Día mundial de toma de consciencia del abuso y maltrato en la Vejez

Día mundial de toma de consciencia del abuso y maltrato en la Vejez por José Enrique Gómez Álvarez.

 

El 15 de junio se ha establecido como la fecha del “Día mundial de Toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez”. El maltrato a las personas ancianas es un tema que ha cobrado relevancia los últimos años. Una de las razones de esa importancia es el incremento de personas ancianas en el mundo. Así, entre los años 2000 y 2050 la población mayor a los 60 años pasará de 11% a 22%, es decir que se duplicará. Además, la población de ancianos que están en mayor riesgo de fragilidad (que generalmente se presenta en mayores de 75 años) se cuadriplicará hasta alcanzar los 395 millones de personas. (OMS, 2021: s.p.)

En el caso de México según el último censo el país contaba con 126,014,024 personas. De ese total, las personas de 60 a 64 años son 4 821 062. Las de 65 a 69 son 3 645 077, las de 70 a 74 años son 2 647 340, las de 75 a 79 años 1 814 582 y las de 80 a 84 años es de 1 175 364 personas (INEGI, 2021: s.p.). Los datos anteriores muestran así que un porcentaje significativo de la población se encuentra en la vejez y eso plantea retos sobre su cuidado.

¿Cuáles son esos retos? El reto principal parece ser el de la autonomía de los ancianos. Muchos ancianos son maltratados por sus propias incapacidades lo que los hace dependientes. Así según la OMS:

Se pronostica que de aquí al año 2050 la cantidad de ancianos que no pueden valerse por sí mismos se multiplicará por cuatro en los países en desarrollo. Muchos ancianos de edad muy avanzada pierden la capacidad de vivir independientemente porque padecen limitaciones de la movilidad, fragilidad u otros problemas físicos o mentales. Muchos necesitan alguna forma de asistencia a largo plazo, que puede consistir en cuidados domiciliarios o comunitarios y ayuda para la vida cotidiana, reclusión en asilos y estadías prolongadas en hospitales (OMS, 2021: s.p.)

Los problemas surgen en múltiples áreas sobre todo con los síndrome geriátricos: caídas, polifarmacia, incontinencia urinaria, limitación en la movilidad del anciano entre otras. Los síndromes geriátricos dejan expuestos a los ancianos a un serio riesgo de maltrato. Ese maltrato puede ser de tipo psicológico, como por ejemplo, al anciano que requiere asistencia por incontinencia urinaria y que requiere ser ayudado a ir al sanitario, o requiere ropa interior especial, sea tachado de “sucio” y denigrado así en su persona. La violencia también puede ser física. En el mismo caso supuesto, el anciano puede ser golpeado debido a “que no avisa a tiempo” o pide ser aseado.

La violencia también puede ser de tipo económico: el cobrarle por atenderlo o expropiar sus recursos e ingresos para sean “bienes” administrados por otros, sin el consentimiento del anciano.

La cuestión es que los ancianos debido a su carácter vulnerable están expuestos a ser tratados con injusticia. ¿Qué se debe hacer? Pues primero reconocer el carácter vulnerable de todos. Todos requerimos ayuda para mantener nuestra capacidad de decisión y disfrute frente a los bienes humanos que necesitamos. Así, por ejemplo, una persona sin recursos que quiera acceder a estudios, que son sin duda algo deseable y además, constituye un derecho humano fundamental, puede necesitar lentes para acceder a diversos contenidos. Ese acceder a ese bien humano (el conocimiento) está limitado físicamente. Todos estamos obligados, de algún modo de proveer los recursos que faciliten la opción de acceso a materiales de estudio. Pueden ser los padres si es un menor de edad o los familiares o instituciones gubernamentales. En este ejemplo queda claro que esa vulnerabilidad o deficiencia puede darse en cualquier edad por lo que permite hacer consciente que todos nos necesitamos entre sí.

El segundo elemento a considerar es que la justicia es una proporción entre los deberes y derechos. El problema en los ancianos es que se multiplican sus necesidades, pero no por eso pierden el derecho a recibir lo que proporcionalmente requieran para el ejercicio humano de su habilidades y capacidades. Nótese que para actuar con justicia se debe equilibrar la intervención en el mundo personal. Si se interviene en exceso se cae en el paternalismo en donde decidimos por el otro injustificadamente. Si se interviene de modo insuficiente no se logra el propósito de atender las condiciones para el ejercicio de las capacidades humanas.

Un ejemplo de lo anterior es el adecuar, generalmente asociado a labor gubernamental, el transporte urbano en las ciudades, no para llevar al anciano donde no quiere ir, sino el adaptar las condiciones de movilidad para que en el ejercicio de su autonomía pueda movilizarse a donde desee o necesite. Esta labor a menudo es coordinada por las personas en el gobierno, pero como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS):

La creación de entornos adaptados a las personas mayores requiere la acción en muchos sectores (salud, atención crónica, transporte, vivienda, trabajo, protección social, información y comunicación) y por muchos actores (Gobierno, proveedores de servicios, sociedad civil y personas mayores y sus organizaciones, familias y amigos). Trabajar para crear ciudades y comunidades sostenibles y accesibles para todos implica un proceso a lo largo de la vida en el que se mejora progresivamente la armonización entre las necesidades de las personas y los entornos en los que viven (OMS, 2018: p.1).

De modo análogo, en el tema de la violencia financiera: un anciano puede requerir ayuda para administrar su dinero, pero se debe consultar en lo posible los deseos e intereses de uso de los recursos y no empezar a decidir sobre su uso, pensando “que es para su propio bien” y en consecuencia infantilizando al anciano: considerarlo incapaz de decidir por sí mismo.

La acción contra la violencia en los ancianos además debe tener una característica preventiva: no hay que esperar que el anciano caiga en fragilidad. Deben realizarse intervenciones, siempre con la autorización y aprobación de la persona adulta mayor, que eliminen o disminuyan riesgos de caer en incapacidades. Así, por ejemplo, para evitar la polifarmacia o disminuir los efectos perjudiciales de la misma se puede proporcionar al anciano de pastilleros adecuados para que las personas controlen por sí mismas sus medicamentos. Es claro que en personas demenciadas no es posible, pero lo que busca ilustrarse es que el eje de cualquier intervención en los anciano es proporcionarle autonomía y calidad de vida.

El carácter preventivo de la violencia tiene pues un componente individual: reconocer a los ancianos (y en principio a cualquier persona) como sujeto de derechos humanos y la correspondiente obligación de contribuir a las condiciones para el ejercicio de los mismos. Así, al aumentar la vulnerabilidad se produce un desequilibrio: necesitamos más ayuda para poder ejercer nuestros derechos, pero disminuye la capacidad de ayudar a mantener el de los demás. No obstante, esto no ocurre sólo en el envejecimiento, ya que puede presentarse en cualquier momento de la vida y puede ser temporal o permanente. Cada una de las personas tiene en consecuencia deberes y derechos.

En el ámbito público, por ejemplo, un funcionario o trabajador del gobierno debe considerar ese carácter de vulnerabilidad y preguntarse: ¿Qué debe y me corresponde hacer para los afectados por mi acción puedan decidir por ellos mismos acerca de los bienes humanos a los que tienen derecho de acuerdo a sus capacidades?

La violencia y el maltrato de los ancianos, en última instancia, se produce porque no se quiere entender que los bienes humanos no son propiedad de nadie, sino son bienes que deben de ser administrados entre todos, para que así se tenga acceso a los mismos. Lo anterior constituye un deber ético.

 


 

Referencias

 

INEGI (2021). Población total por entidad federativa y grupo quinquenal de edad según sexo, serie de años censales de 1990 a 2020. México. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?pxq=Poblacion_Poblacion_01_e60cd8cf-927f-4b94-823e-972457a12d4b

OMS (2021). Envejecimiento y ciclo de vida. Disponible en: https://www.who.int/ageing/about/facts/es/

OMS (2018). La Red Mundial de Ciudades y Comunidades Adaptadas a las Personas Mayores Revisar el último decenio y mirar con optimismo hacia el siguiente. Ginebra. https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/278981/WHO-FWC-ALC-18.4-spa.pdf?ua=1