Por Cristóbal Barreto.
La pobreza en población adulta mayor (65 años y más) decreció el 5.3% entre 2018 y 2020, disminución que el gobierno federal se atribuye como resultado de los programas sociales de apoyo al adulto mayor que aplica (Gómez Mena 2023), con lo que se dan pasos hacia el cumplimiento de la justicia social y cumplimiento de derechos sociales. Sin embargo, no todo es positivo, desafortunadamente, más personas de este grupo etario padecen carencias sociales asociadas a la falta de atención médica y a prestaciones sociales (CONEVAL 2020, 18).
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), define que una persona “se encuentra en situación de pobreza cuando tiene al menos una carencia social (en los seis indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias” (CONEVAL s/f.).
Para el papa Francisco, la pobreza no necesariamente debe medirse en variables económicas ni por determinadas carencias enfocadas a suplir deseos de consumo, sino que tendría que hacerse más en función de un “momento histórico concreto”, mirando más al desarrollo humano integral (Francisco 2020, 21). En esta mirada, valora no hay “peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo” (Francisco 2020, 162).
La pobreza en México, y en cualquier parte del mundo, independientemente del enfoque con que se mire, es un tema que lastima y a la vez llama a la reflexión, cuando menos por el sufrimiento que genera en quienes padecen esta condición y porque salta la pregunta, ¿qué pasa con las políticas públicas que implementa el gobierno central y los estatales dada la cantidad de programas y recursos públicos que se destinan cada año para atender a la población que la padece y evite que otros caigan en esta condición?
La justicia social y el cumplimiento de los derechos sociales contenidos en la Constitución no necesariamente se cumplen para aquellos que se encuentran en la pobreza y con carencias sociales.
En 2020 había 55.7 millones de personas en condición de pobreza (población en general), cuando en 2018 se tenía 51.9 millones, de los cuales 10.8 y 8.7 millones, respectivamente, estaban en pobreza extrema (CONEVAL 2022, 82). Cifras que expresan la cantidad de seres humanos concretos que sufren para satisfacer sus necesidades alimentarias, además de padecer una o varias de las seis carencias sociales. Lo anterior deja ver, que los múltiples programas sociales: municipales, estatales y federales, no logran el impacto suficiente, por mal diagnóstico, diseño, aplicación, etcétera, para cumplir su propósito de sacar y/o evitar más personas padezcan esta condición.
En el caso de población adulta mayor, de 65 años y más, 4.5 millones se ubicaron en pobreza en 2020, que significa el 37.9% de los 9.8 millones de personas de este grupo etario, que a su vez representan el 7.6% de la población total del país (CONEVAL 2020, 5).
Este porcentaje y número de personas que se encuentran en esta condición disminuyó respecto a los registrados en las mediciones previas, 2016 (42.5%) y 2018 (43.2%). Sin embargo, desafortunadamente no todo es alentador, creció el de personas ubicadas en carencias sociales, en 2018 se registró al 29.2% y para 2020 subió a 34.7% (CONEVAL 2020, 18).
A su vez, el decrecimiento de la pobreza no es similar en todo el país, mientras en las entidades del norte (Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León y Coahuila) y centro occidente del país (Nayarit, Jalisco, Colima y Querétaro) se registra una pobreza que oscila entre 18 y 30%, en el sur se ubica entre el 50 y 66% (Puebla, Guerrero, Oaxaca y Chiapas) (CONEVAL 2020, 14), muy por encima de la media nacional.
De igual manera, la pobreza se expresa en forma desigual, de acuerdo al lugar donde se vive, al habla de una lengua indígena o del género. Del total de pobres, 4.5 millones, 2.7 viven en el medio rural, cuando solo representan el 23% de los 9.8 millones (CONEVAL 2020, 9). Por su parte, 1.1 millones de estos pobres dijeron hablar una lengua indígena, que son 9.5% del total de adultos mayores (CONEVAL 2020, 10). En el caso de las mujeres, son las menos activas económicamente, 18.1% contra 42.8% de los hombres, menos beneficiaras de pensión y/o del apoyo al adulto mayor, lo que se traduce en posibilidad de pobreza y/o de carencias sociales. (CONEVAL 2020, 9 y 11).
En relación al crecimiento de la pobreza por carencias sociales, se atribuye al cambio del Seguro Popular al Instituto de Salud para el Bienestar y al aumento de la economía informal en que se contratan muchas personas de esta edad, en detrimento de la formal que otorga prestaciones.
La justicia social se cumple para unos, parcialmente para otros y no para más de 50 millones de mexicanos.
La disminución de la pobreza en población adulta mayor es una buena noticia que se opaca cuando se conoce que el número de pobres por carencias sociales aumentó y creció la pobreza en población en general en 2020 respecto a la que se tenía en 2018.
Referencias
CONEVAL
(2020). Pobreza y personas mayores en México 2020. México.
(2022). Informe de evaluación de la política de desarrollo social 2022. México
(s/f). Medición de la pobreza. Glosario. Portal de CONEVAL. México.
Gómez Mena, C. (2023). Bajó 5.3% la pobreza en adultos mayores por programa de pensión. La Jornada, México, 16/02/2023, https://n9.cl/kursl.
Francisco (2020). Fratelli tutti. Actas y Documentos Pontificios 210. San Pablo, México.