¿Existe el derecho a saber el origen biológico de los hijos?

Por José Enrique Gómez Álvarez.

Un estudio reciente en España muestra que el 60% de las parejas o mujeres solas que han tenido hijos con técnicas de reproducción asistida no les revelarían su origen.

 

(García, 2021) Carolina García reporta un estudio realizado por la Dra. Rocío Nuñez Calonge. La mayoría opina que no deberían decirles. ¿Por qué no? No es fácil dar una respuesta categórica.

El estudio original fue presentado en la reunión anual de la European Society of Human Reproduction and Embriology en julio de 2021 (Nuñez et al, 2021). Dicha investigación arrojó que un 61 % de las parejas heterosexuales no le dirían a sus hijos que son, en parte, producto de una donación de gametos. En el caso de parejas homosexuales solo el 17% dice que no lo haría. ¿Qué explicación podría darse? Naturalmente cabe especular que las parejas del mismo sexo tenderían a ser más “abiertas” ya que socialmente, incluso en parejas mujeres, el niño pudiese cuestionar como nació él o ella cuando se requieren de ambos sexos para la reproducción. En el caso de parejas heterosexuales puede pensarse que como el niño o niña asume que lo esperable es que haya nacido de sus padres, ¿para qué revelarle algo diferente qué quizá lo pudiese afectar negativamente?

La pregunta última plantea parte del problema: ¿Qué podemos entender por “afectar”?

Un sentido podría ser el considerase fuera del rango aceptable de concepción. Aunque la donación de gametos es un acto voluntario y tiene el propósito de facilitar la reproducción, no obstante, el anonimato del donador implica que en realidad no se interesa por la existencia del menor. Pero plantea la pregunta. ¿qué se pretende al donar los gametos? Por supuesto, un escenario es que sea un acto altruista: se pretende ayudar a las personas que, por razones biológicas estándar no pueden tener hijos. Pero la pregunta es si de verdad es altruismo. Al parecer la donación de gametos puede tener una buena intención, pero se utiliza un medio malo porque produce un despropósito. El ayudar de manera desmedida estrictamente no entra en el ámbito de la ayuda sino, por exceso se vuelve un acto viciado de origen.

Otro de los problemas es si el hijo es cosificado. El hijo se puede percibir como un objeto producido. El deseo de los padres, aunque quizá loable, los lleve a tomar medidas extremas para satisfacer su deseo de maternidad/paternidad. Una pista indirecta de que la reproducción se convierte en un negocio son los datos de las clínicas privadas con relación a las públicas. En el caso de España en el año 2018:

cabe destacar que se trata de un sector de la industria biomédica altamente privatizado. El mayor volumen de actividad de la reproducción asistida se da en la esfera privada, apreciándose un aumento de la penetración de las empresas en detrimento de los centros hospitalarios públicos: casi el 80% del mercado reproductivo es absorbido por centros de titularidad privada especializados en reproducción humana asistida, mientras que el 12,3% corresponde a hospitales públicos y el 10,4% a clínicas privadas generalistas (Rivas, Lores y Jociles, 2019)

Lo anterior sugiere que el incremento de las clínicas privadas responde a la demanda de los posibles usuarios, lo que a su vez genera un cuestionamiento: ¿se cubre una necesidad o se fomenta esa misma necesidad? Por supuesto, la respuesta a esto es de carácter empírico. Los datos duros ayudan a entender cómo se vislumbran ciertos problemas éticos. Entre algunos está la idea de que los procedimientos clínicos son para atender cualquier deseo que queramos. Este problema también aplica a otras áreas como las intervenciones estéticas. No obstante, puede objetarse que las intervenciones estéticas son aplicadas al propio cuerpo por lo que, en última instancia, cada uno es responsable de lo suceda. No obstante, el “buscar” un hijo con cualquier recurso tecnológico lleva a una instrumentalización: el hijo se convierte en producto del deseo.

Además, termina convirtiendo a los padres en consumidores de una industria: tener hijos se vuelve análogo a desear y obtener otro producto más. Lo anterior lleva a cuestionarse la “naturalidad” del medio. Es verdad, puede objetarse que se da una cierta instrumentalización en la paternidad y maternidad, pero podría insistirse que eso no es exclusivo de los usuarios de las técnicas de fertilización. Algunos padres tienen hijos porque consideran que eso fortalece su relación. Otros padres tienen hijos motivados por el cuidado que quizás requieran cuando sean mayores. Los ejemplos muestran que es posible ver la vida a través de los propios hijos en ese sentido por decirlo de algún modo “egoísta”.

Puede insistirse, por el contrario, que aunque los ejemplos señalados son escenarios de las diversas motivaciones (fortalecedores de la relación y/o hijos futuros cuidadores), que llevan a las personas a concebir son, sin embargo, corregibles. En cambio, en la generación de un hijo con las técnicas de fertilización ha sido mediante una instrumentalización irreversible. Dicho de otro modo: el hijo probablemente pensará que fue usado como medio, ya que de hecho pasar el límite de tener unos padres reconocibles no fue por causas fortuitas sino plenamente planeado.

Existe también la objeción respecto al derecho de información del hijo (a): los padres tienen derecho a reservar cierta información si resulta irrelevante para los hijos. Así, puede argüirse que todos los padres no cuentan a sus hijos acerca de todos los aspectos de sus orígenes como, si por ejemplo, el abuelo fue infiel o no a la abuela. Asimismo se reservan los padres fragmentos de su vidas de las cuales no se sienten orgullosos. En este segundo caso podría ser consumo de alcohol o el mal desempeño escolar. En suma, a veces es lícito retener información no necesaria para el desarrollo del menor. ¿Qué tanto debe ocultarse? Es una cuestión de prudencia en cuanto que debe medirse bien y no fallar por defecto o por extremo. Por defecto: ¿Hay algún dato, como la posibilidad de una enfermedad de tipo genético que deba saber el hijo e implique revelar su origen? Por exceso: ¿Contarle que el donador es anónimo afectara su sentido de pertenencia al núcleo familiar?

Y sobre la última pregunta, ¿cómo lo podríamos describir? El “sentido de pertenencia” sugiero puede significar: La capacidad de tomar decisiones en torno a las decisiones familiares. En ese sentido, al menos no se ve cómo podría afectar algo así. No obstante es posible imaginar situaciones como querer conocer a los abuelos y que sería probablemente imposible de cumplir debido a la confidencialidad del donante. Ahora bien esa imposibilidad no parece importar demasiado. En familias tradicionales a veces es imposible la misma situación por razones como el fallecimiento de los parientes muchos años antes de la existencia del hijo.

La conclusión es que la paternidad y la maternidad no debería medirse o calcularse por los beneficios de la pareja o cuando menos es una apuesta arriesgada, ya que si fallan los fines propuestos, entonces surge el peligro de trasladarlo de algún modo a los hijos. Idealmente los hijos deberían ser percibidos como dones, como regalos gratuitos que a veces no pueden tenerse.

 


Referencias

García C. (2021).  “El 60% de las mujeres que han sido madres por donación de gametos no le dirán a su hijo su origen”. El País. Recuperado de:

https://elpais.com/mamas-papas/2021-07-16/el-60-de-las-mujeres-que-han-sido-madres-por-donacion-de-gametos-no-le-diran-a-su-hijo-su-origen.html

Nuñez Calonge, et al. (2021) Patients attitudes toward the anonymity of gamete donatio in Spain.  Recuperado de:

https://reproduccionasistidagrupour.com/wp-content/uploads/2021/05/Patients.pdf

Rivas, A.M., Lores, F. y Jociles, M.I.(2019): “El anonimato y el altruismo en la donación de gametos: la producción de biocapital en la industria reproductiva”, Política y Sociedad, 56(3), pp. 623-644