Filosofía aplicada experiencial centrada en la persona

Por Sagrario Chávez Arreola.

Maestra en Ciencias de la Educación. División de Filosofía.

 

Introducción

El viernes 26 de agosto de este año inauguramos la generación 2022-2024 de la Maestría en Filosofía de la Educación y tuvimos el agrado de presenciar la conferencia “La comunicación y el diálogo auténtico frente a la burocratización de la educación”, dictada por el Dr. José Barrientos Rastrojo (Universidad de Sevilla, España). En este encuentro el conferencista expuso, entre otras ideas, las razones por las que el diálogo puede devenir un acto técnico o fallido, las condiciones necesarias para que un diálogo auténtico se lleve a cabo y sus implicaciones en el ámbito pedagógico. Estos elementos fueron contextualizados en la atmósfera de burocratización y escollos administrativos que tanto han permeado en las instituciones educativas, limitando la dinámica de relación interpersonal basada en el rostro concreto. Si te interesa la conferencia completa, puedes encontrarla en este enlace: https://onx.la/bd6c8

Ahora bien, en relación con el trabajo académico del profesor Barrientos Rastrojo cabe mencionar su «Filosofía Experiencial» que ha sido objeto de estudio en varias publicaciones de su autoría o coordinación, entre las que hallamos Filosofía Aplicada Experiencial. Más allá del postureo filosófico (2020). En este libro, el autor caracteriza la práctica filosófica como un esfuerzo por suscitar experiencias con fundamento en la tradición filosófica, sin rechazar o negar la filosofía teórica y/o práctica, sino profundizándolas. En las siguientes líneas presentaremos algunas ideas sugerentes respecto a dicha propuesta filosófico-educativa.

 

Desarrollo

I

En primer lugar, cabe señalar que si bien se habla de «Filosofía Experiencial» estamos ante una propuesta que no enarbola un subjetivismo, como tampoco recluye a la persona en las celdas de un materialismo o un espiritualismo. Al contrario, busca propiciar el encuentro personal con la realidad. Lo que supone, entre otros propósitos, potenciar la existencia mediante la reflexión filosófica que aúpe el ejercicio del pensamiento autónomo y no el mero consumo de teorías.

Nuestra intención es promover que la gente ordinaria reflexione filosóficamente por sí misma y no proporcionarles soluciones filosóficas prefabricadas, acompañarles en un proceso de reflexión filosófica abierto, no darles productos filosóficos. (Lahav citado por Barrientos, 2020: 45)

Además, nos parece importante ahondar en la dinámica de esta relación entre persona y realidad, o entre sujeto y experiencia, pues si bien en el libro mencionado se habla de la necesidad del giro «ontológico-identitario» (entendido, en términos básicos, como un proceso de cambio radical a nivel personal) consideramos que queda por explicitar en qué o quién se transforma aquel que se dispone al acontecimiento, a la experiencia, y no sólo a la mera vivencia. Al respecto, resulta claro que uno de los pilares de dicha propuesta es la relación entre la persona y el acontecimiento experiencial en la forma de un «sometimiento» a la realidad.

La Filosofía Aplicada Experiencial exige que el consultante se entregue o ex-ponga a las experiencias. En tanto acto hermenéutico, no se pretende una comprensión subjetiva de la realidad, sino una cesión a los poderes de la experiencia. (Barrientos, 2020: 142)

Aunado a lo anterior, uno de los referentes en los que es posible encontrar esta idea de que la dimensión ontológica del ser personal se vincula necesariamente con su despliegue en la realidad es María Zambrano. Lo cual no resulta extraño, puesto que el autor del libro -que comentamos brevemente en esta ocasión- expone en su tesis doctoral el modo como abreva de la filosofía de Zambrano, dejándolo ver claramente ya desde su título: Vectores zambranianos para una teoría de la Filosofía aplicada a la persona (2009, Universidad de Sevilla). 

De manera puntual, Zambrano establece una noción sobre la persona que resulta importante para el libro que aquí comentamos. “Y así entre tantas definiciones que se han dado del hombre, podría darse también ésta, de que el hombre sea la criatura que tiene que cumplir su ser a través de la realidad, la criatura predestinada a la realidad.” (2007: 141). En efecto, como quedó señalado en la última cita del libro del profesor Barrientos, advertimos que tal «predestinación» toma la figura de un abandono, de un entregarse a la realidad. 

Ahora bien ¿en qué consiste este abandono, esta ceder a la realidad, que no derive en una anulación de la persona? Desde luego, consideramos que la Filosofía Aplicada Experiencial no es una propuesta que niegue a la persona, que declare su caducidad en el tiempo presente, por bien que se hable de “disolución de la persona en la experiencia” (Barrientos, 2020: 142), sino que propicia una transformación…de la persona misma. 

Una formación experiencial no se centra en entender las estructuras que vinculan correctamente conclusiones, razones y asunciones o en mejorar los conceptos y definiciones, sino que busca acceder a cómo los discursos o las actividades experienciales provocan el cambio identitario u ontológico. (Barrientos, 2020: 112)

Pues ¿acaso habría experiencia sin alguien que le dé cabida? O ¿habría persona sin experiencia? Más bien parece que, en esta propuesta que analizamos, la finalidad es la ampliación de sí mismo, provocar un «cambio identitario-ontológico», como ya se mencionó, en relación con la realidad. Y esto exige una epistemología propia:

El desafío sería encontrar una razón que las aglutine a todas [modelos de racionalidad no lógico-argumentativo surgidas en el s. XX) o, al menos, una que provoque los cambios en el ser oportunos para quebrar el sistema no sólo ideológico sino ontológico-identitario del sujeto, una racionalidad que incluso aspire a hacer al sujeto algo más que él…o algo menos. (Barrientos, 2020: 105)

Mas ¿quién es este ser que, al someterse a los poderes de la experiencia, le es lícito aspirar a hacer algo más o algo menos que él mismo? De manera definitiva, no cabría considerar que deviene «menos él mismo», pues ¿cuál sería el límite de ese menos? Preocupa, en este punto, que ese sujeto pierda identidad, confundiéndose entre tantas otras cosas, si no ya anulándose. 

 

II

En segundo lugar, subrayamos la cuestión que tratamos de suscitar en estas líneas: ¿de qué manera concebir y llevar a cabo una práctica filosófico-educativa que no “despersonalice” la experiencia ni que “desrealice” al ser personal exaltando al sujeto de la experiencia? Puesto que si es una propuesta verdaderamente educativa, vinculará ambos elementos, como nos enseña Zambrano: 

Educarlo [al ser humano] será disponerlo a afrontar, en cualquier época de la historia que se trate, en cualquier región de la tierra, en cualquier régimen político y social, dentro de la clase a que pertenezca, educarle será despertarle o ayudarle a que se despierte a la realidad en modo tal que la realidad no sumerja su ser, el que le es propio, ni lo oprima, ni se derrumbe sobre él; en modo de que no se le desrealice, falta de esa asistencia que el hombre, como prenda constante, tiene que pagar a lo que le rodea. (2007: 153)

Así, afirmamos que educar es ayudar a alguien a despertar, a ponerse cara a cara con la realidad, para hacer emerger, precisamente, su ser personal. En este sentido, la filósofa española esclarece la relación, íntima y tensa, entre la realidad y la condición humana:

Al descubrir y sostener la realidad se descubre a sí mismo, comparece. Realidad y ser se conjugan: el hombre hace ser a la realidad, la salva con ello (…). Y al elevar la realidad hasta el ser, el hombre va realizando, va haciendo real, llenando de realidad su ser y de sustancia su vida. (2007: 153)

Aunado a esto, y volviendo al libro del profesor Barrientos Rastrojo, consideramos que el «escenario experiencial» predilecto (que es, dicho sea de paso, uno de los temas del libro que comentamos) es el de anagogía, dada su característica central: abrir una relación más íntima con la realidad, como veremos a continuación.

La base epistemológica o modelo de racionalidad de la anagogía es conocer la realidad asimilándose con ella. Es una inmersión radical en la experiencia que transforma a quien se dispone a ello. Y si ya habíamos establecido que no es posible concebir que el sujeto sea «menos él mismo», ya que corre el riesgo de desdibujarse de la realidad, entonces probablemente se trata de una transformación a través de la cual la persona deviene «más sí misma».

Romano es más cáustico: asevera que “únicamente en ella [en la experiencia] y por ella, accede el hombre a su humanidad”. La humanidad aquí citada, que es entendida como aquello que proporciona una identidad, no es accesible a los animales porque estos no podrían recuperar su sí mismo y, por tanto, forjarse un ser a partir de sus experiencias. La experiencia se convierte en una condición de creación existencial inherente al hombre; gracias a ella, la persona adquiere un ser que la distingue del resto. (Barrientos, 2020: 141)

 

Conclusiones

En relación con el vínculo indisoluble entre la persona y la experiencia, a partir del cual cada sujeto es «más sí mismo», conviene retomar la noción de educar, en tanto humanización, como pretensión principal de los talleres filosóficos de la Filosofía Aplicada Experiencial.

Los talleres filosóficos en prisión (y fuera de ella) se enmarcan en el cuerpo de las actividades educativas. Éstas no pretenden la capacitación profesional (objeto de las clases laborales en los centros penitenciarios) sino la generación de humanidad, de ser autónomo. (Barrientos, 2020: 188)

Así pues, una forma de encauzar la cuestión que presentamos en este breve comentario al libro recién citado es que, la propuesta filosófica-educativa bosquejada por el profesor Barrientos Rastrojo busca iniciar procesos experienciales que generen humanidad, es decir, que amplíen los márgenes de estrechez ideológica y ontológica-identitaria. Una humanidad como horizonte e identidad personal. Un devenir «más sí mismo», que se fragua en el calor de la experiencia, mediado por el ejercicio del pensar.

 


Referencias bibliográficas

  1. Barrientos, J. (2020). Filosofía aplicada experiencial. Más allá del postureo filosófico. Plaza y Valdés.
  2. —————– (2009). Vectores zambranianos para una teoría de la Filosofía aplicada a la persona. (Tesis Doctoral Inédita). Universidad de Sevilla, Sevilla.
  3. Zambrano, M. (2007). Filosofía y educación. Manuscritos (Edición de Ángel Casado y Juana Sánchez-Gey). Ágora.