Por José Enrique Gómez Álvarez|
Introducción
La Organización de las Naciones Unidas declaró al 14 de octubre de 1992 como día dedicado a la discapacidad. Hay que resaltar que el nombre original, “día del impedido” sería políticamente incorrecto actualmente (ONU, 2020). Ahora, el término “discapacidad” es el de uso aceptado y común, ¿Qué nos dice a las personas ésta conmemoración? Para responder la pregunta, en este texto primero se comentan las finalidades de la día de la discapacidad (establecido el 3 de diciembre) conforme a lo que señala ONU. Posteriormente, se analiza un tema aparejado: la vulnerabilidad humana, el sentido de comunidad y los deberes derivados para todas las personas.
La ONU y el día de la discapacidad
Las Naciones Unidas señala que el día de las personas discapacitadas tiene:
El objetivo es promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural (ONU, 2020, s.p.).
Lo anterior nos da así la pista del sentido: se conmemora que la discapacidad no debe pasar desapercibida para toda la sociedad. La inclusión implica entender, así, con esa expresión, que el desarrollo humano es cosa de todos. No existe desarrollo parcial de lo humano y si lo hubiese, sería un fracaso. Pensar que nos hemos de sentir por completo satisfechos porque los derechos y los bienes se incrementaron en el siglo XX y en el actual, pese a que hay personas que no gozan aún de esos beneficios, es una claudicación de lo humano. Desde el momento alguien carece de los derechos no se ha cumplido con la meta. La ONU señala respecto de nuevo al día de la discapacidad de este año una idea reveladora:
Se centra en el empoderamiento de las personas con discapacidad para un desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible, como se pedía en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que se compromete a «no dejar a nadie atrás» y considera la discapacidad como una cuestión transversal en la implementación de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (ONU, 2020, s.p.).
Aquí hay una idea adicional: “empoderamiento”. Algunas veces, esa palabra puede parecer desafortunada ya que la noción de poder se ha asociado con el abuso, con “situarme por encima de los demás”. Quizá una mejor expresión sea “enriquecimiento” o “integralizar”, si se permite esa expresión. El integralizar/empoderar es la capacidad que tienen las personas para ver sus potencialidades, independientemente de que éstas puedan ser reconocidas o no por las demás personas. Lo que se busca es hacer patentes las potencialidades de desarrollo e igualdad intrínseca de las personas discapacitadas, tanto a éstos como a los que no lo son. Esa igualdad, claro está, no es igualdad en capacidades físicas. La igualdad es en dignidad humana. Esa dignidad que significa “merezco acceder a los bienes humanos tanto como cualquiera”. Así, visibilizarse o empoderarse implica darse cuenta que no debe de disponerse de menor acceso a los bienes que nos desarrollan como personas y lleva a reconocer el derecho a ajustar las condiciones físicas u otras que permitan ese acceso. Claro está, que por ejemplo, una discapacidad auditiva quizá no permita conocer cierta aspecto de la realidad la cual si es percibida por quien escucha; no obstante, ajustamos parte de la realidad para dar un acceso al, menos parcial, al beneficio en el desarrollo humano que nos proporciona poder oír. Así, la lengua de señas no puede mostrarme la belleza del sonido, pero abre las posibilidades de comunicarme análogamente como los demás.
Dentro de los objetivos del desarrollo sostenible se puede enmarcar el ejemplo anterior de la discapacidad auditiva. El objetivo se delimita como: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” pues claro sin duda: “para todos”. Consideramos que el acceso educativo no es para normalizar a las personas, sino que pese a las diferencias culturales y de capacidades, nos unan dentro de los objetivos y posibilidades para todos.
La vulnerabilidad como vínculo social
La vulnerabilidad humana aunque la percibamos como distante a nosotros resulta ser una condición inevitable (Feito, 2007). En algunos momentos de la vida nos vemos como vulnerables. Es verdad que la vulnerabilidad tiene dos componentes: uno subjetivo y otro objetivo. Subjetivamente podemos sobrevalorar o infravalorar los riesgos de ser dañados de algún modo. Objetivamente existen situaciones que pueden dañarnos aunque no las percibamos peligrosas.
De hecho, eso suele distinguir el delimitar un trastorno: el riesgo de sufrir algún imprevisto es real. De que es posible que pase algo que no nos guste, es posible. Lo que se realiza es una valoración del riesgo. Si esa valoración es desproporcionada nos desequilibramos. Así, pensar que nos puede caer un rayo bajo la lluvia en una tarde que caminamos en la ciudad es posible, pero muy improbable. Así que no consideramos insensato que alguien en la calle lleve un paraguas y se proteja de la lluvia, pero si tomamos el riesgo como enorme, sencillamente nos esconderíamos ante el mínimo indicio de tormenta.
Pues bien, el ejemplo anterior nos muestra que en realidad, nos sabemos vulnerables. Es innegable que no somos inmunes al mal. Lo que se hace es un cálculo racional de lo aceptable e inaceptable y por supuesto, no es igual para cada persona. El riesgo razonable para un corredor de autos no es el mismo que el conductor habitual de la ciudad. Los riesgos nos recuerda que la discapacidad es posible para todos y nadie es “merecedora” de la misma. Así como se evitan riesgos para nosotros y para otros es porque se piensa que nos debemos cuidados. Esos cuidados, con mayor razón, parecen sensatos que sean proporcionados a los que se han visto limitados en sus posibilidades cognitivas o motoras.
En nuestras sociedades modernas a veces se nos vende que es el mérito propio el estar seguro. Si seguimos las reglas, respetar las normas de transito por ejemplo, se estará seguro. Por supuesto, la vulnerabilidad se puede evidenciar más en ciertas circunstancias que nos obligan a admitir la necesidad de los otros, pero es ilusorio pensar que “nosotros” estamos exentos de ellas. La discapacidad es en parte actualización de la vulnerabilidad, pero también el hecho de que somos humanos y seres sociales que cobran sentido en el apoyo mutuo. Los humanos no abandonamos, en general, al que ha quedado disminuido, sino lo apoyamos para su manifestación humana se mantenga y, de ser posible, se expanda dentro de las limitaciones. Por eso buscamos crear dispositivos y técnicas para superar los obstáculos y ello manifiesta nuestra humanidad frente al que está en una situación de desventaja.
Conclusión
El día internacional de la discapacidad es un momento de reflexión sobre la vulnerabilidad humana y al cuidado de todos entre todos. Hacer visible la discapacidad es reconocer nuestra propia vulnerabilidad y el sentido de la comunidad humana en donde, como seres racionales y sociales, nos atendemos mutuamente como iguales.
El conmemorar una fecha tiene sentido si se pregunta uno hasta dónde corresponde la responsabilidad de colaborar en el desarrollo humano, sin excluir a nadie del mismo.
Referencias
- Feito, L.. (2007). Vulnerabilidad. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 30(Supl. 3), 07-22. Recuperado en 01 de diciembre de 2020, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-66272007000600002&lng=es&tlng=es.
- ONU (2020). Día Internacional de las personas con discapacidad. Consultado el 29 de diciembre de 2020. Disponible en: https://www.un.org/es/observances/day-of-persons-with-disabilities