Indudablemente el momento más difícil para demostrar la presencia de la persona en el ser humano es en el cigoto, cuando el embrión está formado por una sola célula. Pero varios datos muestran que ya desde el cigoto podemos considerar que éste es un nuevo individuo de nuestra especie. En los post de la División de Bioética, iremos analizando los diferentes argumentos a favor y en contra de que el embrión humano sea considerado persona, existen explicaciones biológicas y filosóficas que sugieren claramente que el embrión humano desde sus estadios más tempranos debe considerarse ya persona.
Dentro de los argumentos biológicos está en primer lugar el del genoma humano, seguido muy de cerca por el de la presencia de elementos corporales en el cigoto (por ejemplo desde que se forma el cigoto ya tiene una anatomía muy clara que habla de cuál será la región anterior y posterior del embrión en formación), así como de los fenómenos epigenéticos.
En esta publicación comenzaremos por analizar el argumento del genoma humano.
1. El genoma del cigoto primera prueba de que ya hay un individuo.
El primer dato a favor de la personalidad del cigoto es su genética, sobra decir que el cigoto tiene ADN humano, pero está además bien desarrollado e individualizado. Desde que el embrión es unicelular su ADN contiene la información genética completa y diferenciada de un ser humano. No se trata de un ADN amorfo que deba desarrollarse hasta formar un ADN humano, o que sea ADN humano pero que durante el desarrollo embrionario adquirirá su personalidad. Por el contrario, desde que es embrión unicelular tiene su ADN original y propio, el 50% proviene de cada uno de sus padres lo cual ya lo diferencia bien de ellos.
Aunque puede sufrir pequeñas variaciones a lo largo de su vida, prácticamente todas sus características anatómicas y fisiológicas ya están presentes: su sexo, grado posible de inteligencia, color de piel, estatura, enfermedades hereditarias, algunas de las que sólo será propenso y otras que se desarrollarán indefectiblemente, etc. En ese momento se podría hacer una prueba de paternidad por ADN y se demostraría sin duda quiénes son sus padres. Su huella génica, al igual que las huellas dactilares, serán siempre iguales a lo largo de toda la vida.
Pero se ha objetado fuertemente que la presencia de este ADN no se puede considerar muestra de la presencia de una persona humana en el embrión. Para esto se han dado dos razones: una es que a lo largo de la vida se presentan mutaciones genéticas, y la segunda asegura que todas las células del organismo tienen ese ADN completo y eso no significa que cada célula sea un individuo humano.
Es cierto que hay mutaciones a lo largo de la vida, pero la tasa es muy baja. Se calcula que cada división celular (llamada mitosis) causaría cinco mutaciones por cada mil millones de pares de bases. Esto correspondería a 15 mutaciones por mitosis, que es una tasa muy baja. Si consideramos que en toda la vida las células epiteliales tendrán 200 mitosis, estamos hablando de tres mil mutaciones, menos de una mutación por millón de bases de ácido nucleico. Por supuesto que la gran mayoría de células del sistema nervioso dejan de replicarse después del nacimiento, y mantienen ese ADN mucho más original que el ADN de células en constante mitosis. Y por poner otro ejemplo gráfico, personalmente dirigí más de 500 pruebas de paternidad, de todas ellas sólo en un caso encontramos una mutación puntual entre padre e hijo.
Podríamos concluir diciendo que nuestro genoma será igual durante toda nuestra vida, aunque nunca será idéntico. Lo mismo sucede con nosotros mismos: a lo largo de la vida sufrimos constantes cambios y nadie es idéntico a sí mismo más que en tiempo presente. Utilizando categorías aristotélicas diríamos que hay cambios accidentales pero se mantiene la substancia. Además, dado que estas mutaciones se dan al azahar, diferentes células tendrán diferentes mutaciones, pero siempre habrá un genoma central idéntico al genoma original, que se podría rastrear.
2. La presencia del genoma completo en cada célula del organismo. En cuanto a la presencia del genoma completo en cada célula del organismo y que esto no significa que esa célula –obviamente- sea una persona, nos remite a la pregunta sobre la diferencia entre una célula epitelial y el cigoto. Su principal diferencia está en la llamada epigenética.
¿Qué diferencia hay entre la genética y la epigenética?, ¿qué nos dice la epigenética acerca del cigoto humano?, ¿qué argumentos da la epigenética a favor de la personalidad del embrión?. Lo diremos en nuestro próximo envío de bioética a este Blog.