Por Eunice Rendón [1]
El fenómeno migratorio es una realidad mundial que se constituye de millones de historias de vida.
De acuerdo con la Organización Internacional de las Migraciones el número de migrantes en el mundo, está cerca de superar los trescientos millones de personas, lo que representa alrededor del 3.3% de la población mundial. Los motivos para migrar son muchos y multicausales. Los factores de empuje van desde la pobreza y la vulnerabilidad social, hasta el temor a la persecución, riesgo a perder la vida, graves conflictos, violación a los derechos humanos y violencia familiar, comunitaria o institucional (Ramos, J., 2017).
A pesar de que todas estas razones, las personas que se ven obligadas, y muchas veces desesperadas, por salir de los lugares que los vieron nacer, son consideradas como uno más en la cifra de expulsión y se les vulnera diversos derechos humanos y fundamentales. En este artículo buscamos ahondar en los retos tanto culturales, como sociales y de inserción que tienen las personas en movilidad relacionados con su religión, culto o creencias. ¿Cuáles son las situaciones a las que se enfrentan? ¿Cuál es el marco legal que las protege? ¿Qué políticas o acciones se deben implementar y considerar? ¿Cuáles son las dinámicas adicionales que dificultan sus procesos tanto de transito, llegada, recepción y retorno?
A nivel internacional diversos son los instrumentos que tienen el objeto de proteger a las personas migrantes ante la vulneración de sus derechos y su libertad de culto. Los “Principios Interamericanos sobre los Derechos Humanos de todas las personas migrantes, refugiadas, apátridas y las víctimas de la trata de personas”, en su numeral 28 establece que todo migrante tiene derecho a libertad de pensamiento, conciencia, religión o creencia. Esto quiere decir que las personas tienen libre albedrío de tener, cambiar, adoptar o no, la religión de su preferencia. Ninguna persona, con independencia de su situación migratoria, debe ser objeto de coacción que menoscabe su libertad o preferencia en este sentido. Sin embargo, en la práctica, la situación es más compleja y muchas veces incluso existen otros factores como el racismo, la xenofobia y la discriminación que afectan la situación de las personas con costumbres, cultura y religión distinta a la propia.
Las creencias religiosas de las minorías migrantes en diversas partes del mundo y las prácticas culturales que van de la mano de las mismas, han ocasionado diversas reflexiones acerca del “otro” y de lo “diferente”. En Europa por ejemplo, el importante flujo y presencia musulmana ha puesto sobre la mesa diversos debates y políticas para la integración. A nivel internacional uno de los países más multiculturales y respetuosos de los derechos humanos de las minorías étnicas y religiosas es Canadá. A través de la puesta en marcha de políticas integradoras, han creado una cultura de tolerancia que hace posible la sana convivencia de diversas creencias en espacios públicos y comunes.
De acuerdo con Pew Research Center, en Europa viven alrededor de 26 millones de musulmanes, los cuales representan alrededor de 5% de la población europea, la mayoría provienen de países como Siria, Afganistán, Irak y Eritrea. En Canadá, representan el 2.3% de los migrantes. Socialmente, los musulmanes en Europa prefieren vivir en comunidades fuertemente apegadas a sus creencias y raíces, muchos de los cuales mantienen una relación con su país de origen. No obstante, los estados europeos han adoptado diferentes políticas con respecto a la gestión de sus inmigrantes y su integración, gracias a lo cual se están abriendo camino en las sociedades europeas.
En el caso de nuestro país y a pesar de ser una nación migrante que expulsa y recibe a muchas personas, existen pocas políticas y campañas informativas y de sensiblización que versan sobre el tema. A nivel legal, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, mandata la prohibición de toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana, en tal virtud, ese derecho incluye a todas las personas que se encuentren en México, sin importar su condición migratoria.
La prohibición de discriminación hacia las personas migrantes está igualmente reconocida como uno de los principios en los que se sustenta la Ley Nacional de Migración. Sin embargo, los migrantes en las diversas caras del fenómeno, ya sea expulsión, tránsito, rececpción o retorno sufren de discriminación y de xenofobia, y desafortunadamente las creencias y prácticas religiosas es uno de los motivos que aumenta este tipo de maltrato. Los datos muestran el panorama y los enormes retos que en materia de tolerancia y empatía tenemos frente. Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017 el 20.2% de la población de 18 años y más, declaró haber sido discriminada en el último año.
Los motivos de discriminación que se señalan principalmente son: la forma de vestir o arreglo personal, el peso o estatura, la edad y las creencias religiosas. 45% de los mexicanos piensan que mientras más religiones se permitan en el país, habrá más conflictos sociales. Asimismo, el 20% de la población que confirmó profesar alguna religión distinta a la predominante en el país, declaró haber sido discriminada en el último año, en al menos un ámbito social en razón de ello. El 23.8% declararon al menos un incidente de negación de derechos en los últimos cinco años y el 26.9% opina que sus derechos se respetan poco o nada. Preocupa también que el 39% de la población de 18 años y más, no estaría dispuesto a rentarle un cuarto de su vivienda a una persona nacida en el extranjero y el 25% no lo haría a personas con una religión distinta a la suya y que el 42% de la población de 18 años y más opine que en el país se respetan poco o nada los derechos de personas nacidas en el extranjero.
En México existen cerca de 60 mil refugiados. Además, debemos considerar que derivado de las políticas implementadas por Trump los últimos años en Estados Unidos, las solicitudes de refugio en nuestro país incrementaron en un 3000% aproximadamente en los últimos 5 años. Muchos de los que antes transitaban se quedaron en diversos puntos del país. Con la llegada de Biden vemos nuevamente un repunte en el fenómeno hacía el vecino país del norte. Sin embargo, políticas implementadas en los primeros meses de su mandato, como la disposición relacionada con el Título 42, que bajo el pretexto de la salud pública, regresa a cientos de migrantes centroamericanos diariamente a México (sin importar si realmente cuentan con un caso de posible asilo en Estados Unidos) además de afectar los derechos humanos y fundamentales de los migrantes, también terminarán por impactar en la decisión de solicitar el refugio de este lado de la frontera.
Según la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, un refugiado es una persona que tiene temor de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, género, pertenencia a determinado grupo social, u opiniones políticas. Una persona refugiada muchas veces vive discriminación, amenazas y agresiones físicas por su religión o creencia, sus ideas políticas, su nacionalidad o su etnia. De tal forma que se siguen vulnerando los derechos de alguien de por sí vulnerado por el contexto.
La discriminación hacía los migrantes no se limita al hecho de contar con alguna relgión distinta, sin embargo, este hecho puede agravar las agresiones y el maltrato hacía las personas en movilidad. En realidad tanto en Estados Unidos como en México, el racisimo y los sentimientos xenófobos, se amparan en la ignorancia y el miedo de las personas, temor infundado a que los migrantes “roben” empleos, espacios, apoyos cuando las personas perciben que ni siquiera para sus conacionales existen las oportunidades necesarias. Sin embargo, debemos enfatizar en la riqueza cultural, social y económica que la migración trae consigo.
Tan sólo en Estados Unidos nuetsra comunidad migrante aporta cerca del 8% del PIB. Un ejemplo de la afloración de sentimientos anti migrante se dio durante el 2019, año que pasaron cerca de 13 caravanas continuas. La visibilidad mediática que se le dio al fenómeno generó en muchas personas la percepción de invasión y por tanto de xenofobia. Según una encuesta del Financiero, el 63% de los consultados opinó que el gobierno mexicano debía cerrar la frontera a los migrantes, solo el 35% estuvo a favor de apoyarlos y facilitarles el paso por el territorio nacional. El 68% manifestó estar de acuerdo con militarizar la frontera sur para detener la migración y el 75% está de acuerdo con deportar a los migrantes que se internen ilegalmente al territorio nacional.
Las religiones han acompañado al hombre en desarrollo desde la antigüedad y han sido motivo de guerras, pugnas, encuentros y desencuentros en diversos periodos históricos y en diferentes latitudes y segurián siendo parte de nuestra realidad y entorno. Ante ello, es menester lograr una visión más humana y empática de lo que los migrantes pasan y de sus creencias y cultura. Asimismo, para enfrentar los problemas de discriminación y racismo que tenemos debemos contar con grupos de apoyo, tutoría en temas de integración e identidad y campañas de concientización para la población de las comunidades involucradas, que haga énfasis en la valorización del migrante como parte de la diversidad religiosa, la riqueza cultural y el respeto a la otredad.
Finalmente, tres enfoques complementarios deben acompañar la puesta en marcha de acciones y políticas entorno al derecho humano relacionado con la libertad de culto de los migrantes:
- De Derechos Humanos para proteger la integridad física y psicológica de los que migran, transitan y retornan al país al tiempo de proveerlos de herramientas suficientes para promover su desarrollo personal y profesional y garantizar el pleno ejercicio de sus derechos incluido el de libertad de culto;
- De Inserción Social-Riesgo, Necesidad y Capacidad de Respuesta; a través de la identificación de los factores de riesgo para generar acciones que protegan y atiendan a los que regresan, transitan o se quedan en nuestro país, con independencia de su religión, con un enfoque multidisciplinario que garantice la tolerancia, la sustentabilidad y eficacia de los procesos de coordinación, planificación, recursos, tiempo, esfuerzos institucionales, ayuda humanitaria, transporte, seguridad y compromiso de diversos sectores;
- De Gestión de Redes, focalizado en la generción de capital social del migrante para promover procesos de integración cultural y desarrollo, por medio del trabajo sistemático y la complementariedad a partir de los recursos locales en el ámbito territorial. (Martínez, V. 2006) Humanizar la visión significa entender por lo que las personas pasan para definir y diseñar trajes a la medida y acciones más precisas y pertinentes y atender de manera focalizada, cercana y empática a los migrantes.
Referencias
Martínez, V. (2006)“El enfoque comunitario. El desafío de incorporar a la comunidad en las intervenciones sociales”, Magíster en Psicología Comunitaria, Universidad de Chile, Santiago de Chile.
Ramos, Juan. 24 de noviembre de 2017. Push and Pull Factors of Migration. En Science Trends Disponible en: https://sciencetrends.com/politics-economics-influence-push-pull-factors-migration/
[1] Eunice Rendón es doctora en Políticas Públicas y Sociología Política por Sciences-Po , París y es experta en migración y seguridad.