El terrorismo cotidiano que se experimenta en México

Por Giampiero Aquila.

 

La expresión “terrorismo” corre como serpiente entre nuestras sociedades desde hace mucho tiempo y, para nosotros, el 11 de septiembre de 2001 suena como un parteaguas en la vida contemporánea, para indicar un acto de terrorismo que se ha impuesto como punto de no retorno a nivel global por la exposición mediática que supuso, por las consecuencias que ha implicado la guerra en Iraq y el consecuente agravamiento de la desestabilización en Medio Oriente en Afganistán y Siria. La definición del concepto indica el intento deliberado de suscitar el miedo, más aún el terror y nos resulta fácil identificarlo por ejemplo con Al-Quaeda, la organización Yihadista, que nos recuerda los conflictos en Iraq, primero y luego en Siria, en un Medio Oriente martirizado sin piedad por los intereses internacionales que allí chocan violentamente.

El terrorismo es de hecho, un método para afirmar un poder en contra de otro, no lo podemos atribuir a una ideología o a un gobierno en específico, lo que tienen en común todos los terrorismos es que toman como rehén a la población civil, que ve su vida reducida a un objeto de intercambio, usada para conseguir fines de poder ajenos, en un juego de intereses ajenos a esta población.

Los actos de terrorismo como el uso de bombas, el uso de vehículos para arrollar personas, realizar asaltos repentinos sea con arma blanca o con arma de fuego, tienden a socavar el sentimiento de seguridad en la vida social que es esencial para poder convivir, lo que nos obligan a poner barreras y controles que alteran la cotidianidad haciendo que la amenaza -aún antes de ser real, entre en nuestras mentes- determine las reglas de la convivencia diaria.

Esta situación tiene efectos terribles y a largo plazo que debemos considerar, pues el clima de violencia obliga a una enorme cantidad de personas a abandonar sus tierras, sus hogares.

Es necesario que fijemos nuestra atención en todos los desplazados civiles a causa de la inseguridad suscitada deliberadamente en el lugar donde vivían. Nos invita a pensar en las opciones que las personas desplazadas puedas tener para ubicarse en otras regiones dentro de su país de origen o fuera de él.

Los datos proporcionados por la ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados)  siguen de manera directa a 20,7 millones y de manera indirecta, a más de 60 millones de personas en el mundo. Del total de refugiados, que son 82,4 millones, más de la mitad son desplazados internos, quienes dejan su casa, su comunidad, su trabajo, para encontrar una nueva tierra, una nueva casa, una nueva forma de sustento al interior del propio país.

A estas cifras, tristemente debemos añadir ahora a los desplazados de Ucrania que están huyendo hacia las fronteras occidentales de su país en estos días.

En el caso de México, es importante comprender que no es necesario encontrarnos en un escenario de conflicto de guerra declarada para que la violencia intencionalmente perpetrada provoque el desplazamiento de personas. El Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC por sus siglas en inglés) que mide la migración forzosa debida a violencia o a desastres naturales, en su Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno 2021, muestra cómo en México, a finales del 2020, se contabilizó un acumulado de 460 mil desplazados internos, de los cuales, 357 mil estaban asociados a la violencia y 99 mil a los desastres naturales. Durante el 2020 se calcula por la misma organización que hubo 9700 nuevos desplazamientos debidos a la violencia. (Observatorio de Desplazamiento Interno, 2020)

El Índice de Desplazamiento Internos (IDI) al igual que cualquier índice compuesto, es un punto de entrada a un fenómeno complejo, resultado de una combinación de tres factores:

  • Políticas y capacidades: refiriéndose a las estrategias y recursos invertidos para prevenir y combatir el desplazamiento.
  • Contexto: que abarca los factores socioeconómicos, ambientales y políticos que provocan el desplazamiento.
  • Impactos: refiere el alcance, la gravedad y el coste económico del desplazamiento interno.

El IDI nos permite ubicar a los 46 países que en un rango entre cero y uno, en donde uno refleja una situación más grave sobre la problemática, México presenta un IDM global de 0,587. Aunado a esto no existen políticas destinadas a evidenciar los datos ni eficaces para promover el respeto.

El hecho de no contar con un registro oficial sobre el desplazamiento interno forzado dificulta la comprensión de la magnitud del fenómeno. Frente a este vacío la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos (CMPDPH) ha logrado documentar eventos y testimonios que permiten dimensionar su complejidad y las diferentes victimizaciones que experimentan las personas desplazadas forzosamente. (CMDPDH, 2020)

Una parte de los desplazamientos internos en México son sufridos por la población rural y campesina (41%), a estas poblaciones hay que añadir a la población indígena que, a causa de su invisibilización, es complejo ubicar de manera precisa y que, sin embargo, el informe de la CMPDPH logra ubicar en más del 10% del total.

Los motivos que llevan al desplazamiento forzoso ligado a episodios de violencia son clasificados en base a dos criterios:

  1. Violencia causada por grupos armados organizados
  2. Violencia política, conflictividad social, conflictos territoriales

Del total de 9,741 personas desplazadas en 2020, el 64.23% fueron desplazadas por los grupos armados organizados. Entre 2017 y 2020 este tipo de violencia causó en México 30,570 desplazamientos de personas.

Es un hecho que el desplazamiento forzado de comunidades enteras en México funciona como una estrategia de la delincuencia organizada y de la violencia política, que se le asocia como un método sistemáticamente aplicado para comunidades que se resisten al control de estas organizaciones y que por otro lado batallan para encontrar el apoyo necesario de las autoridades responsables de garantizar la seguridad pública.

Pensar que el desplazamiento por sí solo representa para las personas una situación de seguridad es una ilusión. Una lectura interseccional de desplazamiento nos permite mirar a las dificultades ocasionadas por la pérdida de los propios bienes y de la propia tierra se le suman las dificultades de reinserción social donde ser indígena, mujer, anciano o con alguna discapacidad, son factores que encrudecen grandemente la vida de miles de personas.

La suma de las dificultades de la situación obliga también a pensar en que las acciones de reparación en el corto plazo no son suficientes, y deben existir soluciones de larga duración, en el tiempo y la profundidad de los criterios de convivencia y de construcción del bien social para todos.

 


Referencias

Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, A.C (2021). Episodios de Desplazamiento Interno Forzado Masivo en México. Informe 2020. CMPDH. https://www.cmdpdh.org/publicaciones-pdf/cmdpdh-episodios-de-desplazamiento-interno-forzado-en-mexico-informe-2020.pdf

Observatorio de Desplazamiento Interno (2021). Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno 2021. IDMC. https://www.internal-displacement.org/sites/default/files/2021-11/GRID21_ES_LR.pdf