o rigor, ballet o foot ball, cual sea el caso, estos pequeños escenarios, no tienen que ser vistos con ligereza ya que estas caracterizaciones impregnan al infante en su identidad individual y colectiva. Con esto podemos afirmar que somos la construcción de un proyecto de la sociedad.
Esta carga de significados los tenemos introyectada en nuestra identidad la cual como lo comentaba anteriormente, fue moldeada por la sociedad en la que estamos inmersos, esta diferenciación de conceptos, modelos educativos, actitudes, actividades, percepciones, expectativas, apreciaciones, reconocimientos del ser y del cuerpo han afectado a hombres y mujeres en el desempeño de las actividades diarias.
Thorne en este aspecto pide una reconceptualización de los hombres y las mujeres como grupos sociales distintos, constituidos en “relaciones sociales concretas, históricamente cambiantes, y generalmente desiguales”.
La segunda parte de este ensayo la publicaremos el próximo miércoles.
Bibliografia:
Navarro & Stimpson (compiladoras) (1990).Los estudios de las mujeres.Sexualidad, género y roles sexuales: Sobre Roles sexuales de Helen Z Lopata y Barrie Thorne. Mexico.FCE. Pag 103-107
Navarro & Stimpson (compiladoras) (1990). Los estudios de las mujeres .Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, witting y Focoult. Mexico de Judith Buttler.FCE. Pag 303-326
Simone de Beauvoir. (1973). El segundo sexo. Nueva York
INEGI, “Indicadores de ocupación y empleo al cuarto trimestre de 2011”, www.inegi.org.mx/Sistemas/temasV2/Default.aspx?s=est&c=25433&t=1