Apuntes sobre la hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot Segunda Parte

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Por José Miguel Ángeles de León[1]

 

La hermenéutica analógica de Beuchot, término medio entre el univocismo y el equivocismo

Mauricio Beuchot desarrolló modelo hermenéutico partir de las deficiencias interpretativas de las hermenéuticas que han sido  desarrolladas a lo largo de la historia. Beuchot las opone utilizando el método ético del término medio (o fronético) propuesto por Aristóteles y recuperado, aunque no del mismo modo, por Gadamer. Beuchot clasifica los sentidos hermenéuticos en tres: dos extremos y un término medio que es determinado por la phrónesis. Los extremos son el univocismo y el equivocismo, el primero, como ya vimos, intenta encontrar la interpretación única o correcta del texto hermenéutico (que no se limita al texto escrito) y el segundo predica que toda interpretación es válida y carece de sustento epistemológico.

La analogía parte del supuesto de que es imposible encontrar el sentido unívoco, pero no por ello cualquier interpretación será válida. La phrónesis es la herramienta que nos permitirá situar los textos en su contexto, pero sin llegar a un significado unívoco, pues ella muestra que es imposible conocer, al pie de la letra, las intenciones del autor (Beuchot, 1997: 13-14. Según los estudios de Beuchot, solamente Aristóteles, San Agustín, Tomás de Aquino y Hans-Georg Gadamer han utilizado una hermenéutica analógica: Aristóteles por introducir la noción de phrónesis; San Agustín y Santo Tomás por determinar que textos deben ser leídos de forma literal y cuales no; y Gadamer por re-introducir, a la hermenéutica,  la noción de phrónesis. La noción de phrónesis en Gadamer, siguiendo el círculo hermenéutico, consiste en construir un criterio interpretativo, a partir de la comprobación del texto tras una aplicación, y su posterior comprobación, en nosotros mismos (Beuchot, 2011: 12-22). Para Gadamer, el sentido del texto es determinado a través de experiencia individual del sujeto, recordemos que para el discípulo de Heidegger, la hermenéutica sale del texto escrito y encuentra su aplicación en todo aquello que puede ser interpretado, la phrónesis es la virtud ética que nos permite aplicar, a nosotros mismos, el mensaje de un texto escrito. Para Beuchot, la hermenéutica de Gadamer también es analógica, porque él demuestra que la phrónesis es parte de la interpretación y que ella es analógica y también que la phrónesis y la virtud son analogía (Beuchot: 2007, 93).

Las hermenéuticas equívocas, según Beuchot, son la «irracionalidad» de Dilthey, Nietzsche y Heidegger; el subjetivismo de Bergson y Ortega y Gasset, y en general todas las hermenéuticas «posmodernas»: la «Gramatología» y «Deconstrucción» de Derrida, «La hermenéutica del sujeto» de Foucault, el «Pensamiento Débil» de Gianni Vattimo, la «Metáfora Viva» de Ricoeur, etc.. Hermenéuticas unívocas serían, por ejemplo, las filosofías idealistas, racionalistas, positivistas, analíticas y materialistas, así como el fundamentalismo teológico.

 

El modelo hermenéutico analógico

El primer paso del método de la hermenéutica analógica es otorgarle, tanto al autor, como al intérprete el papel adecuado dentro del texto; es el texto el terreno donde confluyen las interpretaciones de ambos e inevitablemente, el papel de alguno de los dos participantes del fenómeno hermenéutico, al extraer el «mensaje del texto», tiene mayor énfasis. La interpretación que le da mayor énfasis al papel del lector, según Beuchot, es una lectura subjetivista; quien le da mayor énfasis al autor es una lectura, objetivista. El fin de la hermenéutica analógica es darle, a cada uno de los participantes, en medida de lo posible, utilizando a la phrónesis por medio, el papel que le corresponde, sólo así podremos hablar de una «intención de texto», que debe ser construida tanto por la intención del lector, como por la intención del autor. Es preciso respetar, en medida de lo posible, la intención del autor, pero por otra parte, debemos tomar en cuenta que el texto ya no dice, unívocamente, lo que el autor quiso decir; la intención del autor queda rebasada al encontrase con la nuestra. Dice Beuchot (2011: 45):

El texto posee un contenido, un significado. Ese contenido está realizado con una intención, una intencionalidad. Pero tiene el doble aspecto de connotación y denotación, de intensión y de extensión, o de sentido y referencia. Sentido en cuanto susceptible de ser entendido o comprendido por el que lo lee o lo ve o lo escucha; referencia, en cuanto apunta a un mundo, sea real o ficticio, indicado o producido por el texto mismo. Sólo a veces el texto tendrá únicamente y carecerá de referencia, como es el caso de ciertas álgebras.

El segundo paso del modelo hermenéutico analógico es preguntarse uno mismo: ¿Qué significa este texto?, ¿qué me quiere decir?, ¿qué me dice a mí? Las preguntas deben provocar un juicio introspectivo y tal juicio se vuelve objetivo cuando se resuelven las preguntas planteadas: de la introspección, y de sus respuestas, nace el juicio objetivo. Para pasar del juicio introspectivo al juicio objetivo, y a su posterior comprobación, es necesaria la phrónesis. En este caso la phrónesis es la herramienta que nos permite decidir, con prudencia, entre nuestros juicios, la phrónesis nos lleva una interpretación analógica, que proporcionalmente, respeta la intención del autor y nuestras conclusiones que nacen de un ejercicio introspectivo.

El tercer, y último paso del modelo hermenéutico analógico, consiste en repetir los primeros dos pasos: volver a interpretar, volver a hacer las preguntas introspectivas, y de nuevo, mediante la phrónesis llegar a un juicio objetivo. Se comparan, analógicamente, las posturas y de nuevo, aplicando el mismo modelo, se determinan los juicios objetivos. Podemos notar que la hermenéutica analógica también es un «círculo hermenéutico» pues la interpretación deviene, pues tras cada interpretación se responden las preguntas introspectiva de distinta manera y se ven en sus respuestas sentidos que antes no se habían podido vislumbrar; es por ello que la hermenéutica analógica no conduce ni al equivocismo, ni al univocismo, pues la interpretación se construye a través de una dialéctica analógica. La dialéctica analógico-fronética privilegia las diferencias, pero evita la pura diferencia. Si la interpretación deja de devenir significa que estamos inclinándonos por alguno de los participantes del proceso interpretativo. Como podemos notar, las nociones más importantes de la hermenéutica de Beuchot son la analogía y la phrónesis, pues ellas son las herramientas que nos permitirán seguir el modelo; dedicaré los siguientes apartados para explicar su papel y sus modelos. Dice Beuchot, para situar el papel de ambas virtudes: «Si la hermenéutica tiene por modelo la phrónesis, y la phrónesis tiene por modelo la analogía o proporción, podremos juntarlas en forma de hermenéutica analógica.»

 

La Analogía

El fin último de la analogía es poder crear un diálogo, la lucha de la analogía es en contra de los absolutos, tanto relativos, como objetivos. Beuchot admite que su hermenéutica analógica también es relativa, pues depende de la dialogicidad intersubjetiva del hombre, pero que cree que mediante ella se toca una realidad objetiva, siendo el hombre la medida interpretativa (Beuchot, 2007: 93). La analogía, como ya se mencionó, es la proporción de ése diálogo intersubjetivo, sin embargo, también es a partir de ella como puede salir del individuo y ser compartida con otros intérpretes. La analogía, al ser proporción, también es mesura, moderación y búsqueda de armonía, tales virtudes, según Beuchot, deben ser las que todo intérprete debe aplicar en su ejercicio, porque solamente así podrá realizarse el diálogo y a partir de ello, una hermenéutica que valga la pena y que enriquezca a sus interlocutores. La analogía lucha por la diferencia, pero también, al ser una mesura, las concilia y permite la construcción del diálogo. La aplicación de la analogía, es la phrónesis: una prudencia aplicada tanto a la interpretación, como al diálogo, como a nosotros mismos, pues la phrónesis analógica implica un equilibrio, un término medio que modere los extremos. Es por ello que la hermenéutica analógica encuentra múltiples aplicaciones más allá del análisis de textos escritos, pues está fundamentada en la virtud del intérprete a través de su mesura. El modelo análogo de la hermenéutica nos conduce a una ética interpretativa y del diálogo, pues genera una tolerancia a las diferencias de opinión, ya que incluye en su seno, todo tipo de juicios.  Tal diversidad de juicios nos demuestra que no hay interpretaciones correctas, sino que es la amplitud de opinión es la que nos permite construir nuestras interpretaciones.

 

La phrónesis

El concepto más trascendente de la hermenéutica analógica, pues es su núcleo, ante todo fenómenos interpretativos es la phrónesis. Como ya se dijo la phrónesis es la aplicación,  en forma de virtud, de la analogía al fenómeno interpretativo; no importa si el texto es escrito, discursivo, diálogico, icónico o simbólico; la phrónesis es la herramienta principal, que tiene el hermeneuta, para codificar y entender, en sí mismos, los mensajes del texto. Como ya vimos la noción de phrónesis que encuentra Beuchot es  distinta a la que ya se expuso sobre Gadamer; ambos la rescatan de Aristóteles, solamente que Beuchot no condena a la phrónesis a ser una simple herramienta interpretativa; la phrónesis de Beuchot va más allá del texto, pues según él, cultivando virtud prudencial, templada y mesurada, se puede generar el diálogo, que, como ya vimos, es el fin último de la interpretación.  Dice Beuchot (2007: 95-96): «La hermenéutica depende tanto de la experiencia de la interpretación o comprensión, que llega a ser así como una virtud personal, que sólo con la autocomprensión o interpretación de sí mismo se puede construir.» Para la phrónesis no hay un método, sino una autoformación en la virtud. La phrónesis no es una virtud de la interpretación, es una virtud del intérprete. Recordemos que para Aristóteles, phrónesis es el término medio: Temeridad es exceso, cobardía es carencia: valentía es término medio. Lo mismo debe hacer el intérprete, no sólo moderando la interpretación entre el univocismo y el equivocismo, sino también con sus propias interpretaciones y sobre todo, con sus conclusiones.

Podemos concluir que, según Beuchot,  la hermenéutica tiene un modelo prudencial, pues la interpretación, más que tener un método teórico y claro, como el método científico, tiene la estructura de una virtud práctica, que es la phrónesis. Dice Beuchot (2007: 104) sobre el impacto de la en su hermenéutica analógica: «El modelo de la hermenéutica analógica es la phrónesis, que es la proporción (analogía) en vivo, hecha hábito operativo. Una hermenéutica analógica basada en la proporción, es la que mejor puede realizar ese modelo prudencial, de equilibrio y modulación oscilatoria entre lo universal y lo particular, que es lo que da la phrónesis o prudencia.»

 

Conclusión

Según Zubiri, el hombre es un “animal de realidades”, y si seguimos a Beuchot, y en general a la tradición hermenéutica, es tammbién un “animal simbólico”. El símbolo sería aquello que introduce al hombre a la realidad. Por lo que podríamos decir, siguiendo a Zubiri y a la tradición hermenéutica, que el hobmre es un animal que abierto a la realidad, a partir de llo simbólico. En este sentido, el símbolo es aquello de y en la realidad que es preciso interpretar para lograr un sentido de lo real.

En este sentido, la hermenéutica nos permite formar un criterio personal-comunitario respecto de las distintas formas desde las que abordamos la interpretación de la realidad. Una sola realidad con diferentes perspectivas. Sabiendo que el intérprete se encuentra limitado al respecto del conocimiento del todo-real que pretende interpretar. A nuestro parecer, el mayor mérito de la hermenéutica analógica, es que es un método de interpretación de textos y de realidades que, desde la analogía, lleva en el conocimiento, hasta sus últimas consecuencias, el saber que las personas humanas somos partes y no todo; por lo que nuestras ideas son inferiores a la realidad. Sin que esto implique un relativismo. Pero a sabiendas que, humanamente, nos es imposible el conocimiento perfecto (unívoco) de realidades complejas. La hermenéutica analógica también nos da graandes lecciones antropológicas y epistemológicas para conocer los verdaderos alcances de las posibilidades humanas de conocer la realidad.

 

LEER PRIMERA PARTE:

Apuntes sobre la hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot, Primera Parte

 

[1] Es maestro en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México



Bibliografía

Beuchot, Perfiles Esenciales de la Hermenéutica. México: FCE/UNAM, 2008

M. Beuchot,  Tratado de Hermenéutica Analógica. México: Itaca/UNAM, 1997.

Beuchot,  Phrónesis, Analogía y Hermenéutica, México: UNAM, 2007.

H.G Gadamer, Verdad y Método. Barcelona: Herder, 1999.

Ferraris, Historia de la Hermenéutica. México: Siglo XXI, 2002