Por Sagrario Chávez Arreola.
Introducción
Si tuviéramos que incluir este texto en algún tipo de discurso, el más apropiado sería el denominado protreptiko. Este consiste en un discurso elaborado para invitar a una persona a cambiar un modo de vida por otro que se considera más pleno. De acuerdo con la investigación realizada por Seggiaro (s/f), se ha documentado que algunos de los autores del protreptiko se dedicaban a la filosofía. Además, este tipo de discurso puede clasificarse en un sentido amplio o estricto (Seggiaro, s/f).
Bajo el sentido general del protreptiko, se trata de la exhortación para que alguien oriente sus acciones a partir de pautas generales, sin que eso implique un modo de vida en específico. A manera de ejemplo, podemos señalar el llamado que hace una madre a sus hijos para que actúen procurando el bien y evitando el mal, sin que eso implique una forma concreta de vivir tal máxima.
En cuanto al sentido restringido del protreptiko, Seggiaro (s/f) muestra que es el discurso que busca mover hacia una forma de vida con manifestaciones peculiares, por ejemplo, una vida guiada por la filosofía. Entre los ejemplos de ese tipo de discurso, la investigadora de la Universidad de Buenos Aires menciona el Eutidemo de Platón, la Carta a Meneceo de Epicuro o el Hortensio de Cicerón.
A partir de este punto, señalaremos algunas razones por las cuales es relevante no sólo iniciarse en el estudio de la filosofía, sino hacerlo desde la propuesta formativa del CISAV que tiene, entre otras cualidades, la de considerar con atención la trama local y global en la que nos encontramos. Así pues ¿qué es lo que nos reclama, de manera especial, ser observado desde una perspectiva filosófica? ¿En qué consiste esa perspectiva?
Tal como hicimos en la edición anterior de nuestro curso de introducción a la filosofía, decidimos mantener el título: “Lo único que quiero es comprender”. Se trata de una inspiración de la que, como todo aquel que ha recibido alguna, no podemos sino reconocernos deudores. En este caso, nuestra deuda es con una de las filósofas más influyentes del siglo XX: Hannah Arendt (1906-1975).
En la entrevista realizada por Günter Gauss, transmitida en una cadena de televisión alemana el 28 de octubre de 1964, esta filósofa señala sucintamente el móvil central de su trabajo: “Sabe usted, lo esencial es para mí la necesidad de comprender.” (2010: 44)
Si bien en dicha entrevista Arendt enfatiza que su trabajo no la acredita como una «filósofa», sino como una «teórica» de la política, cabe considerar lo que puede encontrarse en obras como La condición humana (1958) o Entre el pasado y el futuro: ocho ensayos sobre el pensamiento político (1961): un análisis riguroso de los rasgos que definen distintos fenómenos relacionados con la política, tomando como referente a algunos clásicos del pensamiento como Platón, Aristóteles, San Agustín y Kant. Pero más que discutir la noción de filosofía que le lleva a Arendt a afirmar que su trabajo no puede ser categorizado como «filosófico», lo que nos interesa subrayar es que su dedicación a la teoría corresponde con su afán de comprender.
Dicho lo anterior, en esa misma entrevista, Arendt nos da la clave de lo que significa comprender: situarse frente a, contemplar. Si revisamos brevemente la etimología de «comprender» y de «teoría», hallaremos que ambos términos son muy cercanos. Sobre el primero, puede rastrearse el verbo latino comprehendo (cum, prehendo) que se traduce como coger juntamente, unir, abarcar (Segura, 2013: 142-143); y sobre «teoría» (del griego theoría: contemplación, meditación), encontramos el verbo theoreo: contemplo, examino, estudio (Corominas, 1973: 560).
Por lo que cabe inferir que la comprensión teórica «de algo» consiste en abrazar con la inteligencia todos y cada uno de los elementos de un objeto -en donde abrazar no lo es en sentido figurado, sino literal (abrazar: contener, abarcar)-. Y como ya apuntamos, el modo de realizar la acción será con aprecio diligente, bajo una mirada atenta.
A partir de este repaso somero sobre la etimología de «comprender» y de «teoría», podemos preguntarnos ¿se trata de cosas exclusivas de los intelectuales? Si hacemos caso a la premisa socrática que se lee en la Apología (38a): “una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre” (Platón, 2003:180), la respuesta es directamente, no.
Conclusiones
En la parte final de su libro Las mujeres y el desarrollo humano (2002), la filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum (1947) sostiene que la comprensión no puede realizarse sin la ayuda de la filosofía:
La necesitamos [a la filosofía] para que nos ayude a pensar más allá de nuestras ideas intuitivas, para criticarlas, y para captar cuáles estamos dispuestos a conservar. La gente no pasa por la vida sin formarse visiones acerca del bien humano y de lo correcto, acerca de qué tiene valor y qué no lo tiene, acerca de qué es la elección, acerca de qué son la justicia, la misericordia, la agresión y la tristeza. La gente tiene visiones acerca de estas cosas y las utiliza, sobre todo también cuando ingresa en la arena política. (2002: 389)
Situando esta consideración en nuestro tiempo, podemos advertir que, en medio de un ir y venir de titulares feroces por nuestra atención, hay pocos o quizás ninguno que invite a una meditación pausada sobre aquellos aspectos de la realidad que asumimos sin mayor reparo, pero en los cuales apoyamos las decisiones fundamentales que encauzan nuestra vida.
Recordemos brevemente de qué van esos encabezados estelares: aprovechar una oferta para adquirir determinado producto «ahora o nunca», seguir dietas que favorezcan un cuerpo que cumpla con ciertos estándares sanitarios y/o culturales, o los dimes y diretes de algunas figuras de la política o de la farándula que pretenden dominar el espacio público. En cambio, la reflexión sosegada sobre las experiencias cruciales de la vida no suele ser algo a lo que se nos invite.
Hablamos de experiencias que ponen en juego lo que entendemos por bien, belleza, verdad, justicia, amor, libertad. Desde luego, no basta con ofrecer una definición sobre tales elementos, sino afrontar el desafío de examinarlos a la luz de la propia experiencia. He ahí la invitación que desde el CISAV proponemos a las personas de hoy: actualizar la relación entre filosofía y vida que ha sido pronunciada desde hace milenios.
Referencias bibliográficas
Arendt, H. (2010). Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra. (Trad. Manuel Abella y José Luis López de Lizaga). Trotta.
Corominas, J. (1973). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (3ª ed.). Gredos.
Nussbaum, M. (2002). Las mujeres y el desarrollo humano (2ª ed.). (Trad. Roberto Bernet). Herder.
Platón. (2003). Diálogos: Apología de Sócrates. Gredos.
Seggiaro, C. (s/f). La concepción de filosofía en el Protréptico de Aristóteles. Su posible influencia platónica: la relación entre los planos ontológico, gnoseológico, ético y político. TeseoPress. Disponible en: https://www.teseopress.com/concepcion/chapter/el-genero-protreptico-en-aristoteles/
Segura, M. (2013). Nuevo diccionario etimológico latín-español y de las voces derivadas (5ª ed). Universidad de Deusto.