Dr. Antonio Muñoz Torres
Introducción
La aporofobia, término acuñado por la filósofa Adela Cortina en 1995 y reconocido por la REA en 2017 (Cortina, 2017), se refiere al rechazo o miedo hacia las personas en situación de pobreza.
Este fenómeno social no solo refleja una falta de empatía, sino que también plantea actitudes de discriminación y estigmatización hacia las personas en situación de pobreza; estas cuestiones son importantes desde el punto de vista político, social, ético y bioético.
La bioética, entendida como la como la interdisciplina que estudia la conducta humana en el ámbito de la salud y las ciencias de la vida a la luz de los valores y principios éticos (Reich, 1978), se enfrenta al desafío de abordar el fenómeno de la aporofobia y reflexionar en torno a propuestas que permitan promover la no discriminación y estigmatización de las personas en situación de pobreza.
En este trabajo exploraremos la relación entre estos conceptos y los derechos humanos y su relevancia en la construcción de sociedades más justas, equitativas e inclusivas.
Para entender la pobreza
Hay diversas maneras de definir y medir la pobreza. Las diferencias no solo representan distintas formas de recoger y analizar datos estadísticos. Esta se mide generalmente como pobreza absoluta o relativa. En ambos casos, el umbral o línea de la pobreza, se define, y las personas por debajo de esta línea son considerados pobres (Europea, 2001).
La pobreza absoluta
La pobreza absoluta (también llamada pobreza extrema) es la falta de recursos suficientes para asegurar las necesidades básicas de la vida, entre otras cosas, agua potable, alimentos, o saneamiento. La línea de pobreza se calcula muchas veces sobre la base de los ingresos: en los casos en que los ingresos de una persona o una familia se encuentra por debajo de cierto nivel que se considera el mínimo necesario para un nivel de vida razonable, entonces esta persona o familia se considera pobre (Dinesh, 2009).
La pobreza relativa
En este caso una persona o un hogar es considerado pobre cuando sus ingresos y recursos son peor de lo que se cree que es adecuado o socialmente aceptable en la sociedad en la que vive. Los pobres son a menudo excluidos de la participación en las actividades económicas, sociales y culturales que se consideran normales para otras personas, y el goce de sus derechos fundamentales pueden ser restringido (Dinesh, 2009).
La pobreza extrema
Mas allá de esta clasificación anterior nos encontramos también realidades como las personas en situación de calle, que no tienen una vivienda regular y no cuentan con vínculos familiares estables, además de carecer de ingresos económicos formales; los inmigrantes que transitan por algún territorio para llegar a un destino geográfico final donde planean establecerse en busca de las condiciones mínimas necesarias para vivir, quienes debido a su situación de ilegalidad no cuentan con ningún tipo de protección y/o asistencia social (CONEVAL, 2022).
Pobreza, una cuestión de Derechos Humanos
La pobreza puede ser tanto una causa como una consecuencia de la violación de los derechos humanos, en el sentido de que no solo un incumplimiento de estos puede causar la pobreza, sino también que en sí misma puede aumentar las violaciones de los derechos humanos (ONU, 2012).
Los estados tienen obligaciones jurídicas sobre las personas que viven en la pobreza; todas ellas provienen de las esferas social, económica y cultural, de los derechos civiles y políticos. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales explica que todos los derechos deben ser cumplidos “individualmente y mediante la asistencia y la cooperación internacional”. Esto significa que no solo hay una responsabilidad nacional sino también internacional de los estados desarrollados, así como de otras personas que estén “en posición de ayudar” en la erradicación de la pobreza. Por lo tanto, la eliminación de la pobreza no es una cuestión de caridad o de buena voluntad de los estados más ricos; es una cuestión de cumplir las obligaciones en materia de derechos humanos (ONU, 2012).
Aporofobia: Un Miedo Social
La aporofobia se manifiesta en actitudes y comportamientos que “deshumanizan” a las personas en situación de pobreza. Este rechazo puede ser tanto individual como institucional o social, afectando el acceso a servicios básicos, como la salud, la educación, la alimentación, el trabajo, la vivienda, la seguridad y la vida libre de violencia, todos ellos Derechos Humanos fundamentales para el pleno desarrollo de la persona.
Para Adela Cortina (Cortina, 2017), la aporofobia es un rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio; es una forma de discriminación que se basa en la condición económica desfavorable de las personas, lo que perpetúa un círculo vicioso de exclusión y marginación. La falta de empatía hacia los más desfavorecidos no solo es un problema moral, sino que también tiene implicaciones sociales y económicas, ya que una sociedad que discrimina a sus miembros más vulnerables no puede prosperar plenamente.
Bioética y Aporofobia
En este sentido, la bioética, busca promover el respeto por la dignidad humana y la justicia social. La aporofobia plantea un dilema ético significativo. La atención médica y los servicios de salud; de educación, de alimentación, de seguridad prsonal, principalmente, deben ser accesibles para todos, independientemente de su situación económica. La aporofobia influye en el acceso y la calidad de atención que reciben las personas en situación de pobreza.
Además de las actitudes y comportamientos señalados, la aporofobia mina la dignidad de las personas; la discriminación de las personas en situación de pobreza y la negación social al reconocimiento de su humanidad, suprimen el derecho de estas personas a vivir con dignidad.
Es importante recordar que la dignidad humana es el fundamento que sostiene la igualdad entre todas las personas, independientemente de su condición económica, social o cultural, ya que las personas poseen un valor intrínseco que debe ser reconocido, respetado y protegido.
La dignidad humana se encuentra en el corazón de los derechos humanos y se basa en el principio de que cada individuo merece ser tratado con respeto y consideración.
También resulta indispensable reflexionar en torno a la justicia social, que implica garantizar que todas las personas tengan acceso a los recursos necesarios para vivir dignamente. La aporofobia por su parte contribuye a agudizar la desigualdad y la exclusión, lo que en definitiva es contrario a la justicia social.
La bioética nos llama a ser empáticos, solidarios, subsidiarios y responsables para actuar en favor de los más vulnerables reconociendo su dignidad intrínseca y posibilitando su pleno desarrollo.
Actuar en contra de la aporofobia implica reconocer que todos como seres en relación, tenemos un papel en la promoción de la dignidad y el bienestar de los demás.
Es un deber educar socialmente en general promoviendo la sensibilización sobre la pobreza y sus causas para entender y atender mejor la situación de las personas en riesgo de exclusión, promoviendo la justicia e igualdad y fomentando una sociedad más inclusiva.
La aporofobia y la bioética están intrínsecamente relacionadas, ya que ambas abordan cuestiones de dignidad, justicia y respeto por la vida humana. Es fundamental que como sociedad reflexionemos sobre nuestras actitudes hacia la pobreza y trabajemos para crear un entorno donde todas las personas sean valoradas y respetadas, independientemente de su situación económica.
BIBLIOGRAFÍA
Comisión Europea (2001). La pobreza y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Comisión Europea.
CONEVAL (s.f). Glosario: Medición de la Pobreza. México. CONEVAL. https://acortar.link/XVXZDf
Cortina, A. (2017). Aporofobia, el rechazo al pobre. Barcelona. Paidós.
Dinesh, S. (2009). Informe europeo sobre Prevención de Lesiones Infantiles. Consejo de Europa.